La industria aeronáutica española está de moda: exporta el 84% de su producción

Aeronáutica
(Foto: iStock)

En los últimos 15 años se ha cuadruplicado la participación de la industria española en el sector aeronáutico mundial, representando ya el 6% de nuestro PIB. Un 84% de esas aportaciones de alta tecnología se traduce en ventas al exterior. Al mismo tiempo, el tráfico aéreo global está creciendo a un ritmo del 5% anual, lo que significa que en 18 años se van a necesitar 40.000 nuevas aeronaves, según las previsiones del sector. ¿Es posible mantener el ritmo?

La Fundación Ramón Areces, muy preocupada por todo lo concerniente al I+D+i en nuestro país ha querido poner la lupa en un sector muy olvidado por el conjunto de la sociedad pero estratégico para nuestra economía. En España, que somos muy dados al flagelo, pocos saben que somos uno de los 10 países del mundo con capacidad suficiente para construir un avión de principio a fin.

Fuimos también los primeros en desarrollar la fibra de carbono para aviones, lo que reduce el peso y mejora aspectos aerodinámicos de cualquier nave, tanto civil como militar, sin contar que en todas nuestras comunidades autónomas existen empresas auxiliares de alta capacidad tecnológica que nutren no sólo al extranjero, sino a los importantes centros de producción ubicados dentro de nuestras fronteras.

Tan es así, que el sector aeronáutico español ha casi cuadriplicado su facturación anual en el periodo 2000-2015, llegando a representar una contribución cercana al 6% del PIB español, con una fracción del 84% dedicada a la exportación.

En estos momentos, la industria aeronáutica española vive un momento crítico donde es necesario recuperar el apoyo que la administración ha mantenido en el pasado y que, debido a la crisis económica, no ha podido mantener en los últimos años. De esta forma resume el profesor Amable Liñán, premio Príncipe de Asturias de Ciencia y Tecnología, el estado actual del sector.

El sector aeronáutico civil ha estado creciendo en los últimos 20 años y el pronóstico que arrojan todos los análisis es que esta tendencia no solo se mantenga sino que vaya a más. El tráfico aéreo global está creciendo a un ritmo del 5% anual, doblándose cada 15 años, lo que significa que para el 2035 se van a necesitar más de 40.000 nuevas aeronaves, según las previsiones de los expertos.

Con estas perspectivas, el profesor Liñán afirma que, si se quiere mantener el posicionamiento de nuestra industria aeronáutica, es necesario «el relanzamiento de un plan sectorial que incluya la participación de las administraciones, la industria y los organismos de investigación».

En la misma línea, Manuel Huertas, vicepresidente de ingeniería de Airbus, solicita «desarrollar un plan sectorial de I+D en el sector aeronáutico donde se establezcan las prioridades y las acciones a llevar a cabo para el desarrollo tecnológico del sector”.

“Es el momento de asegurar nuestra participación en los proyectos futuros. Después, será muy difícil hacerlo», añade Huertas. A su juicio, es fundamental que dichos compromisos «vayan apoyados por la Administración, teniendo en cuenta además el alto retorno económico y social de la inversiones en I+D». Este experto urge a tomar medidas «porque no podemos perder tiempo. Tenemos que avanzar muy  rápido como lo están haciendo otros países de nuestro entorno».

Por su parte, José Ignacio Ulizar, director ejecutivo de tecnología de ITP, recuerda en este mismo foro cómo «en los últimos veinticinco años España ha podido acceder al selecto club de países que disponen de tecnología propia de motores aeronáuticos de última generación».

Ulizar recuerda el peso que ha tenido la I+D para alcanzar ese objetivo. Así, pide que «para poder llevar a cabo estos saltos tecnológicos, es necesario poder complementar los programas de la UE con otros nacionales que tengan magnitud y condiciones similares, de forma que no se vea mermada en un futuro nuestra competitividad.  Además, los planes deberían considerar la innovación (i+D+i) en torno a la industria 4.0, así como las necesidades de formación que ello genera”.

Por su parte, Raúl Vázquez, especialista senior en aerodinámica en Rolls-Royce, ha destaca la importancia de las tecnologías emergentes en el campo de la propulsión, como la propulsión distribuida, la propulsión híbrida, los nuevos ciclos, los nuevos combustibles, el almacenamiento de energía… Todas ellas centrarán cada vez más la atención, desplazando a las tecnologías tradicionales.

«De producirse, este cambio otorgaría a los investigadores, centros tecnológicos y la industria española en general la oportunidad de jugar un papel más relevante en el contexto de la industria aeroespacial europea, siempre que se den los pasos necesarios para liderar uno o varios aspectos críticos de los nuevos productos», indica.

Hay tres áreas en las que el sector aeronáutico español es líder: la fibra de carbono o composites, tanto en volumen de producción como en tecnologías con aportaciones destacables sobre todo al A350; bienes de equipo (máquinas y útiles) para la fabricación de composites que complementan y sostienen el área anterior; y la integración de aviones y sistemas, como el C295, A400M y el A330 MRTT con el boom de reabastecimiento en vuelo, único avión cisterna de transporte estratégico de nueva generación certificado, disponible y en vuelo.

Para no perder el tren, el vicepresidente de ingeniería de Airbus aporta la siguiente hoja de ruta: «Los nuevos desarrollos requerirán de una cadencia de producción muy superior a la actual con una entrada en producción mucho más agresiva a la vez que con tiempos de desarrollo mucho más cortos. El diseño debe orientarse al coste y a la automatización y no solo a los desarrollos».

En los motores aeronáuticos, José Ignacio Ulizar resalta el éxito obtenido por el desarrollo de las turbinas de fabricación española que propulsan los aviones A350 y Boeing 787, que ha contado con la aportación de centros de investigación y universidades, y que ha propiciado la participación de la industria española en los programas actualmente en desarrollo como la turbina del motor Ultra-Fan.

En palabras de José Manuel Hesse, también coordinador de este foro organizado por la Fundación Ramón Areces, «se pretende ayudar a que nuestro país tome conciencia de la importancia de seguir apoyando a la industria aeronáutica, tanto por el retorno que para la sociedad tienen las inversiones en este campo, como por la importancia para España de seguir siendo un país tecnológicamente avanzado y significado en campo de la ingeniería aeronáutica».

Para el presidente de la Asociación de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio (TEDAE), Adolfo Menéndez, «el sector aeronáutico es estratégico para la economía española y debe, por tanto, ser prioritario en las políticas de fomento, en un contexto global de enormes desafíos».

También ha participado en este encuentro, Juan Carlos Cortés, director de Programas Internacionales de la Agencia Española de Innovación (CDTI), quien señala que el sector aeronáutico es intensivo en tecnología y que sus innovaciones se difunden rápidamente a otros sectores productivos. «La evolución del sector ha sido espectacular en los últimos quince años», ha recordado.

«Este esfuerzo empresarial ha estado apoyado en un compromiso continuo de la administración española con la actividad aeronáutica, tanto en el ámbito civil como militar. Sin embargo, dado los cambios recientes en el sector aeronáutico, es el momento oportuno para preguntarse qué actuaciones deben acometerse para que la tendencia del sector en los últimos quince años sea sostenible a largo plazo», concluye.

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