Crecimiento económico exiguo
Las previsiones económicas para este año 2016 apuntan en la dirección de que el Producto Interior Bruto del mundo crecerá del orden del 3,2% mientras en 2017 lo haría al 3,6%. No está mal teniendo la amplia heterogeneidad de economías que confluyen en el mapamundi económico, con economías desarrolladas, avanzadas, emergentes y en vías de desarrollo. Son precisamente las economías desarrolladas las que ofrecen crecimientos más tenues, del 1,6% en 2016 y algo mejor en 2017, con el 1,8%. Estados Unidos, pese a que en 2016 se contrae al 1,7%, a diferencia de 2014 y 2015 cuando creció al 2,4% y al 2,6%, respectivamente, remontaría en 2017 al 2,2%. Claro que habrá que ver cómo se comportan dos interesantes variables: la de “ciclón” Trump versus la señora Clinton y las decisiones que su Reserva Federal tome en la recta final del año sobre los tipos de interés, manteniéndolos o, como es de esperar, incrementándolos gradualmente, en cuyo caso el efecto carambola, por aumentos del precio del dinero, afectaría a la deuda, pública y privada, de países emergentes que toparían con un escollo para sus cuentas.
Si la salud de la economía norteamericana siempre es motivo de mayor o menor preocupación por sus consecuencias en Europa y en España, mirar las predicciones de crecimiento de la economía de la zona euro provoca un cierto desasosiego. En 2014, el contexto euro creció un pírrico 0,9%, el 1,6% en 2015, recorta en 2016 al 1,4% y cae al 1,3% en 2017. Alemania, que cobra ímpetu en 2016 con su economía creciendo a una modesta tasa del 1,7%, retrocedería al 1,4% en 2017. Con sus virtudes y también con sus defectos, con el liderazgo, cada vez más apagado, de la señora Merkel, los germanos son la locomotora que tira de la economía de le eurozona. Si ellos no acaban de tirar es señal inequívoca de que los demás, cuando nuestras interrelaciones económicas cada vez son más acentuadas, o sea, Francia, Italia, España y resto de países europeos, no damos la talla, y, al mismo tiempo, de que el mundo, allende las fronteras europeas, ya no compran tanto a Alemania, en concreto, los países asiáticos.
Francia e Italia muestran un cuadro clínico, económicamente hablando, algo preocupante. Leves crecimientos que, tal y como marcha este año 2016 para ambos países, podría significar que sus economías permanecen en una especie de encefalograma plano. España, por suerte, es la excepción, pisando fuerte en el terreno económico, elevando el PIB en 2015 en el 3,2%, vaticinándose un 3,1% para 2016 y, ya en 2017, perderíamos fuelle con el 2,4%.
Japón, por su parte, con sus acompasados y lentos movimientos económicos, con su crisis permanente a cuestas y, sin embargo, plenamente consolidada como la tercera economía individual, por detrás de Estados Unidos y China, prevé repuntes que le llevarían en 2017 a crecer al 0,9%. Y Reino Unido, que de momento está resistiendo con aceptables resultados la sacudida del Brexit, crecería este año al 1,5% para contraerse en 2017 a un muy exiguo 0,4%. Acabamos de hablar de países que, en su conjunto, suman un grueso considerable de la economía mundial, viendo cómo sus previsibles crecimientos son muy bajos para conseguir relanzar la economía, en particular, la europea. Algo falta acá y algo falla por aquí…
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