¿En qué consisten las ondas Kelvin?

• Francisco María
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• • 06/12/2023 09:00
  • Actualizado: 06/12/2023 09:00

Las ondas Kelvin son un fenómeno atmosférico que se produce en la superficie de los océanos. Estas ondas, también conocidas como ondas de Kelvin, son ondas de gravedad que se propagan en la interfaz entre la atmósfera y el océano. Su nombre proviene del físico británico Lord Kelvin, quien fue el primero en estudiar y describir este fenómeno en la segunda mitad del siglo XIX.

¿Cuál es la causa?

Las ondas Kelvin se generan por la interacción entre la atmósfera y el océano, y son causadas principalmente por los cambios en la temperatura y la presión atmosférica. Estas variaciones generan diferencias de densidad en la capa límite, que es la capa de agua que está en contacto directo con la atmósfera. Estas diferencias son las responsables de la formación de las ondas Kelvin.

La propagación de las ondas Kelvin se produce a lo largo de las costas y puede ser observada en forma de marejadas o cambios en el nivel del mar. Estas ondas pueden tener una longitud de varios cientos de kilómetros y una amplitud de varios metros. Además, su velocidad de propagación puede variar dependiendo de varios factores, como la profundidad del océano y la temperatura del agua.

Consecuencias

Uno de los efectos más importantes de las ondas Kelvin es su influencia en el clima y la meteorología. Estas ondas pueden transportar energía desde el océano hacia la atmósfera, lo que puede afectar la formación de nubes y la circulación atmosférica. Además, las ondas Kelvin también pueden tener un impacto en la temperatura del agua, ya que pueden transportar calor desde las zonas más cálidas hacia las zonas más frías.

Otro aspecto interesante de las ondas Kelvin es su relación con los fenómenos de El Niño y La Niña. Estos fenómenos climáticos, que se producen en el Pacífico tropical, están influenciados en gran medida por las ondas Kelvin. Durante un evento de El Niño, las ondas Kelvin transportan agua cálida desde el oeste hacia el este, lo que provoca un calentamiento de la superficie del mar en la región central y oriental del Pacífico. Por otro lado, durante un evento de La Niña, las ondas Kelvin transportan agua fría hacia el oeste, lo que provoca un enfriamiento de la superficie del mar en la misma región.

¿Cómo es el océano?

Para comprender mejor este fenómeno, es importante tener conocimientos básicos sobre la estructura del océano. El océano se divide en diferentes capas o termoclina, que son zonas donde hay cambios significativos en la temperatura y la densidad del agua. La capa superficial, conocida como la capa mixta, es la más cercana a la superficie y es donde se encuentran las mayores variaciones de temperatura y salinidad. Por debajo de esta capa se encuentra la termoclina, donde la temperatura y la densidad del agua varían de manera más gradual.

Ahora bien, las ondas Kelvin se forman cuando hay una perturbación en la capa superficial del océano, ya sea por un cambio en la dirección de los vientos o por la interacción con la costa. Esta perturbación crea una onda que se propaga hacia abajo, a lo largo de la termoclina. A medida que la onda se desplaza, las partículas de agua se mueven en un patrón elíptico, con un movimiento hacia arriba y hacia abajo, así como hacia adelante y hacia atrás.

¿Cómo se estudian?

Para estudiar y comprender mejor las ondas Kelvin, los científicos utilizan una variedad de herramientas y técnicas. Una de ellas es el uso de boyas oceanográficas equipadas con sensores para medir la temperatura, la salinidad y la presión del agua. Estas boyas se despliegan en diferentes regiones del océano y envían datos en tiempo real a los científicos, permitiéndoles rastrear la propagación y el comportamiento de las ondas Kelvin.

Además de las boyas oceanográficas, los científicos también utilizan modelos numéricos y satélites. Estos modelos simulan el comportamiento del océano y permiten a los investigadores hacer predicciones sobre la propagación y el impacto de las ondas Kelvin en diferentes regiones del mundo. Los satélites, por su parte, pueden proporcionar imágenes de las características superficiales del océano, lo que ayuda a identificar la presencia de ondas Kelvin.