Qué es la ecolocación
¿Cómo pueden saber algunos animales dónde están otros animales?
La capacidad que tienen los delfines y otros animales para saber la posición exacta de otros animales u objetos es sorprendente. La ecolocación es la capacidad que tienen de emitir ondas sonoras y recibir su eco, tal como funciona un sonar (Sound Navigation And Ranging).
Este sistema de orientación en animales es también llamado bio sónar. Es típico de los delfines y otros cetáceos dentados, como las ballenas, las marsopas y cachalotes, así como de algunas aves, como el murciélago y el vencejo.
Cómo funciona la ecolocación
El término ecolocación fue creado por Donald Griffin en 1938 tras demostrar su existencia en los murciélagos.
Este bio sónar funciona de forma que cuando el animal emite un sonido, este rebota al encontrar un obstáculo, lo que permite al animal recibir y analizar el eco para conocer la distancia entre él y otros animales u objetos y reconocer sus características, como su tamaño y su forma.
La ecolocalización animal se basa en múltiples receptores. Estos animales tienen dos oídos donde llegan las frecuencias de forma distinta, lo que permite al animal determinar la posición espacial, la distancia y las características del objeto.
Los murciélagos han desarrollado la ecolocación como una forma de desplazarse y cazar en la oscuridad. Este sistema se basa en adaptaciones anatómicas que les permiten procesar las señales para poder ubicarse en el espacio.
Los murciélagos crean ultrasonidos en la laringe y los emiten por la boca o la nariz. Estos sonidos, con una frecuencia de 1400 y 100.000 Hz, no son perceptibles por el oído humano, el que capta frecuencias de entre 20 y 20.000 Hz.
El eco del sonido que emite el animal es en su cerebro transformado en un mapa tridimensional del entorno. Incluso, el oído del murciélago tiene en cuenta el efecto Doppler sobre la percepción de las ondas sonoras.
Muchos cetáceos utilizan este sistema sensorial, como las ballenas, delfines y marsopas. Esto fue observado por Jacques-Yves Cousteau antes que la ecolocalización fuera descubierta de forma oficial.
Sus observaciones figuran en su libro, El Mundo silencioso. Allí cuenta que mientras se dirigía con su barco al estrecho de Gibraltar, notó que un grupo de marsopas lo seguía y observó que los cetáceos navegaban de forma inteligente, aprovechando la navegabilidad del estrecho.
Esto lo llevó a concluir que estos animales tenían un sistema de orientación similar al sonar, una característica que en ese tiempo recién se comenzaba a utilizar en los submarinos. Más adelante se descubrió que la ecolocación es propia de los cetáceos dentados, del suborden Odontoceti.
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