El estilo es Messi
Pueden cambiar los entrenadores, pero la historia la sigue escribiendo Leo Messi. El argentino resolvió un partido que se le complicó al Barça ante el Granada con un tanto a 15 minutos del final. Previamente, el delantero forzó una rigurosa expulsión de Germán que cambió el sino del debut de Quique Setién al frente del Barça.
Los culés dominaron el balón como nunca, pero carecieron de profundidad ante un rival muy bien organizado. El viento influyó en el juego azulgrana, sin embargo, no fue excusa ante un Granada que quizá mereció más viendo su buen despliegue y su gran organización. Setién, que nunca había ganado en su debut como técnico de un equipo, rompió su maleficio aunque no estará del todo satisfecho por las sensaciones exhibidas. El Barça sigue pareciéndose al que dejó Valverde.
Los primeros compases permitieron ver las virtudes y los defectos del planteamiento Setién. El Barça sobaba el balón hasta la extenuación y presionaba bien a un Granada al que apenas le duraba el esférico tres pases. Por contra, los culés no tenían ningún tipo de profundidad siendo Messi –cuando abandonaba la posición de delantero centro– la única nota discordante con el monótono juego culé.
Ansu Fati, en la derecha, se encontraba diluido pese a que tuvo las mejores internadas en los primeros minutos consiguiendo que Rui Silva sacase una buena mano a un disparo suyo antes del minuto 10. El prometedor extremo era lo contrario a un Griezmann que sigue igual de romo y perdido que en la era Valverde.
El centro del campo, con Rakitic como funcionario y Busquets en fase de prejubilación, no marcaba las diferencias en el juego ante un Granada bien colocado ante el juego plano del Barça. Los andaluces hasta parecían cómodos esperando a su rival, que tardaba en hilvanar jugadas de peligro salvo cuando Messi conseguía aparecer. El argentino, sistemáticamente, era derribado por sus rivales cediendo faltas que en otros días eran muy peligrosas. Hoy gracias al fuerte viento era complicado, por no decir imposible, que uno de los golpeos tomase puerta.
Conforme avanzó la primera mitad, el Granada comenzó a crecerse hasta hacerse con la posesión. El Barça se encontraba en el mismo punto que otros partidos anteriores. Dependía de una genialidad de Leo para desatascar un entramado tan bien organizado y casi lo logran a un minuto del descanso con la clásica pared entre Alba y Messi que el argentino mandó fuera por milímetros. Los visitantes sobrevivían como soldados de fortuna ante las apariciones del seis veces Balón de Oro. La conclusión que los aficionados del Camp Nou se llevaban al descanso era que la vida sigue exactamente igual que con Valverde.
El Barça metió una marcha más al inicio de la segunda mitad. Setién pidió un poco más de vértigo, pero los suyos se encontraron con un Granada que seguía como un bloque. Diego Martínez ha compuesto un equipo que difícilmente tendrá problemas para salvar la categoría.
El Granada despertó a la bestia
El runrún empezado a sonar en el Camp Nou y se hizo todavía más evidente tras un robo de Eteki que, sin cortarse ni un pelo, ensayó un disparo desde la frontal raso y que se estrelló contra el poste de Ter Stegen. 65 minutos de dominio absoluto culé y los visitantes habían tenido la ocasión más clara del encuentro.
El Barça encontró una mano amiga en el colegiado Pizarro Gómez. El árbitro debutante en Primera División tomó una controvertida decisión que terminaría por desquiciar al Granada. Expulsó a Germán en el minuto 68 por una segunda amarilla rigurosa tras una zancadilla a Messi próxima al centro del campo.
A partir de ese momento, y con la entrada de Riqui Puig, el Barça se volcó a placer. Era cuestión de tiempo que los culés marcaran aunque sólo quedasen 20 minutos. El canterano culé se erigió en el héroe robándole la cartera a Puertas e iniciando una jugada en la que Arturo Vidal asistió a Messi de tacón para que el argentino marcase con una solvencia insultante.
El Granada, con uno menos y desfondado, no tuvo respuesta contra un Barça que durmió el balón en sus botas. El destino fue cruel con unos andaluces que no tuvieron la fortuna de cara. En 10 minutos vieron cómo el poste rechazaba su ocasión más clara, cómo su mejor central se iba rigurosamente a la calle y cómo Messi resolvía como siempre un regalo. La mano de Setién se empieza a notar en la posesión, aunque el juego dista todavía de ser magnífico.
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