La coalición Vinicius-Benzema gobernó el partido ante el Shakhtar y evitó que el Real Madrid se pegara otro trastazo de Champions en el Bernabéu. Y estuvo a punto ante un público que pitó en varios momentos al equipo de Ancelotti, que mostró pereza y una actitud indolente. Las dos asistencias de Vini y el doblete de Karim rescataron a los blancos en un partido para olvidar cuanto antes.
El Bernabéu volvía a vestirse de Champions, ese traje cosido a medida por la historia que le sienta como un guante. Y estaba sobre aviso después del trastazo que se metió el Real Madrid ante el equipo con el nombre más molón de la competición: el Sheriff. Quizá por ello Ancelotti no se permitía ni una concesión en el once. Puso un once clásico como ese chaleco de punto que luce bajo la americana cada partido. Mi abuelo tenía uno idéntico.
No era un día para rotar y menos ante un madridismo que se ha comido en el Bernabéu dos empates a cero en Liga y la europifia citada antes. Vamos, que se merecía una alegría. Carletto suplía la ausencia de Rodrygo con Lucas Vázquez, chico para todo en este Real Madrid, en lugar de colocar a Asensio, ese jugador con un talento guadianesco siempre en busca y captura de sí mismo, o a Hazard, a quien Ancelotti ha relegado al fondo del armario de la plantilla, allí donde se guardan las camisas que no te pones desde el fin de año del 92. También regresaba al once Benzema tras descansar ante el Elche y de nuevo el Real Madrid volvía a tener el centro del campo de la primera legislatura de Rajoy: Casemiro, Kroos y Modric.
Y con su guardia pretoriana lista y una hora extraña para la Champions arrancó el duelo del Bernabéu. Lo hizo con un Real Madrid poderoso, intenso y vertical, que pronto cercó el área ucraniana. No era ni el minuto cinco cuando cosieron los blancos una jugada formidable, made in Champions, que trazaron entre Lucas y Modric como si fuera un videojuego. Finalizó la acción el croata con un punterazo envenenado que sacó el meta Trubin con una mano inmaculada como la de Santa Teresa.
Respondió el Shakhtar con un disparo de Patrick desde la frontal, que se abrazó al palo derecho de Courtois. El Bernabéu contuvo la respiración, aunque sólo fue un paréntesis en el dominio blanco. Parecía cuestión de tiempo que el Real Madrid hiciera el primero. Y no demasiado.
Karim se pone a 1.000
Concretamente 14 minutos fueron los que tardó el Shakhtar en suicidarse. La culpa fue de Marlon, que regaló una pelota en el área a su compatriota Vinicius. El brasileño agradeció el obsequio, le quitó el envoltorio, asistió a Benzema y Karim marcó el gol 1.000 del Real Madrid en la Copa de Europa. No fue su gol más bonito, ni será el más recordado, pero Benzema viste como ningún otro en este equipo tan histórica efeméride.
En la siguiente jugada también Modric se apuntó a la fiesta, pero de nuevo Trubin evitó el tanto, esta vez con un pie igual de inmaculado que el brazo de antes. El Real Madrid sólo pensaba en atacar y marcar más goles, así que empezó a olvidarse de correr hacia atrás. La pereza madridista contribuyó a que el Shakhtar se asomara varias veces por el área de Courtois, pero la lentitud de los ucranios era digna de una balada de Álex Ubago.
Los blancos jugaban con fuego y enfadaron al Bernabéu, que regaló unos pitos preventivos y merecidos al Real Madrid. Tocaba espabilar y dejar de hacer el tolili. Los de Ancelotti respondieron con posesiones largas, insulsas y aburridas de esas que harían dormirse a Joe Biden en un decir amén.
El Real Madrid recibió el justo castigo a su crimen. El de huevear, digo. Militao abandonó su sitio sin ton ni son y dejó solo a Fernando, que acribilló a Courtois después de una gran asistencia de Patrick. El show del brasileño no había hecho más que empezar. Fernando estaba feliz de volverle loco. Lo mejor para Militao y para el Madrid fue el advenimiento del descanso, que llegó al Bernabéu en forma de pitada.
Puede que hubiera charla de Ancelotti (o de su primogénito) en el vestuario durante el descanso. Así que el Real Madrid entró mejor al partido, que se le había torcido definitivamente. Los blancos metieron algo de chicha al duelo pero sin tocar a rebato tampoco. El Bernabéu estaba ya más nervioso que Spiderman en un descampado.
El Madrid se enreda
Alcanzamos la hora de partido con un inquietante 1-1 en el marcador y un no menos inquietante escenario para el Real Madrid. El Shakhtar se había venido arriba y el equipo de Ancelotti había perdido el hilo al partido. Menos mal que justo en ese minuto, el 60, los blancos cocinaron su mejor plato. Lo hicieron entre Vinicius, Casemiro con una pared genial, Vinicius otra vez y Benzema para firmar el doblete y marcar en el área.
Ancelotti, que veía el partido enredado, decidió amarrar y meter a Nacho por Carvajal en el lateral derecho. No le faltaba razón. Stepanenko se asomó al 2-2 con un disparo lejano que lamió por fuera el larguero de Courtois. Poco después Benzema, más fundido que lesionado, pidió el cambio. Le suplió rápido Ancelotti por Jovic ante la ovación del Bernabéu, que sabe que no tiene un jugador como él.
Al Real Madrid ya sólo le faltaba sobrevivir a los diez minutos finales de un partido que seguía sin cerrar para meter tres puntos en el zurrón de la Champions. Lo hizo, no sin apuros y gracias otra vez a Courtois, mientras Hazard volvía a contemplar otro partido de su equipo desde el banquillo y se pegaba medio tiempo calentando y sin jugar. Lo importante: el Madrid ganó, sin enamorar, gracias a que la conexión Vinicius-Benzema funciona.