El festival de los horrores de Siebert condena al Atlético
El árbitro alemán expulsó de manera injustificada a Griezmann cuando el Atlético tenía contra las cuerdas al Liverpool
Para culminar su desastre pitó un penalti a favor del Liverpool con 2-2 y luego anuló otro a favor del Atlético con 2-3
Está perdido el liderato del grupo y ahora la pelea es con el Oporto por el segundo puesto
Griezmann fue expulsado por una peligrosa y discutida acción sobre Firmino
Así te hemos contado el Atlético de Madrid - Liverpool
Atlético y Liverpool dejaron para la historia una noche maravillosa de fútbol que estropeó el árbitro alemán Daniel Siebert expulsando de manera injustificada a Griezmann a los 51 minutos y frenando en seco la reacción del campeón español, que había levantado un 0-2 adverso y estaba muy cerca del 3-2. El colegiado se empeñó en ser el man of the match y lo consiguió porque más tarde señaló un penalti a favor de los ingleses y dos minutos después dio marcha atrás a otro que había decretado en el área británica. El balance de lo que pudo ser un resultado mágico es desolador porque la primera plaza del grupo está perdida y ahora sólo queda pelearle la clasificación al Oporto, que está con los mismos puntos que los rojiblancos.
El Liverpool que ha construido Klopp no desmerece al de Shankly, pero el Atlético de Simeone tuvo la solvencia suficiente para mirar de tú a tú a cualquiera porque arriba dispone de oro puro. Ésta ha sido la noche en la que Griezmann se ha ganado el perdón definitivo de la grada, pero ha sido también la noche en la que Lemar y Joao se han sentado a la mesa de Salah, Firmino y Mané. El resultado fue un espectáculo de fútbol de ataque que dejó cuatro goles pero que pudo haber arrojado un marcador de partido de balonmano. Del 0-2 al 2-2 y a partir de ahí cualquier cosa pudo haber sido posible si el alemán Siebers no se hubiera empeñado en convertirse en protagonista y estropear el espectáculo.
A los siete minutos el Liverpool silenció el Metropolitano en su primera llegada al área. Todo arrancó en un centro muy pasado del lateral Robertson que Mo Salah amortiguó junto al banderín de córner, en una posición aparentemente inofensiva. Inofensiva para todos salvo por los tocados por el destino. El egipcio fintó a Hermoso, fintó a Lemar y fintó a Koke para acabar haciéndose con el espacio suficiente para soltar su zurda. El disparo no parecía revertir peligro real para Oblak, pero en su trayectoria Milner interpuso la puntera y consiguió que el balón se alojara en un lugar imposible para el portero.
El Atlético no esperaba ese gol y, sobre todo, no lo esperaba tan pronto. El campeón español quedó noqueado sobre el césped y Klopp, oliendo la sangre, ordenó a sus jugadores que no hicieran prisioneros. A los 12 minutos un despeje deficiente de Felipe lo recogió Keita para soltar una volea imparable y dejar el partido aparentemente decidido sin que ni siquiera se hubiera consumido el primer cuarto.
Sin embargo cuando se trata del Atlético todo es posible. Incluso levantarse de la lona en una noche en la que cualquiera hubiera arrojado la toalla. El equipo rechinó los dientes, se olvidó del marcador y empezó a aparecer en el partido. Primero con Joao, luego con Carrasco y, por fin, a los 22 minutos, con un regate maravilloso de Lemar tras un saque de esquina que acabó en un disparo raso de Koke que desvió a la red Griezmann para desafiar la tiranía de un rival al que parecía imposible retar.
Ahora fue el Liverpool el que notó el golpe. Acostumbrado a que sus enemigos se limiten a pedir clemencia, se quedó sin respuesta ante un Atlético que le peleó cuerpo a cuerpo porque arriba dispone por lo menos del mismo talento que los ingleses . A los 27 minutos De Paul habilitó a Griezmann con un pase largo extraordinario que dejó al francés solo ante Alisson, pero el último control se le fue algo largo a Antoine, cuyo disparo se estrelló contra el cuerpo del portero brasileño.
Convencido de que si anulaba a Salah podía darle la vuelta al partido, Simeone ordenó al profe Ortega que acelerara el calentamiento de Lodi con el objeto de sustituirle por Kondogbia. El brasileño estaba ya listo para entrar, pero cuando el cuarto árbitro tenía ya preparado el relevo Joao Félix destapó el tarro de sus esencias rompiendo por la izquierda y entregándole a Griezmann un pase que el francés mejoró con un control fabuloso que le permitió hacerse con el espacio suficiente como para encarar a Alisson y, ahora sí, superar su resistencia. 2-2. Lodi de nuevo al banquillo y el partido que volvía a empezar.
El nuevo escenario, sin embargo, no tenía nada que con el inicial. Ahora era el Atlético el que imponía su ley. Una ley dictada a sangre y fuego por los tres atacantes colchoneros. Lemar, Joao y Griezmann trataron al Liverpool como un novato desequilibrando una y otra vez a la defensa inglesa y obligando a Alisson a ganarse el pan. Con dos minutos sobre el tiempo reglamentario el árbitro puso fin a una primera parte maravillosa, toda una oda al fútbol de ataque va a pasar a los anales de la historia rojiblanca.
Las hostilidades sólo se interrumpieron durante el descanso porque la segunda parte arrancó por encima de las 200 revoluciones. Mané obligó a Oblak a volar junto a la escuadra y en la jugada siguiente, a los 49 minutos, De Paul dejó a Carrasco solo ante Alisson, que volvió a interponer su cuerpo ante el disparo del belga.
Fue entonces, con la grada soñando con el 3-2, cuando Siebers reclamó su minutito de gloria. A los 51 minutos Griezmann levantó la pierna en exceso ante Firmino. Era una acción de falta. Posiblemente de tarjeta amarilla por juego peligroso, pero en ningún caso de roja, que fue lo que interpretó el árbitro ante la sorpresa general y la indignación de Simeone, que no daba crédito a lo que estaba viendo. Tampoco el VAR quiso corregir al alemán, que no dio marcha atrás y quebró por la mitad al Atlético.
Con mucho, muchísimo partido todavía por delante, a Simeone no le quedó otro remedio que dar un paso atrás y volver a permitir que el Liverpool recuperara el balón, pero tanto había intimidado el Atlético a los Beatles que no se atrevieron a tirarse a por la victoria ante la posibilidad de que su rival le volviera a tirar otro contragolpe. Entonces dejaron de gotear las ocasiones y la noche se acercó a su final, aunque quedaba por vivir aún el sobresalto final.
A los 76 minutos, en un balón sin aparente peligro, Hermoso empujó en el área a Diogo Jota. Siebers se fue disparado al punto de penalti y no admitió discusión alguna. Salah transformó el lanzamiento y puso en ventaja al Liverpool, pero casi en la jugada siguiente, en un saque de falta, Giménez cayó en el área precisamente ante el propio Diogo Jota. Rodeado por jugadores rojiblancos, el árbitro alemán señaló la circunferencia de los once metros, pero influido por el VAR se fue al monitor, que le enseñó la jugada en una poco realista cámara lenta, y ante la indignación absoluta de todo el estadio dio marcha atrás, culminando su noche particular de los horrores y dándole al Liverpool una victoria que quizás nunca se hubiera producido de estar los dos equipos igualados.
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