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Ni espadas ni tiro con arco: el deporte más popular de la Edad Media sobrevive hoy en el sur europeo

En la historia del entretenimiento físico europeo, algunos juegos han resistido el paso del tiempo de forma inesperada. Entre ellos, destaca una disciplina que, sin pertenecer a los espectáculos de combate ni requerir habilidades militares, logró imponerse como el deporte más popular de la Edad Media.

Aunque sus orígenes pueden rastrearse hasta la Antigua Grecia, fue durante la época medieval cuando se consolidó como una actividad común en gran parte del continente. Su práctica se extendió por diversas clases sociales y zonas geográficas, desde los patios de los castillos hasta los caminos rurales.

Así es el deporte más popular de la Edad Media que perdura casi intacto en el sur europeo

Los juegos de bolas constituyen una familia de disciplinas donde se lanzan o ruedan bolas con el objetivo de acercarlas a una bola más pequeña. Esta actividad ha tenido numerosas variantes a lo largo de los siglos, dependiendo del país o la época, pero todas comparten una base común. Por ejemplo:

En la Edad Media, su popularidad creció al punto de que algunos monarcas intentaron prohibirlo. Enrique III de Inglaterra, para ejemplificar, impidió a sus arqueros jugarlo, ya que prefería que se entrenaran con el arco.

El término «petanca» comenzó a usarse de forma generalizada en Europa medieval, aunque con nombres diversos según la región y la lengua. La prohibición del juego a los plebeyos en Francia durante los siglos XIV y XV muestra hasta qué punto su práctica se había extendido.

Evolución de la petanca hasta la actualidad

A lo largo del tiempo, este deporte más popular de la Edad Media se transformó en diferentes variantes locales. En Inglaterra se conoce como bowls, en Italia como bocce y en Francia como pétanque. A pesar de las diferencias, todas estas versiones mantienen el mismo principio: acercar la bola lo máximo posible al objetivo.

En el sur de Francia surgió una modalidad especialmente significativa: el jeu provençal. A principios del siglo XX, se desarrolló en La Ciotat una forma más accesible de este juego, conocida ya con el nombre de pétanque, eliminando la carrera antes del lanzamiento.

Esta versión se convirtió en la dominante y se consolidó como la variante más extendida en Europa y parte del mundo.

¿Cómo se juega a la petanca, el deporte más popular de la Edad Media?

Para quienes no están al tanto de la petanca, estas son las características principales a tener en cuenta:

Las dimensiones del campo varían, pero en la modalidad de petanca suelen tener entre 12 y 15 metros de largo por 3 a 4 metros de ancho. Se emplean tablas de madera para delimitar el terreno y evitar la salida de las bolas.

¿Qué bolas se usan para jugar a la petanca?

Las bolas han evolucionado desde la piedra y la madera hasta llegar al metal. En el siglo XIX, las bolas de boj eran comunes en Francia, y más adelante surgieron las boules cloutées, con clavos incrustados para mayor resistencia.

En la década de 1920, con la escasez de boj y el aumento de la demanda, se desarrollaron bolas metálicas huecas que se fabrican con procesos similares a los actuales.

Hoy en día, las bolas de petanca son de acero, con un diámetro entre 70,5 y 80 mm y un peso entre 650 y 800 g. Por su parte, el boliche es más pequeño, normalmente de madera o plástico, con unos 30 mm de diámetro.

La diferencia de tamaño entre ambos elementos permite identificar fácilmente el objetivo durante el juego.

¿Existen competiciones organizadas de petanca?

Sí, existen y están reguladas por organismos como la Federación Española de Petanca y la Fédération Internationale de Pétanque et Jeu Provençal (FIPJP).

A nivel global, existe la Confédération Mondiale des Sports de Boules, creada en 1985, que ha intentado sin éxito que el juego sea incluido en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, la bocha (una variante del mismo tipo de deporte) sí forma parte del programa de los Juegos Paralímpicos desde 1984.

En el presente, el deporte más popular de la Edad Media continúa vigente. Es común encontrarlo en países del sur de Europa como Francia, Italia y España, sobre todo en regiones mediterráneas. También mantiene una fuerte presencia en antiguas colonias francesas en África y Asia.