Benzema doma a los leones
Benzema se ha transformado en un goleador. Como si le hubiera mordido un zombi de Cristiano Ronaldo, Karim ha descubierto que meterla mola. Una voracidad realizadora desconocida antes en la piel del 9 del Real Madrid. Ante el Athletic, Benzema se disfrazó de Ángel Cristo y domó a los leones con un hat-trick en una Liga que está acabando con más maquillaje que una drag queen. Con decir que hasta el Bernabéu le corea y todo. Oírlo para creerlo.
El Bernabéu se preparaba para vivir con resignación cristiana otra estación más de su calvario hasta final de Liga. Zidane sabía que le tocaba ponerse la corona de espinas cuando asumió el marrón de coger al equipo en pleno suplicio, pero llegó dispuesto a resucitar al Real Madrid no al tercer día sino al final del verano. Tendremos fe. Pero antes hay que acabar con esta Liga que se le está haciendo eterna al madridismo.
Ante el Athletic Zidane volvía a cargarse a Bale, juzgado y sentenciado al exilio en cuanto acabe la temporada, y también a Isco, cuyo futuro pinta de cualquier color menos blanco. Ponía, eso sí, un equipo revival. Jugaba su portero de siempre (Courtois), la defensa de siempre menos Vallejo por Ramos, el centro del campo de siempre (Casemiro-Kroos-Modric) y una delantera con el intocable Benzema y los meritorios Lucas y Asensio, convertidos en titulares más por deméritos de las vacas sagradas que por méritos propios.
El cielo plomizo que techaba el Bernabéu coloreaba a la perfección la temporada de un Real Madrid gris oscuro casi negro. Los de Zidane salieron con un punto de energía o puede que de frío y le pusieron algo de ritmo a su fútbol. El Athletic presionaba bien pertrechado y esperaba su turno para explotar la potencia en las contras de Iñaki Williams.
Partido de ida y vuelta
Con un Real Madrid algo más suelto (tampoco tenían que herniarse) que en los últimos partidos el Bernabéu no sesteaba. La primera ocasión la cocinó Marcelo, que emitía síntomas de rehabilitación, tras una buena pared con Asensio. El disparo del brasileño con el exterior de la zurda se marchó arriba.
Siguió el dominio local ante un Athletic más ordenado que los cajones de una farmacia. Pero era un dominio inerme, romo, sin ocasiones ni áreas. Al Real Madrid le faltaba un agitador, un tipo capaz de driblar rivales, de filtrar pases entre piernas. Un Hazard, vamos.
Otra incursión de Marcelo al filo de la media hora en el área rojiblanca supuso la segunda ocasión del Real Madrid, mal finalizada otra vez. Los de Zidane amagaban sin dar. Y el Athletic resistía con orden e ímpetu. Los dos centrales, Iñigo y Yeray, sostenían a los leones cuando el equipo blanco apretaba con balones al área.
El Bernabéu, que lleva tiempo hartito de este equipo, detectó que sus jugadores habían levantado el pie. Silbó poco y flojito, pero silbó. Sólo las aceleraciones de Asensio por la izquierda ponían en cierto peligro el área de los leones, pero Real Madrid y Athletic se marcharon al descanso con el triste 0-0 luciendo en el marcador.
De repente Benzema
Nerviosa nació la segunda mitad con un par de ataques de ida y vuelta. Y entonces cayó el gol del Real Madrid. Lo marcó, quién si no, Benzema. La asistencia, con la precisión propia de un jugador virtual de la Play, fue de Asensio, que la puso en la cabeza del francés, que sigue maquillando su estadística para gozo de sus fans, que también los tiene Karim.
Si hay un jugador que sale reforzado, o al menos no señalado, de esta aciaga temporada en el Real Madrid es curiosamente Benzema. El francés, que siempre ha sido un bulto sospechoso en el Bernabéu, ha pasado de patito feo a cisne para el madridismo, que busca un ídolo al que aferrarse como si fuera un tronco en pleno naufragio.
El tanto obligó al Athletic a desordenarse y aparecieron los espacios a la espalda de la zaga rojiblanca. La volvió a tener Benzema en el área antes de la hora de partido, pero tuvo el punto de mira desviado. Desatado el Real Madrid atacaba con todo e incluso presionaba a los leones cerca de su propia área.
Zidane preparó raudo un doble cambio. Entraron Isco y Bale –silbado al salir– y salieron Lucas Vázquez y Kroos. El Real Madrid tenía el partido bajo control pero sin cerrar. Una irrupción de Iñaki Williams en el área de Keylor hizo contener la respiración al Bernabéu. Acabó en nada porque su disparo se ahogó en un mar de piernas compañeras y rivales.
Pero Benzema no había dicho la última palabra. El francés volvió a emerger entre rivales, le ganó la espalda a Yeray y cabeceó en el segundo palo para anotar el 2-0 para el Real Madrid justo cuando el reloj daba el 76 de juego. El Bernabéu ovacionaba a su delantero centro, rendido a una efectividad goleadora descubierta en su madurez.
El segundo tanto de Karim sentenció el partido y dio al Real Madrid un triunfo trabajado ante un Athletic que decepcionó en el Bernabéu. Todavía le dio tiempo a Benzema a marcar el tercero en un postrero regalo de la defensa del Athletic. Selló su hat-trick sin inmutarse. La efectividad sobrevenida de Benzema se ha convertido en la mejor noticia para el madridismo en la travesía del desierto que queda hasta que llegue el verano y empiece el baile.
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