Teatre Principal d’Inca, memoria de la burguesía local
El renovado teatro reabrió sus puertas el pasado mes de noviembre y ha multiplicado su aforo
Lo más importante es que los lugareños hagan suyo este templo de la cultura
Tenía interés por conocer el renovado Teatre Principal d’Inca y elegí para ello el domingo 23 de enero, fecha en la que CaraBdanza representaba su versión en ballet neoclásico de Alicia en el País de las Maravillas. Es una compañía-escuela madrileña, cuyo espectáculo de un moderado formato se adapta bien a las características del escenario de este ‘coliseo’ rescatado.
Entrecomillo la palabra porque un coliseo nos habla de su capacidad para albergar gran cantidad de espectadores. Pero aquí me vale porque está en su naturaleza ser un referente de primer orden allí donde se levanta. Hablando de levantarse, lo cierto es que el teatro de Inca desde 1945 hasta 1968 ha conocido sucesivas reformas hasta su cierre definitivo el año 2008, aunque ya no se producían representaciones desde el inicio del siglo XXI. Han sido necesarias dos décadas para, finalmente, ser testigos de su renacimiento.
La primera impresión nada más acceder al Teatre Principal d’Inca era como si lo hiciera al Auditórium de Palma, también al capitalino Teatre Principal
Una organización impecable en la asistencia al espectador, en sintonía con los usos habituales en un teatro de ciudad grande. Podrá parecer que éste es un detalle menor, aunque basta con acudir a la crónica de su inauguración, en noviembre de 1914, para darse cuenta de que en absoluto es un asunto menor. En la revista local Ca Nostra escribía así Miquel Duran y Saurina: “No serà un teatre qualsevol, així, de poble o de saló de societat recreativa, sinó un teatre en gros que podrà competir amb els millors de Palma, i fins i tot ja s’endevina que llevat del Principal será el més bell i garrit de l’illa”.
Más adelante, en esta misma crónica, se ensalzaba “la gallarda i vigorosa ornamentació en que se’l vesteix”. Ya en el interior de la sala principal, me llamaron mucho la atención aquellos dos balones señoriales con barandillas de hierro forjado, situados junto al escenario. Interpreto que son parte de la remodelación que hizo el arquitecto Guillem Reynés Font en el año 1945. La utilidad de aquellos balcones era la de servir de palco para las autoridades, con un amplio antepalco para satisfacer las comidillas de rigor.
Conviene recordar, en este sentido, que los palcos del Auditórium de Palma también se construyeron con la idea de ser utilizados por las autoridades. Y en este caso, además puede que fuera una imposición del tardofranquismo
Joya de la corona
El Teatre Principal d’Inca fue una iniciativa con capital privado y por ello en 1912 se creó la Sociedad de Propietarios del Teatro de Inca, de manera que siempre quedará como un símbolo de la burguesía local a pesar de que hoy sea de titularidad pública. Dejando aparte el Teatre Pincipal de Palma, propiedad del Consell de Mallorca, lo cierto es que el coso de Inca se convierte ahora en la joya de la corona si hablamos de la xarxa de teatres de Mallorca.
El arquitecto Reynés Font se inspiró para su rehabilitación en el Teatro Lírico de Palma (hoy desaparecido) y así consta, de pasada, en las crónicas del momento. Incluso en 1914 el Correo de Mallorca destacaba que “las 204 butacas son de gusto parecido a las del Lírico de Palma”. En la actualidad, desde su reapertura en noviembre de 2021, se ha multiplicado el aforo: la sala principal está dotada de 627 asientos y la pequeña de 154.
Como lo anecdótico siempre casa bien en estas aproximaciones, la velada de estreno el año 1914 contó con la compañía del italiano Amadeo Granieri, que puso en escena La Princesa del Dóllar, una opereta en tres actos con música del compositor y director de orquesta checo, Leo Fall, habilitándose trenes especiales desde Palma. Mientras la reapertura de 1946 fue confiada a la compañía lírica de Jordi Castell, interviniendo el barítono mallorquín Francesc Bosch, probablemente primera voz universal surgida de Baleares.
Larga vida al Teatre Principal d’Inca y lo más importante, que los lugareños hagan suyo este templo de la cultura. De lo contrario, volverá a languidecer. La xarxa de teatres de Mallorca, todos públicos, no es ninguna garantía; así que buena fortuna, Fundación y Gerencia de esta criatura centenaria. Y sin olvidar que es un teatro para puestas en escena de pequeño formato. No es un hándicap, sino todo lo contrario, siempre y cuando se programe ad hoc.
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