A la agitadora Sarah Santaolalla no le quitarán la acreditación
Antes de irse de vacaciones, sus señorías socialistas, junto a sus cómplices de Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG, acordaron la reforma el Reglamento del Congreso para poder retirar la acreditación a los periodistas que les molestan, simplemente tachándolos de «pseudoperiodistas». Lo justificaba perfectamente una de las promotoras de esta ley mordaza, la condenada por enaltecimiento del terrorismo y portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, diciendo que «existen agitadores de ultraderecha que perturban la labor periodística y que no hacen información, sino que se dedican a provocar, acosar, boicotear y señalar a los verdaderos profesionales de la prensa». La extrema izquierda que nos gobierna usa su capacidad legislativa para hacer callar a los agitadores de derechas que se dedican a provocar, acosar, boicotear y señalar, al mismo tiempo que abarrota todos los medios de comunicación que controla a través de los presupuestos públicos de agitadores de extrema izquierda que se dedican a provocar, acosar, boicotear y señalar, como, por ejemplo Sarah Santaolalla.
La agitadora Sarah Santaolalla no es periodista, se presenta como jurista y abogada, pero tampoco está muy claro que posea ninguna titulación; pese a que públicamente ha presumido de ello al mismo tiempo que ha criticado en repetidas ocasiones a quienes falsean sus currículums. Ella se autodefine como «feminista y roja». Como miembro de las Juventudes Socialistas, apenas cumplida la mayoría de edad ya se presentaba en las listas del PSOE para las elecciones municipales de Salamanca en 2019, intentándolo de nuevo en 2023, ambas veces sin éxito. Tras fracasar en su empeño de meter cabeza en política, con 22 años empezó en el ya extinto canal de televisión conservador 7NN, de allí pasó al Canal Red de Pablo Iglesias de donde dio el salto a Mediaset, colaborando en Cuatro al día, Todo es mentira y En boca de todos; a Antena 3, donde aparece en Espejo público; hasta convertirse, con apenas 26 años, en tertuliana de TVE en los programas del que ahora es su pareja, Javier Ruiz, Mañaneros 360, de Jesús Cintora, Malas lenguas, y de Silvia Intxaurrondo, La hora de La 1.
Su estilo deslenguado queda de manifiesto en su historial de Twitter, ahora X. Cuando tenía 16 y 17 años, justo antes de tratar de ser concejal del PSOE, sus publicaciones no eran tan «feministas» como comenzaron a ser más tarde, sino que se dedicaba a hacer vulgares gracietas sexuales del peor gusto. Pero fue precisamente ese estilo vulgar y chabacano el que le ha dado el éxito entre los actuales votantes de izquierdas que han cambiado sus antiguos intentos de aparentar cultura e intelectualidad por un evidente discurso de odio, enfrentamiento y continuos insultos a sus adversarios. Una mujer joven y atractiva llena los espacios televisivos de la izquierda con los mismos vómitos dialécticos que los trols de extrema izquierda usan en todas las redes sociales.
El PSOE y sus cómplices de Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG usan a esta agitadora para incendiar a sus bases llamando «idiotas» a los votantes de PP y Vox, unos días después de posar para sus redes sociales como una modelo luciendo una ajustada camiseta con el número 7291 de supuestas víctimas fallecidas en las residencias de ancianos por Covid en Madrid. Y a quienes se quejen de sus mensajes de odio tan sólo tienen que acusarlos de machistas y de nazis para dejarlos automáticamente descalificados. Como Sarah Santaolalla es mujer, joven, feminista y roja, puede agitar y provocar sabiendo que no le van a quitar ninguna acreditación, sino que será bien recompensada por el Gobierno.
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