El extraterrestre Randolph baja a la Tierra para evitar el batacazo del campeón
La Copa es un torneo totalmente diferente a los demás, pero el Real Madrid es el mismo de siempre. Con sus tramos mejores o peores, los blancos en los últimos años han acostumbrado a la victoria a sus aficionados en los momentos clave. Los cuartos coperos no fueron una excepción y el gran favorito, que estuvo eliminado durante muchos minutos, acabó imponiéndose en la prórroga a Morabanc Andorra, un auténtico equipazo, por 99-93 gracias a un triple espectacular de Anthony Randolph, que ejerció de héroe para mantener vivo al vigente campeón.
Se impuso Andorra en el salto inicial, algo meramente anecdótico en la mayoría de encuentros pero que sirvió de adelanto de lo que venía por parte de los del Principado. El dominio físico azulón, liderado por los muelles de Antetokounmpo, marcó el ritmo en un comienzo en el que, contagiados por la vertiginosa intensidad, los jugadores del Real Madrid cayeron en una precipitación perjudicial en el marcador, muy corto, sobre todo en el lado merengue.
La entrada de Rudy aderezó el partido con el oficio de quién ha sido tres veces MVP de la Copa y permitió a los blancos acercarse en el marcador, aunque aún lejos de su estilo de juego –1/10 en triples– y permitiendo en defensa más de lo deseado a un Morabanc Andorra que se marchaba al primer descanso entre cuartos con las mejores sensaciones posibles (15-23).
El panorama no era optimista para el Madrid, pero aún podía ir a peor. La imposibilidad de anotar fuera cual fuera la posición estaba limitando a los blancos a la mitad de puntos que tiene acostumbrados, y a ello había que añadirle la mejora de Andorra gracias a su estrella, el gigante Shermadini, y sobre todo, el capitán Navarro, no Juan Carlos, sino David, que por momentos pareció su tocayo para poner la máxima del encuentro para los teóricamente inferiores (21-37).
La incomodidad había dado paso a la incomparecencia, el Real Madrid se estaba viendo superado y la reacción no podía tardar en llegar, en el segundo cuarto del primer partido se le estaba yendo la Copa a los blancos, por increíble que pareciera. Laso tuvo que llamar a las emergencias, que en su plantilla tienen nombre y apellido: Andrés Nocioni. Con el argentino y su bigote en pista subió automáticamente la intensidad y con ello brotaron Llull y Randolph, que en un abrir y cerrar de ojos volvieron a poner los diez, en este caso de desventaja, al descanso.
El tercer cuarto empezó con un triple de Doncic y eso, además de amagar con cambiar el sino del partido despertó a la bestia. Giorgi Shermadini, un 2’16 que lleva dos años condicionando las zonas de la Liga Endesa, añadió a su coherente poderío una serie de jugadas que le convirtieron, por minutos, en la versión georgiana de Kareem Abdul-Jabbar.
El Madrid, mucho mejor que en la primera mitad, no se desconectó con la sublimación momentánea de Gio, y con Sergio Llull a los mandos lograron hacer que la victoria volviera a verse como una realidad. Ayón, a pesar de sus errores en los tiros libres, se sumó a la remontada y un minuto antes de irse al último cuarto, el de casi siempre puso por delante al equipo blanco. Increíble, Llull.
Cinco puntos seguidos de Albicy habían convertido en oasis la remontada del Madrid, pero los blancos, ya inmersos en los minutos decisivos, habían mostrado sus armas de campeón. Usó Rudy como arma su brazo para golpear a Jelinek en una jugada que acabó con los blancos de nuevo siete abajo a siete del final. Volvía a complicarse la afrenta.
‘Don Antonio’ y una prórroga perfecta
Pasaron los minutos y el partido dibujó un escenario que podría haber llevado al delirio a cualquiera. Los madridistas, siempre por debajo, luchaban contra su propio desacierto con solo el coraje y el oficio como escudos, mientras que la pizarra de Peñarroya hacía soñar a todo un país.
En estas nos plantamos, gracias a un triplazo de Carroll que dio vida al Madrid, en los 14 segundos con uno arriba y posesión para Andorra. El alambre estaba a punto de romperse y con ello el camino del gran favorito en la Copa. Los tiros libres de Albicy provocaban el más difícil todavía, pero con cuatro segundos, Randolph asumía galones para anotar el triple del empate, silenciando a un Buesa Arena que ya había pedido la nacionalidad andorrana hacía tiempo. Prórroga al canto y polémica por un posible pisotón de Llull a la línea en la jugada clave.
El tiempo extra, como en el partido de Liga, iba a decidir al campeón, pero en la noche del jueves había aparecido un extraterrestre que no quería marcharse sin la victoria. Randolph, en la noche que le convertirá en Don Antonio para los madridistas, volvía a hacer de las suyas con dos tapones y un triple que acercaban al vigente campeón a las semifinales. La victoria la encargó el ‘ala-pívot’ y la empaquetó Llull, con dos canastas, para gritar bien alto que hay que hacer algo más que jugar muy bien y merecer el triunfo para derrotar al Madrid.
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