Fandiño, el último torero vasco, de raíces gallegas y catapultado en Madrid
La trágica muerte del torero Iván Fandiño a consecuencia de una gravísima cornada en la ciudad francesa de Aire Sur L’Adour supone el adiós del último matador de toros del País Vasco, aunque con antecedentes gallegos, catapultado por sus numerosos triunfos en la plaza de toros de Las Ventas.
Iván Fandiño Barros nació en Orduña (Vizcaya) el 29 de septiembre de 1980 al tener que emigrar allí sus padres, de ascendencia gallega, por motivos laborales. De pequeño su pasión era la pelota vasca, modalidad en la que llegó a ser un referente en su tierra, pero pronto descubrió que su verdadera pasión era la tauromaquia.
De ahí que decidiera aparcar una de sus pasiones para dedicarse en cuerpo y alma a la que fue su verdadera vocación, imponiéndose un estricto régimen de adelgazamiento que le cambiara el metabolismo y pudiera perder los 100 kilos que pesaba cuando aún era «pelotari».
Al cerrarse todas las escuelas taurinas del País Vasco, se ve obligado a trasladarse, siendo aún adolescente, a Valencia y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde descubrió la dureza de esta profesión al contar con muy pocas posibilidades de abrirse paso.
Por este motivo decide viajar a Guadalajara, tierra que le adoptó y donde se forjó a la antigua usanza, es decir, en las numerosas capeas que aún se siguen celebrando en los pueblos de esta región de España, y fue allí donde conoció al que ha sido hasta hoy su gran baluarte, el que fuera torero y empresario, Néstor García, con quien ha compartido su vida y su día a día hasta la funesta tarde de hoy.
Ambos emprendieron una guerra contra el sistema y las grandes casas empresariales en busca de su propia libertad en la profesión, en la que todo lo logrado se debió únicamente a su manera de ser, tan luchadora como sincera y verdadera.
Sin antecedentes taurinos en la familia, se enfundó por primera vez el terno de luces el 16 de agosto de 1999 en la localidad alavesa de Llodio, mostrando ya unas muy buenas maneras que hacían presagiar en él una esperanzadora carrera. Tres años después, en 2002, debutó con los del castoreño en su localidad natal, Orduña, presentándose en Madrid en 2004, donde cortó una oreja.
Su ascensión como novillero propició que tomara la alternativa al año siguiente, 2005, durante las Corridas Generales de Bilbao, en un cartel completado por Julián López «El Juli» y Salvador Vega. El toro de su doctorado se llamó «Afrodisiaco», número 64, de 517 kilos y perteneciente a la ganadería de El Ventorrillo.
Ansias de crecer
Pero tras su paso al escalafón mayor sufrió un inoportuno parón en su carrera, algo que no frenó sus ansias de crecer, gracias, sobre todo, a su afición y su entrega a la profesión, y a su propio espíritu de luchador, de no volver la cara a la adversidad y seguir con tenacidad a la espera de que algún día le llegara la oportunidad.
Confirmó la alternativa en 2009, aunque todavía tuvo que esperar dos años para pegar el primer puñetazo en la mesa, también en Madrid, cuando cortó una oreja a un exigente toro de Carriquiri tras una faena de mucha firmeza y valor.
Desde ese momento Fandiño parecía estar predestinado a ser uno de los nuevos «consentidos» de la afición madrileña, más aún cuando sus tres tardes siguientes en esta misma plaza lograra también pasear un trofeo en cada una de ellas.
2012 fue, sin duda, el año más importante de su carrera. Sus repetidos triunfos en plazas de primera categoría como Valencia, Sevilla, Madrid o Bilbao, donde se encerró con seis toros en solitario, sin contar el predicamento que adquirió también en las plaza del suroeste francés, y en prácticamente todas las de «segunda» categoría donde hizo el paseíllo, incluida la de su tierra de adopción, Guadalajara, donde era considerado todo un ídolo.
Su irrefrenable ascensión y tremenda regularidad hizo que lograra la «Oreja de Oro» de Radio Nacional de España, distinción que lograría también en 2013, un año en el que resultó herido grave en San Isidro, donde se alzó con el premio a la mejor faena.
Pero se rehizo el torero, otra vez gracias a su espíritu guerrero, y volvió a la carga con más fuerza si cabe hasta cerrar una temporada redonda, con triunfos y éxitos destacados en plazas como las de Pamplona, Santander, Burgos, Salamanca, Palencia, Cuenca, Almería, Ciudad Real y Zaragoza.
En 2014 lograría, por fin, su ansiada salida a hombros de Las Ventas merced a una faena épica rubricada con un espadazo sin muleta. Esta temporada la completaría también a buen nivel, convirtiéndose en uno de los toreros más importantes y más en forma del momento.
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