Curiosidades
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Sale a la luz cómo eran las casas que regalaban en el ‘Un, dos tres’ en Torrevieja

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

«Un, dos, tres… Responda otra vez» fue mucho más que un simple programa de televisión; fue un fenómeno cultural que marcó a varias generaciones de españoles. Desde su estreno en 1972, dirigido por el inconfundible Chicho Ibáñez Serrador, el programa destacó por sus inconfundibles premios, entre los que las casas de verano en la playa ocupaban un lugar muy especial. Estas viviendas no eran un premio más, sino un sueño tangible para muchos, especialmente en una época en la que las vacaciones en la playa estaban lejos de ser algo al alcance de todos.

La emoción que generaban, tanto entre los concursantes como entre los televidentes, es algo que sigue viva en el recuerdo de aquellos que crecieron viendo el programa. En el contexto de la España de los años 70 y 80, el concepto de tener una casa de playa era algo único y muy deseado. En una sociedad que salía de la posguerra y se adentraba en un proceso de apertura económica y social, estas viviendas ofrecían una nueva forma de entender las vacaciones. Mientras que muchas familias se conformaban con pasar sus periodos de descanso en el pueblo, las casas de «Un, dos, tres» representaban un lujo al alcance de muy pocos, y tener una de ellas era un sueño que muchas familias sólo podían imaginar.

¿Cómo eran las casas que regalaban en el ‘Un, dos tres’?

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En el programa, las casas de playa eran el símbolo de un sueño alcanzado, el refugio perfecto para unas vacaciones frente al mar. En lugar de grandes mansiones o residencias de lujo, las casas eran viviendas prácticas y cómodas, con espacios suficientes para alojar a una familia y disfrutar de la playa. Eran pequeñas viviendas de una planta, con un estilo moderno para la época, y estaban diseñadas para ser funcionales, ideales para el descanso y el ocio.

El interior de estas casas solía ser simple y funcional. Con un salón amplio, una cocina equipada y una o dos habitaciones, el diseño estaba pensado para que las familias pudieran vivir cómodamente durante sus vacaciones sin la necesidad de tener un exceso de muebles o decoraciones complicadas. La esencia de estas casas era la practicidad y la comodidad, sin lujos innecesarios, lo que las hacía ideales para disfrutar del tiempo libre cerca del mar.

Uno de los aspectos más destacados de estas viviendas era, sin duda, su ubicación. Las casas de playa no sólo ofrecían un hogar funcional, sino también un entorno privilegiado para descansar. Estas viviendas estaban situadas en zonas costeras, como Torrevieja, lo que permitía a los ganadores disfrutar no sólo de la casa en sí, sino también del paisaje y la tranquilidad del mar. Para muchos, vivir en una casa cerca de la playa era algo inalcanzable, pero «Un, dos, tres» hizo realidad este sueño para algunos afortunados concursantes.

Las entregas de estos premios, que se realizaban con gran entusiasmo, se convirtieron en uno de los momentos más esperados y apreciados por los televidentes. Hoy en día, estas casas siguen en pie y algunas de ellas incluso están a la venta o en alquiler. El mercado inmobiliario ha dado nueva vida a estas viviendas que mantienen ese encanto original que las hacía tan especiales.

A lo largo de los años, estas casas se han convertido en un símbolo de nostalgia para muchos. Para quienes crecieron viendo el programa, las casas del «Un, dos, tres» representan una época dorada de la televisión, en la que los sueños parecían al alcance de la mano.

Los premios del programa

En la historia de «Un, dos, tres… Responda otra vez», los premios fueron, sin lugar a dudas, uno de los grandes atractivos del programa. A lo largo de sus diferentes etapas, los concursantes soñaban con llevarse a casa premios como coches, apartamentos, viajes, dinero, barcos y, por supuesto, las inconfundibles mascotas como Chollo y Boom.

Entre todos esos premios, el coche fue quizás el más deseado, especialmente en los primeros años, cuando el automóvil era un lujo al que sólo unos pocos podían acceder. Los modelos de SEAT, como el 850, el 127 o el 132, hicieron las delicias de los concursantes, convirtiéndose en un auténtico símbolo de progreso para las familias españolas de la época.

Los apartamentos también fueron un premio recurrente, especialmente en zonas costeras como Torrevieja, La Manga del Mar Menor o Benalmádena, y representaban la oportunidad de tener un refugio vacacional en el mar. Sin embargo, uno de los premios que más emocionaba a los participantes eran los viajes. Desde destinos exóticos como México y Montreal, hasta aventuras en el mítico Orient Express, los concursantes podían soñar con conocer nuevos lugares y culturas.

Estos premios, junto con las cuantiosas sumas de dinero en metálico que se ofrecían, mantenían el suspense y la emoción a lo largo del programa.