Cómo funciona una chimenea
Llevamos toda la vida calentándonos con ellas, desde hace siglos, tantos como el tiempo que ha pasado desde que el ser humano comenzó a dominar el fuego. Pero, ¿sabemos exactamente cómo funciona una chimenea? Vamos a descubrirlo.
Los principios del funcionamiento de una chimenea incluyen tres ingredientes principales sin los cuales jamás puede realizar su finalidad. Estos son la leña, el fuego y el aire. Sin esto, no hay nada que hacer. Ahora bien, también hay que saber combinarlos para que logremos el calor deseado.
Así que, si queremos que todo funcione como debe, hemos de tener en cuenta ciertos parámetros. Por ejemplo, es bastante importante que la chimenea esté perfectamente limpia. Además, también es básico seleccionar la leña adecuada para que prenda bien y sin grandes problemas.
Al fin y al cabo, la finalidad de cualquier chimenea es producir el calor que necesitamos para caldear una estancia. Para ello, se requiere el proceso de combustión de la leña que, una vez encendida, repartirá el citado calor por toda la habitación aumentando la temperatura del aire que entra desde el exterior, volviendo a salir más caliente nuevamente.
No obstante, una parte del aire caliente se queda dentro de la estancia, que será el que disfrutemos. Cuanto más cálido sea este, mayor bienestar tendremos en la habitación.
Cómo funciona una chimenea realmente
Una chimenea es una especie de sistema de presión negativa. Es decir, calienta el aire frío que se acerca a sus ‘dominios’, haciendo que suba con facilidad.
Además, en el proceso, produce gases y humos que, gracias a su sistema con tubo o cañón, salen hacia el exterior regulado por lo que se conoce como el tiro, elemento encargado de regular la salida de los citados humos y gases.
Obviamente, gracias a este cañón que, bien diseñado, permitirá tener un tiro correcto, se puede evitar que los gases y humos queden en el interior de la estancia, lo que la haría irrespirable en pocos minutos.
También si se usa un tiro con placa de metal, se puede impedir que escape demasiado aire caliente al exterior, logrando una mayor eficiencia en la combustión y aprovechamiento del sistema.
Para que una chimenea funcione bien, se han de impedir estrechamientos, esquinas, escalones y obstrucciones externas. Si se usan materiales resistentes y refractarios resistentes a la corrosión, se logra una eficiencia mayúscula.
La combustión de la leña también se puede usar para calentar agua que puede ser distribuida por diversos radiadores o paneles, logrando un mayor poder calorífico en diversos espacios del hogar.