Turquía quiere enviar tropas

Trump y Al-Sisi rechazan la “injerencia externa” en la guerra civil libia

Libia
Jalifa Haftar y Abdelfatah al Sisi

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Abdel Fattah al-Sisi, presidente de Egipto, mantuvieron un diálogo telefónico en el que trataron el complicado asunto de Libia, país que vive una confrontación bélica entre el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) comandado por el mariscal Jalifa Haftar, apoyado por países como Rusia, Francia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) y cuya Administración está asentada en Tobruk, y el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj, radicado en Trípoli y sustentado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), Qatar y Turquía.

Según un comunicado oficial de la Casa Blanca, los dos líderes mostraron su oposición en este diálogo a la “injerencia externa” y exigieron a las partes enfrentadas en el país libio “medidas urgentes” para solucionar la guerra civil antes de que se descontrole totalmente la situación por la intromisión de actores externos.

«Con respecto a Libia, los líderes rechazaron la injerencia extranjera y acordaron que las partes deben tomar medidas urgentes para resolver el conflicto antes de que los libios pierdan el control ante actores foráneos», recoge el comunicado de Washington.

Una intromisión externa que está dificultando la situación sobre el terreno en esta confrontación que asola Libia desde 2014. El último gran movimiento en el tablero de juego lo llevó a cabo Turquía en las últimas horas con la intención de enviar tropas de combate para apoyar al GNA, medida que debe ser ratificada por el Parlamento otomano en enero, tan pronto como retome funciones.

Durante una reunión con su partido, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, anticipó que en cuanto se abra el Parlamento lo primero que harán «es presentar una moción para el envío de militares».

El AKP y su aliado nacionalista MHP cuentan con mayoría absoluta en la Cámara y se espera que la votación a favor del envío de tropas sea un mero trámite, cumpliendo así con los deseos del máximo dirigente otomano. Y es que el periodo de sesiones se reabrirá el 7 de enero tras el descanso invernal.

Esta disposición fue expuesta claramente durante la última visita oficial de Recep Tayyip Erdogan a Túnez, donde fue recibido por el presidente tunecino Kais Saied para tratar convenios económicos y, sobre todo, para analizar la situación de Libia.

El expreso apoyo turco al Ejecutivo de Sarraj ya se puso de manifiesto la semana pasada con el envío de equipamiento, fuerzas especiales y asesores militares, pero ahora se da un paso más con el suministro de tropas de combate si así lo requiere eventualmente el GNA para hacer frente al acoso del LNA.

El Gobierno de Trípoli sigue siendo asediado por las tropas de Haftar, que siguen a las puertas de la capital tripolitana esperando acabar con el último gran bastión rival.

El acercamiento entre Ankara y Trípoli ha venido siendo cada vez más estrecho. Ya en el último mes, además de este acuerdo militar de seguridad también suscribieron un convenio sobre los límites marítimos en el Mediterráneo oriental, que comprende la frontera marítima entre Turquía y Libia cerca de las islas de Creta y Rodas; un acuerdo denunciado por Grecia por infringir la ley internacional.

Turquía tiene importantes intereses económicos en la zona y ha venido intentando encontrar gas en sus aguas y al norte de Chipre (en el entorno de la República Turca del Norte de Chipre) sin éxito, de momento; ante esto, acabó firmando un memorando con el Gobierno de Fayez Sarraj por el que pactaron los límites de la Zona Económica Exclusiva (ZEE), que tiene su final a 100 kilómetros del sur de las islas griegas de Creta y Rodas, proporcionando a los otomanos una mayor presencia en el arco mediterráneo y provocando el enfado y la protesta internacional griega.

También, este pasado jueves, el propio ministro del Interior del GNA de Sarraj, Fathi Bashagha, reveló el establecimiento de una alianza turco-tunecina-argelina para apoyar a este Ejecutivo sustentado por la ONU. «Habrá una gran cooperación con Turquía, Túnez y Argelia, y estaremos en una alianza», remarcó Bashagha en una conferencia de prensa. El ministro libio destacó que el Gobierno libio respaldado por Naciones Unidas «es el único reconocido internacionalmente y lucha por la democracia enfrentando el extremismo y el terrorismo».

Por su parte, la Presidencia tunecina, sin embargo, negó también el jueves que el país norteafricano esté aliado con cualquier formación en Libia.

En la misma línea expuesta por Trump y Al-Sisi, Rusia también se opuso a cualquier intromisión externa en Libia, como reseñó Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin. “Consideramos que cualquier injerencia de terceros países en la situación difícilmente contribuirá al arreglo», aseveró Peskov. De hecho, el propio presidente ruso, Vladimir Putin, sostuvo hace un par de semanas una conversación con la canciller alemana, Angela Merkel, en la que abogaron por el diálogo entre bandos enfrentados para pacificar la nación libia.

Jalifa Haftar, que cuenta con el apoyo expreso de Rusia, EAU, Arabia Saudí y Francia, domina ya gran parte de Libia tras haber extendido sus dominios sobre las grandes ciudades del sur y los yacimientos petrolíferos occidentales de Al-Sharara y Al-Fil; ahora solamente le queda conquistar las localizaciones de Sirte y Misrata y derribar a Sarraj y al principal reducto de Trípoli, que recibe el citado apoyo principal de Turquía y Qatar. De hecho, hace un par de semanas Doha acogió un encuentro entre el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Çavasoglu, y el primer ministro libio Sarraj para discutir sobre cooperación en el Mediterráneo oriental.

Aunque es difícil vislumbrar una solución a corto plazo y parece que la situación sigue enconada, sobre todo desde la gran ofensiva que lanzó en abril Jalifa Haftar para tomar Trípoli y las últimas operaciones encaminadas a este objetivo por parte del LNA.

Desde que se desencadenó la gran ofensiva de abril, más de 1.500 personas han muerto en suelo libio, más de 5.000 han resultado heridas y más de 100.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares.

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