Marlaska exculpa a la Policía en la tragedia de Melilla y señala a la Guardia Civil: «La valla es cosa suya»
Marlaska conocía las «graves deficiencias» para controlar los asaltos 4 meses antes de la tragedia
Sánchez dice que el asalto «se ha resuelto bien» pese a que ha habido al menos 18 muertos
El Ministerio del Interior excluye a la Policía Nacional de cualquier responsabilidad respecto al perímetro fronterizo de la valla que separa Ceuta y Melilla de Marruecos. El Gobierno responde en el Congreso de los Diputados que, ante las polémicas imágenes del salto de inmigrantes del pasado año en Melilla, en las que murieron decenas de inmigrantes, quien tiene asignado el cuidado de la valla y lo que ocurra en ella «es la Guardia Civil».
La vigilancia del perímetro fronterizo entre España y Marruecos «es competencia de la Guardia Civil, no de la Policía Nacional». Así de contundente señala Interior las tareas de control y custodia de la valla en Ceuta y Melilla, al hilo de una pregunta de Vox sobre la insuficiencia de los medios materiales y humanos que tienen los agentes que prestan servicio en las ciudades autónomas. Especialmente en aquellos momentos de crisis inmigratorias en los que se ven absolutamente desbordados, como ha ocurrido en varias ocasiones de 2021 y 2022.
El Gobierno despacha así cualquier duda sobre responsabilidad compartida entre las fuerzas policiales y las de la Guardia Civil, volcando el peso de las competencias en los «617 agentes» que la Benemérita tiene Melilla -no cita datos de Ceuta en su respuesta. Además, Interior asegura que esa «cifra está incrementándose con la incorporación de los agentes a los que se han adjudicado las escasas plazas vacantes que había en el Catálogo de Puestos de Trabajo».
«Con medios»
Respecto a los medios materiales, que tanto Policía como Guardia Civil califican de insuficientes desde hace años, el Gobierno asegura que «se están realizando importantes inversiones en vehículos, equipamiento policial, así como en elementos de protección, tales como escudos antidisturbios, defensas, guantes anti cortes, protecciones de piernas y brazos, chalecos anti trauma y cascos antidisturbios».
Algunos de esos contratos, como la renovación de los cascos antidisturbios que databan de la década de los años 80, se firmaron después de la avalancha de 2.500 inmigrantes del junio de 2022. La misma que acorraló durante semanas al ministro Fernando Grande-Marlaska por la muerte aún no clarificada de decenas de personas en una zona española.
Pero además, Interior insiste y asume en su respuesta que «todos los agentes» de la Guardia Civil tienen a su disposición «el material y los medios necesarios para desarrollar adecuadamente sus labores de control fronterizo».
Más saltos
Si 2021 fue el año del enfrentamiento abierto entre España y Marruecos, con las conocidas implicaciones para la presión de la inmigración ilegal sobre la valla de Ceuta y Melilla, el 2022 estaba llamado a ser el año de la calma. El del reconocimiento del Sáhara marroquí. El de las paces entre el Gobierno de Pedro Sánchez y Mohamed VI, con un hipotético descenso de las entradas de ilegales a las ciudades autónomas españolas. Pero no ha sido así: los balances del Ministerio del Interior reflejan que los saltos aumentaron.
Según las cifras que recoge Interior en su último balance de inmigración del 2022, Ceuta y Melilla registraron un aumento de 472 saltos respecto a 2021. Los accesos ilegales por vía terrestre aumentaron un 27,2%, pasando de los 1.738 del ejercicio anterior a los 2.210 del actual. Y eso en espera de los últimos 15 días del año, que no se conocerán hasta la segunda semana de 2023.
De esta manera, el 2022 no se cerró como esperaba el Gobierno. Al menos, en lo que se refiere a las cifras de entradas de inmigrantes en Ceuta y Melilla, una tarea en la que Marruecos prometió involucrarse en cuerpo y alma después de que España admitiese el plan de soberanía marroquí para el Sáhara.
Aquella decisión histórica, que Sánchez tomó de forma unilateral sin contar siquiera con la consulta de su Consejo de Ministros, llevaba implícita una declaración de amistad mutua. Llegaba tras la peor crisis diplomática entre España y Marruecos desde la invasión del islote de Perejil, hace ya dos décadas. La entrada secreta en España de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, para tratarse de una enfermedad fue la gota que desató las iras de Rabat contra España.
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