Madrid
Vicepresidente de "Una Policía para el Siglo XXI"

Josema Vallejo, experto en bandas latinas: «España ha dejado de ser un país seguro»

Josema Vallejo  Guardia Civil, especialista en Tráfico e Información, y vicepresidente de la asociación Una Policía para el Siglo XI y coautor junto a Samuel Vázquez del libro Don’t fuck the Police -un libro muy leído entre los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En una entrevista en OKDIARIO, analiza el resurgir del fenómeno de las bandas latinas que ha dejado en Madrid dos muertos el pasado fin de semana y ha advertido: «España ha dejado de ser un país seguro».

Desde el principio, Josema Vallejo es claro y avisa que «estamos viendo en España cosas que no habíamos visto hasta la fecha. Tenemos en Madrid dos fallecidos en tres días, en Barcelona tenemos siete fallecidos en un mes y están a machetazos todos los días. No lo quieren ver pero lo verán, desgraciadamente (…). Todo ciudadano preocupado por su seguridad y la de sus hijos debe saber que ese mantra de ‘estamos en el país más seguro de Europa y en uno de los más seguros del mundo’ era cierto hasta hace poco más de dos décadas. Hoy está dejando de serlo y mañana, por supuesto, va a ser una absoluta mentira. España ha dejado de ser un país seguro».

Explica también que hay muchas causas que explican el desarrollo de las bandas latinas en las grandes ciudades españolas, uno de ellos el miedo, aunque añade que «es uno de los factores, pero no el principal. Antes que todo eso, hay un factor de desesperación. Un día viene tu hijo a casa diciendo que le han cobrado 50 céntimos o un euro por jugar en una cancha el primer día. No te lo cuenta, el segundo tampoco. A lo mejor te das cuenta al tercer día porque le has dado 5 € y vuelve a casa sin ellos. ¿Qué hago, voy a una comisaría y denuncio que a mi hijo le están pidiendo 5 € por jugar? ¿Me tiro tres horas en la comisaría? ¿Qué va a pasar luego con mi hijo? ¿Va a volver a poder ir a jugar a ese parque, le van a amenazar?».

Los policías que detectaron este hecho hace veinte años y elevaron los informes «no obtuvieron respuestas». «Estamos hablando de una delincuencia de baja intensidad que poco a poco va a ir aumentando y se va perfeccionando, que va a acabar derivando en la creación de grupos criminales», ha apuntado Vallejo.

¿Entonces cuál es la solución para atajar estos problemas? Para Vallejo, «desde el punto de vista policial hay que entender que todas estas operaciones que se están montando, que vemos en televisión cada vez que aparece, desgraciadamente, un joven apuñalado en una reyerta de bandas hispanas, yo prefiero llamarlas hispanas antes que latinas, luego nos anuncian a bombo y platillo una macrooperación. Este fin de semana va a haber no sé cuántos policías en las calles de Madrid para realizar identificaciones y cacheos preventivos, pequeñas actas de detección de drogas al menudeo. Eso no soluciona el problema, eso es estadística para vender mañana en los telediarios un discurso triunfal del político que va a poder decir ante las bandas juveniles, como a ellos les gusta llamarlas, que hemos hecho nuestro trabajo político».

Además, se da la circunstancia de que estas operaciones se anuncian antes, de manera que «no sirven para nada porque ¿creemos que algún delincuente profesional, algún miembro de una banda, va a salir ese fin de semana a realizar algún tipo de acto delincuencia? No lo va a hacer. Lo hará en el momento en el que no haya un dispositivo policial instalado», y añade Vallejo que «el lunes podrán decir (responsables políticos) que este fin de semana ha habido 2.000 identificados. Lo único que sirve para desmantelar las bandas criminales en general es conocer los fenómenos criminales desde su nacimiento».

Para Vallejo, «llamar a las cosas por su nombre es el principio porque no podemos estar en un país donde hace cuatro días estábamos considerando que los Latin Kings y los Ñetas eran asociaciones culturales y ahora son organizaciones criminales. Aún así, se evita llamarlos organización criminal y se disfraza de organización juvenil, podemos llegar a llamarlas organizaciones de jóvenes con intereses comunes (…), así difuminaremos la responsabilidad, le echaremos la culpa al entorno, la educación… y haremos que parezca que estamos hablando de un grupo de jóvenes que van a la parroquia a cantar con la guitarra».