Energía nuclear, sí, y cuanto más, mejor
La proposición no de ley de Vox que se debate en el Congreso de los Diputados y en la que se pide reconocer la energía nuclear como una fuente de suministro limpia y sostenible, así como necesaria para tener la mejor combinación energética posible, además de reclamar la cancelación del calendario de cierre de las centrales nucleares españolas, será rechazada por el totalitarismo de una izquierda que ha llevado su papanatismo en materia de medio ambiente a la cima del absurdo.
Fomentar la inversión y actualización del parque de generación atómica y extender la vida útil de las centrales existentes es proyectarse al futuro. Lo que propone la formación de Abascal va en la línea de las decisiones adoptadas por la Unión Europea a finales de 2022 en el sentido de declarar la energía nuclear como una fuente de suministro limpia, pero el Gobierno socialcomunista sigue arrastrando todos los dogmas caducos de esa izquierda que sigue viendo las centrales nucleares con ojos del pleistoceno y es incapaz de entender que la energía nuclear es limpia, fiable e infinitamente más barata.
Lo del Gobierno es el colmo de la hipocresía, porque una de las condiciones por las que la ex vicepresidenta y ministra de Economía Nadia Calviño logró la presidencia del Banco Europeo de Inversiones fue su compromiso de facilitar recursos para capitalizar el sector y apoyar a los países que siguen plenamente comprometidos con esta fuente de suministro como es el caso de Francia. Ahora, sin embargo, el Gobierno se retrata y abandera la causa de ese ecologismo militante que es reaccionario al progreso. El ecojetismo de la izquierda es una soga verde que compromete el futuro porque renunciar a la energía nuclear es renunciar al progreso y aislarse dentro de una UE que ha apostado por esta fuente de energía. Aquí no, porque la izquierda ha hecho de su falso ecologismo un negocio para sus amigos, condenando al resto.