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Victoria histórica de Rafael Nadal (7-6, 6-3)

Nadal es eterno: tumba a De Miñaur y aplaza su despedida de Madrid

Rafa Nadal venció a Alex de Miñaur en un día mágico en Madrid y avanza a tercera ronda en la Caja Mágica

El camino a la eternidad no se alcanza, en la inmensa mayoría de los casos del deporte mundial, hasta que un jugador no se retira. En el caso de Rafa Nadal, hace mucho tiempo que su rendimiento legendario le aupó a esta categoría, dejando, para el disfrute propio, de los suyos y de sus aficionados, lo que viniera después. Nadal logró una victoria épica, maravillosa y hasta cierto punto ilógica, ante Alex de Miñaur, en un día en el que todo estaba preparado para su despedida del Mutua Madrid Open, hasta que Nadal dijo ‘no’ y, con una función emocionante, se regaló otro baile en Madrid.

El ambiente vivido en la Caja Mágica fue extraordinario, dentro de un Estadio Manolo Santana que se vio como nunca antes en sus 15 años de historia. Dos horas y un minuto después del primer punto, una doble falta de Alex de Miñaur provocaba el éxtasis más absoluto. Rafael Nadal lo había logrado. Con un 7-6, 6-3 como argumento, el manacorí aplazaba su retirada y se cuela en tercera ronda del Masters 1000 de Madrid, donde le espera Pedro Cachín. El sueño sigue muy vivo.

La relación de Rafael Nadal con la tierra batida de Madrid se merecía un capítulo más, y la épica era el único camino por el cual se podía aplazar esa retirada inminente. Alargar su sueño era más que suficiente para contradecirse y «morir» en la pista central del Mutua Madrid Open, algo que dijo que no iba a hacer hasta Roland Garros. «Juego en Madrid por las emociones», había adelantado Nadal, pesimista, el miércoles. Tres días después, está en tercera ronda, después de vencer a un top-11 como De Miñaur en un día en el que todo estuvo de su lado, incluida, por supuesto, la magia de su tenis.

Un día para la historia en Madrid

La pista central del Mutua Madrid Open se engalanaba para vivir un sábado histórico en el torneo. Nunca antes un partido de segunda ronda había provocado tal revuelo, pero la posibilidad de que Rafael Nadal Parera se despidiera, obligatoriamente con derrota dado el caso, de uno de sus torneos predilectos, estaba en el horizonte. El favoritismo, aunque parezca utópico al hablar de Nadal y una pista de tierra batida, estaba al otro lado, en un Alex de Miñaur que no sólo llegaba con el ranking a su favor, si no también con una victoria debajo del brazo en el Godó como credencial.

«Me sorprendería mucho», había contestado Nadal en la previa, ante la pregunta de si se veía ganando a Alex de Miñaur en la Caja Mágica. De lo que no había duda era de que toda la carne iba a estar en el asador, tanto por parte de Rafa como por la del público, que nada más iniciar la presentación, comenzó a corear el nombre del legendario tenista español como si no hubiera mañana. El Rey Felipe VI, desde la grada, lideraba la comitiva de VIP, con Vinicius, Zidane o Almeida también en los palcos. Nadie se quería perder este partido.

Después de un emotivo minuto de silencio en la memoria de Sergio Delgado, ex trabajador del torneo, el encuentro comenzó con Nadal mostrando una cara opuesta a la vista en el Godó. Entonces, De Miñaur jugó con los nervios del manacorí, que esta vez comenzaba golpeando con un break que le colocaba con 2-0 a favor, provocando que los rugidos de la grada se convirtieran en un terremoto ambiental intimidatorio para el rival de Rafa.

Nadal, encendido y ganador en el primer set

Todo parecía empezar de lujo, y así era, pero en el tenis, un punto puede torcer las cosas por completo. Una pelota polémica, que se marchó fuera, no fue cantada por el juez de línea y Nadal, enfadadísimo, acudió a reclamarlo al juez árbitro, Fergus Murphy, quien no le dio la razón y provocó la explosión del veterano jugador español. «Peor imposible», le espetó Rafael, sobre su rendimiento al árbitro, pero la decisión estaba tomada y un minuto después, De Miñaur recuperaba la desventaja y ponía las tablas de nuevo en el marcador.

Asegurada la muerte súbita, Nadal debía dejarlo todo para adelantarse, toda vez que su físico, seguramente, no le diera para competir más de dos horas al máximo rendimiento. Fue un tie-break de otro mundo, con la emoción marcando más diferencias que los golpes y un Rafael Nadal que se las ingenió para lograr cuatro pelotas de set, dos al saque y dos al resto. Perdió las cuatro el manacorí, con De Miñaur en modo muro, pero una dósis de suerte, que empujó su revés de la cinta a la línea lateral, daría al español una quinta pelota de set que ya no iba a desaprovechar.

El 7-6 se marchaba al bolsillo de Nadal, quien, tras provocar una nueva explosión de la Caja Mágica, se marchó a vestuarios, a cambiarse y a seguir con su misión. Cansado, pero disfrutando al pegar la derecha y correr por toda la pista, Rafael ya no pensaba en nada más que no fuera regalarse un nuevo baile en Madrid, su pista favorita por lo sentimental.

Tendremos otro baile de Nadal en Madrid

Los cracks tienen estas cosas, que pueden cumplir deseos que no están al alcance del grueso de los mortales. En cinco minutos, Nadal pasó de ir al vestuario empapado en sudor a volver impoluto, aparentemente fresco y dispuesto a volver a abrir brecha. Dicho y hecho, el segundo set empezaba como el primero, con un nuevo break de la leyenda como base de su cada vez más posible triunfo.

En lugar de ir de más a menos, Nadal volvería a ir a más, pegando cada vez más seguro de haber ajustado todos los puntos para un golpeo profundo y dañino. La ventaja le daba la oportunidad de vivir de su saque, también mejorado, y así hizo, dejando varios puntos para el recuerdo por el camino, incluyendo un banana shot como el de sus mejores tiempos. De Miñaur aguantó todo lo que pudo los envites, pero como cualquier púgil que se mide a un Nadal desencadenado en tierra batida, acabaría claudicando.