Las leyendas perdidas de la España visigoda: en busca de los secretos de esa época

• Francisco María
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• • 07/07/2024 11:30
  • Actualizado: 07/07/2024 11:30

Cuando los visigodos llegaron a la península ibérica buscando establecerse permanentemente, se encontraron con una población mayoritaria de origen hispanorromano.

Esta era de entre ocho y doce millones de habitantes, mientras que los visigodos probablemente no superaban los 200.000 individuos en las estimaciones más generosas. Sin embargo, los visigodos lograron convertirse en la élite dirigente.

Durante el siglo VI consolidaron su dominio en la mayor parte de la Península. Su conversión al catolicismo en el año 589 favoreció la integración con los hispanorromanos.

Diferentes leyendas

La leyenda del tesoro de Guarrazar

La historia de este tesoro se remonta a la invasión musulmana de la península ibérica en el año 711. En ese momento, tanto la minoría visigoda como la mayoría hispanorromana practicaban el cristianismo, principalmente la variante católica.

El tesoro visigodo de Guarrazar fue ocultado por clérigos toledanos en unas fosas cerca de un cementerio. Estaba compuesto por coronas votivas y cruces. Las coronas estaban elaboradas en oro y decoradas con piedras preciosas, ofrecidas a la Iglesia como cumplimiento de votos o promesas. Las cruces, por su parte, también eran de oro y estaban adornadas con gemas y perlas.

El tesoro estaba tan bien oculto que nunca fue recuperado. De este modo, permaneció enterrado durante más de mil años. Solo hasta el siglo XIX volvió a ver la luz, a raíz de un hallazgo accidental.

El hallazgo del tesoro

En 1858, durante el reinado de Isabel II, se produjo el descubrimiento casual de parte del Tesoro de Guarrazar. Los esposos Francisco Morales y María Pérez regresaban de Toledo cuando una fuerte tormenta los sorprendió. Cerca de su pueblo, la hija de María, Escolástica, tuvo que hacer una parada urgente.

En ese momento, con el cielo despejado, vio algo reluciente en el suelo entre unas lajas de piedra dejadas al descubierto por la lluvia. Llamó a sus padres y así descubrieron una fosa llena de joyas de oro y piedras preciosas.

La familia decidió mantener todo en secreto por temor a que las piezas les fueran incautadas. Este secreto tuvo consecuencias desastrosas para el tesoro. Para deshacerse de las joyas, los Morales extrajeron las piedras preciosas y las vendieron a joyeros poco escrupulosos en Toledo, quienes las compraron para fundirlas.

Una pérdida de gran valor

En la misma época, el señor Domingo de la Cruz descubrió otra fosa similar cerca de la primera. También mantuvo su hallazgo en secreto y optó por destruir las joyas para obtener beneficio económico. Cuando finalmente reveló el descubrimiento, solo quedaban unas pocas piezas.

Adolphe Hérouart, un francés residente en España, se enteró de los sucesos. Junto con el famoso joyero José Navarro, adquirieron las joyas que todavía tenía la familia Morales. Decidieron venderlas en Francia, esperando obtener un mejor precio.

En 1859 la revista L’Illustration publicó un artículo en el que se mencionaba la compra de nueve piezas, principalmente coronas votivas, por parte del Museo de Cluny en París. Así fue como la noticia del tesoro llegó a España.

Un tesoro en el misterio

El gobierno español intentó deshacer la compra, pero la reclamación diplomática fue un fracaso. Sin embargo, gracias a un acuerdo durante la Segunda Guerra Mundial, seis de las coronas que se exhibían en el Museo de Cluny regresaron a España. Estas coronas votivas ahora se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional.

Una de las joyas más importantes del tesoro de Guarrazar fue la corona de Suintila, donada a la Iglesia por el monarca visigodo del mismo nombre, quien reinó entre 621 y 631. La corona, junto con otras piezas, fue entregada a la reina Isabel II a cambio de una suma de dinero o posiblemente como un regalo.

Permaneció en la armería del Palacio Real de Madrid protegida por una vitrina. Sin embargo, fue robada la noche del 4 de abril de 1921. A pesar de las investigaciones realizadas, su paradero sigue siendo desconocido.

Una conocida espada

Otra leyenda popular entre los historiadores es la de la espada de Witiza, un rey visigodo que reinó en el siglo VIII. Se dice que Witiza poseía una espada mágica forjada por los dioses, capaz de otorgar poderes sobrenaturales a quien la empuñara. Tras la muerte del rey, la espada desapareció misteriosamente y desde entonces ha sido objeto de numerosas especulaciones y búsquedas.

Historias de amor

Pero no todas las leyendas de la España visigoda están relacionadas con tesoros perdidos o espadas mágicas. También existen historias de amor y traición que han sobrevivido al paso del tiempo. Una de las más conocidas es la de la princesa visigoda y el guerrero moro, un romance prohibido que desafió las barreras culturales y políticas de la época. A pesar de las dificultades, su amor perduró y se convirtió en una de las leyendas más románticas de la historia de España.

En busca de los secretos de la España visigoda, arqueólogos y historiadores continúan explorando antiguos yacimientos en busca de pistas que arrojen luz sobre esta enigmática civilización. Gracias a sus investigaciones, hemos podido descubrir nuevos aspectos de la vida cotidiana de los visigodos, como sus costumbres funerarias o su sistema de creencias religiosas.

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