El Ejército valoró la idea de bombardear el volcán de La Palma pero lo descartó: «Nunca ha funcionado»
El presidente del Cabildo de La Gomera propone «bombardear» el volcán de La Palma para dirigir la lava
Espectaculares imágenes del volcán de La Palma lanzando una fuente de lava de 600 metros de altura
El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo, ha propuesto una solución a priori surrealista para minimizar el impacto del volcán de La Palma: que el Ejército del Aire bombardee la zona para redirigir las coladas de lava. La solución puede parecer una idea peregrina, pero el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ya la tuvo sobre la mesa hace semanas. La descartó tras concluir que el balance riesgo-oportunidad era muy elevado, que no hay base normativa para ello y que la solución «nunca ha funcionado» en otras partes del mundo donde se ha intentado.
«¿No hay un avión que vuela y que pueda hacer caer (una bomba)? Llegar y hacer caer ¡blum! y yo, oriento la lava en una dirección. Igual lo que yo digo es un disparate. A mí me da la impresión que desde el punto de vista tecnológico hay que probarlo», aseguró Curbelo en una entrevista.
Pese a las mofas con que fue recibida su propuesta, descrita de manera un tanto rudimentaria eso sí, en el Ejército no ha sorprendido la idea. Así lo admiten fuentes militares a OKDIARIO cuando se les pregunta por las posibilidades de éxito de la propuesta planteada por Curbelo. La realidad es que ya habían sondeado la posibilidad de utilizar un bombardeo aéreo de precisión para modificar ligeramente la geografía de las áreas afectada por la lava para reconducir el material fundido hacia zonas despobladas.
Lo explican de forma sucinta: «Ante cualquier adversidad donde las Fuerzas Armadas puedan aportar algo, cualquier idea es bienvenida y analizada. Por muy estrafalaria o demente que pueda sonar en principio». Eso fue lo que ocurrió hace semanas en el seno del Estado Mayor, donde se pusieron sobre la mesa todas y cada una de las capacidades disponibles para hacer frente a la situación de emergencia de La Palma. Y entre los planes propuestos, admiten, se encontraba precisamente el uso de esos bombardeos de precisión -tanto aéreos como de artillería- para desviar las coladas.
Curbelo copia a Patton
La propuesta estaba documentada en la doctrina militar existente en la actualidad sobre este tipo de operaciones. Y es que lo de bombardear volcanes, pese a que para muchos haya sido una ocurrencia del presidente de La Gomera, lo inauguró el general del Ejército estadounidense George S. Patton en 1935 en Hawái.
Este icono de la Segunda Guerra Mundial, artífice y ejecutor de la estrategia militar aliada en el Norte de África, en Sicilia o en Las Ardenas, condujo unos años antes de la contienda global un experimento en el volcán Mauna Loa del archipiélago pacífico. Se lanzaron toneladas de bombas sobre las coladas para tratar de desviarlas de su ruta, pero no funcionó. La lava terminó llegando a la población que se pretendía salvar de la destrucción.
En 1942 se volvió a intentar con igual resultado de fracaso. En décadas posteriores, en plena fiebre de lo atómico, el alto mando estadounidense llegó a plantear el uso de ojivas nucleares para apagar un volcán. Afortunadamente nunca se puso a prueba, ya que los expertos vulcanólogos advirtieron del riesgo que supondría que una colada se volviese, además, radiactiva.
Décadas más tarde, en 1983, el Ejército italiano también participó en una operación similar. En esa ocasión con zapadores, que trataron de desviar con explosivos una colada del Etna (Sicilia) para redirigirla hacia unas barreras previamente instaladas. Fracasó. Se intentó de nuevo en 1992 y funcionó parcialmente. Sin embargo, los expertos no se pusieron de acuerdo sobre el impacto que había tenido la intervención de explosivos en las tareas para redirigir las coladas.
Propuesta descartada
Toda esa experiencia pasada se incluyó en ese documento propuesto al Estado Mayor, que se autodescartaba como una opción factible en vista de que «se había intentado pero nunca había funcionado». Según explican fuentes militares, la propuesta admitía la desproporción entre el riesgo y las posibilidades de éxito.
En primer lugar, la aviación debería sobrevolar una zona restringida por la presencia de partículas en suspensión, muy peligrosas para las aeronaves y sus tripulaciones. Además, la legislación española no contempla bajo ningún concepto el bombardeo aéreo en zonas que no estén delimitadas como polígonos de tiro (el de Bardenas Reales, en Navarra, es el único que queda activo). En este caso, por si fuera poco, se trata además de una zona poblada.
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