La razón por la que los chinos no compran en sus bazares: «Vamos a comprar a gente española, durará más»
Desde hace años, los bazares chinos se han convertido en parte del paisaje urbano de nuestros barrios, independientemente del tamaño del municipio. Los pasillos repletos de todo tipo de productos se han integrado en nuestra rutina diaria, aunque pocas veces nos hemos parado a pensar qué hay realmente detrás de estos comercios y qué suponen para la comunidad china. En este contexto, el canal de YouTube «Un chino y medio», dirigido por Lin (@chickenpapi) y Jiajun Yin, ha puesto el foco en cómo son realmente los bazares chinos.
Jiajun ha hecho una de las confesiones más sorprendentes, al revelar que cuando su familia necesitaba comprar herramientas de ferretería o electrodomésticos para uso personal, no recurrían a los productos de su bazar. En su lugar, acudían a grandes superficies o marcas españolas, convencidos de que la durabilidad sería mayor. «Decíamos: vamos a comprar a gente española, que nos durará más», explicaba entre risas.
La realidad de los bazares chinos en España
Pero, ¿cómo de importantes son estas palabras? Para responder a esta cuestión, debemos remontarnos a la década de los 90, cuando la comunidad china empezó a asentarse en España. . Frente a las dificultades del idioma y la necesidad de encontrar trabajos estables, muchos optaron por emprender en sectores como la restauración y el comercio minorista. Jiajun lo resume en los vídeos de su canal: «Es un negocio asumible para quienes acaban de llegar, porque no necesitas hablar perfectamente el idioma y siempre tienes clientela. La gente sabe que en el bazar puede encontrar de todo»
Sin lugar a dudas, uno de los principales atractivo de los bazares, más allá del amplio catálogo de productos, siempre ha sido el precio. Comprar unas herramientas básicas por dos o tres euros es un alivio para el bolsillo, sobre todo en tiempos de crisis. Sin embargo, este atractivo venía acompañado de la percepción negativa acerca de la calidad de los productos. Pero, lo más sorprendente es que esta percepción no sólo la tenían los españoles, sino también los propio trabajadores chinos: «Si quería una tostadora, no la cogía del bazar, porque sabía que no iba a funcionar bien. Ahora quizá las cosas han cambiado, pero antes era una mierda, tío. Y encima, a veces era caro».
Sin embargo, como señalan los protagonistas en su canal de YouTube, detrás de estos negocios hay familias enteras que sacrifican buena parte de su vida personal y dedican jornadas interminables a atender a los clientes. Ahora, la segunda generación, en muchos casos, no quiere continuar con el negocio familiar; prefieren estudiar e iniciar una carrera profesional de éxito en otros sectores.
¿El fin de una era?
Durante años, el éxito de los bazares chinos se ha sustentado en tres pilares fundamentales: recios bajos, horarios amplios y una oferta prácticamente ilimitada. Pero, con el tiempo, este modelo de negocio ha empezado a mostrar fisuras, especialmente tras el desembarco de gigantes del comercio electrónico como Amazon, AliExpress o Shein. Estas plataformas ofrecen los mismos precios y la misma variedad de productos, pero con la comodidad de un clic y la ventaja añadida de recibir el pedido en casa.
Según los últimos datos de la Seguridad Social, la comunidad china es la única entre la población extranjera en España que cuenta con más trabajadores autónomos que asalariados. Esa vocación empresarial, sumada a la necesidad de adaptarse a un mercado en constante transformación, ha llevado a miles de familias a dar un giro de 180 grados en sus negocios.
Uno de los cambios más notables es la transición al sector servicios, ofreciendo experiencias, especialización y trato personalizado. Las peluquerías y centros de estética son un claro ejemplo. Regidos muchas veces por jóvenes emprendedoras de segunda generación, estos locales destacan por su profesionalidad, precios competitivos y horarios amplios. Lo mismo ocurre con las tiendas de moda, que han pasado de vender ropa barata y genérica a abrir boutiques con identidad propia.
Quizá la transformación más llamativa sea la entrada masiva en la hostelería tradicional española. Lejos de limitarse a restaurantes de comida china, cada vez son más los emprendedores chinos que regentan bares de tapas, marisquerías, churrerías o cervecerías. Este fenómeno responde a la lógica de adaptarse al gusto local.
La transformación de los negocios chinos en España también tiene un componente generacional. Los hijos de aquellos pioneros que abrieron los primeros bazares o restaurantes en los años 90 no siempre quieren continuar con la misma actividad. Muchos han estudiado en universidades españolas, dominan el idioma y aspiran a diversificar sus proyectos. De ahí la aparición de academias de idiomas, asesorías fiscales, agencias de viajes o empresas de logística dirigidas por jóvenes chinos.
En definitiva, lo que parecía el declive inevitable de los negocios chinos en España se ha convertido en un punto de inflexión. Los bazares, que marcaron una época, están dando paso a una red de negocios más sofisticados y adaptados al consumidor actual.
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