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El campeón de la Champions baja a la lona a un pobre Atlético

Lamentable imagen del equipo de Simeone en su debut en el Mundial de clubes

Toda la banda izquierda, con Lenglet, Galán y Lino, volvió a quedar señalada

El arbitraje pernicioso de Kovacs volvió loco al Atlético, totalmente impotente

El campeón de la Champions baja a la lona a un pobre Atlético y le arrastra contra corriente en su primer partido del Mundial de clubes. Ahora no le queda otra que ganar a Seattle y a Botafogo si quiere avanzar en una competición que a las primeras de cambio ha puesto al descubierto el talón de Aquiles de un equipo que no se sostiene por la banda izquierda. La actuación de Lenglet, Galán y Lino fue esperpéntica y por ahí cimentó su superioridad un PSG jerárquico que además contó con la complicidad del árbitro rumano Kovacs, que primero le perdonó la expulsión a Nuno Mendes por una acción flagrante sobre Giuliano en la que no señaló ni falta y luego frenó la reacción rojiblanca anulando de manera surrealista un gol totalmente legal de Julián.

En descargo del Atlético hay que admitir que no hay en el mundo un equipo con mayor confianza que el PSG. Vive instalado en una nube y va a ser difícil que alguien lo devuelva a corto plazo a la tierra. Lo intentó Julián con un saque de falta que acabó cerca del poste, pero fue sólo un espejismo, una anomalía en una primera parte hegemónica de los futbolistas de Luis Enrique, que martirizaron sin piedad a un enemigo que careció de capacidad de respuesta y que se limitó a colgarse del alambre con el único propósito de que se repitiera el milagro de la fase de grupos de la Champions.

Sin embargo, ni aquel PSG ni éste Atlético son los mismos. A los 19 minutos Lino perdió un balón, ni Galán ni Lenglet pudieron resolver el problema y al final apareció Fabián en la corona del área para soltar un zurdazo cruzado al que no llegó Oblak. El 1-0 fue la consecuencia de una superioridad puesta de manifiesto por los franceses desde el arranque de un partido que pintó mal desde el principio.

Con Griezmann desaparecido como de costumbre y Julián muy aislado arriba, Giuliano fue el único que desafió la tiranía del PSG. Al borde de la media hora se fue a la guerra con Nuno Mendes, que le arrojó al suelo cuando encaraba portería. El Cholito se levantó del suelo convencido de que le había sacado la roja al lateral portugués, pero ante su estupefacción y la de todos sus compañeros Kovacs decidió que no había sido ni falta en la primera de las fechorías que cometió el árbitro rumano contra el Atlético. Las hubo de todos los colores.

La jugada le hizo mucho daño a un equipo que estaba ya con la moral por los suelos. Una y otra vez el PSG rondó el 2-0, pero le faltó acierto arriba. El mismo del que también careció Griezmann en el primero de los tres minutos de prolongación. El francés se encontró un balón franco en el área, pero disparó a las manos de Donnarumma. Lamentablemente para él el fallo tuvo consecuencias más graves porque en el contragolpe Vitinha arrancó totalmente solo y llegó hasta el área para batir a Oblak y darle el toque de gracia a la primera parte.

Koke apareció tras el descanso para mandar a la ducha a un inoperante Lino. La segunda parte arrancó con un disparo de Kvaratskhelia que Oblak desvió a la escuadra agravando la sensación de impotencia del Atlético, pero lo cierto es que más allá de esa acción el equipo encaró el acto final con una actitud radicalmente diferente y, ahora sí, empezó a competirle al PSG de tú a tú. Sin embargo ahí apareció un actor de reparto con el que nadie contaba, el árbitro. Kovacs hinchó a tarjetas a los jugadores rojiblancos y, para colmo, les frenó en seco anulando un gol a Julián a los 57 minutos por una falta previa de Koke a Doué que sólo existió en su imaginación y en la de sus cómplices del VAR.

El marcador del majestuso Rose Bowl se mantuvo con el 2-0 y esa fue una jugada definitiva porque ya se encargó Kovacs de evitar que el Atlético se acercara al empate. Por ejemplo, dejando en el limbo una mano de Nuno Mendes en el borde del área y dejando seguir el partido en una jugada que acabó con la expulsión de Lenglet por protestar una falta no pitada a Oblak.

Con diez el Atlético sacó fuerzas de flaqueza para forzar una gran ocasión que Sorloth, a bocajarro, echó fuera a un palmo de la portería tras un pase excelente de Llorente. El canto del cisne para un equipo castigado con el 3-0 tras un rechace que cazó Mayulu en el área, y ante el que estuvo lento Oblak y, ya para colmo, con el 4-0 en el descuento fruto de un penalti de Le Normand que transformó el coreano Kang In Lee. Durísimo resultado que obliga a ganar los dos próximos partidos, comenzando por el de la madrugada del jueves al viernes en Seattle. O eso o la experiencia del Mundial de clubes acabará mucho antes de lo esperado.