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EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Hablemos un poquito de ‘Marock’ y de su autor, el rockero mallorquín Luis Massot

Si estando en Drakkar Luis hizo historia, aún le aguardaba un segundo capítulo pionero

Nada menos que llevar el heavy a Marruecos y precisamente de eso trata su libro

Página 222. «Al darme cuenta que tiene toda la razón del mundo, solo me queda responderle: ¡Sin locura no hay rock and roll!». Las últimas líneas de Marock o las aventuras de una banda de rock en Marruecos, el libro autobiográfico escrito por Luis Massot y editado el año 2020.

Conocí a Luis cuando apenas tenía 19 años y comenzaba a destacar en el difícil escenario del rock duro en Mallorca, allá por los primeros años 80. Entonces, en público se hacía llamar Luis Hierro y despuntaba en bandas como Acero, Drakkar o Elikat. Lo cierto es que dejé de saber de él mucho tiempo atrás, hasta reencontrarnos en el rodaje del documental Mallorca 1983. Signos en la arena, un excelente trabajo vistos los resultados.

Se acercó en uno de los tiempos muertos del rodaje y me dijo que tenía un ejemplar de su libro para mí. Eso debió ocurrir el invierno del año pasado, pero la cosa no pasó de allí por dejadez de mi parte. Hace pocos días caí en la cuenta de que mi Cuaderno de notas quedaría incompleto si no estaba entre sus hojas el testimonio de este viejo rockero mallorquín. Dit i fet, le llamé con demasiados meses de retraso, pero ya tengo el libro, además de entrevistarle en mi cuaderno, con el que estoy cerrando a mi manera y sin presiones los años trabajados en la radio desde aquel lejano Tren de las 6 en la segunda mitad de los años 70. Hablando de esa década siempre supe que la movida mallorquina empezó a calentar motores el 7 del 7 del 77.

Es una opinión personal, claro está, pero la ocupación de Dragonera hizo que emergiera un sentimiento generacional, que acabaría por allanarle el camino a unos explosivos e irrepetibles años 80. ¡Qué tiempos aquellos!

Volviendo a mi relación con Luis Hierro Massot, nuestros primeros encuentros tuvieron que ver con el hecho de haber participado yo como jurado en muchas ediciones del Concurso de Pop Rock durante la década de los 80. Creo que fue en las eliminatorias celebradas en Rosales, cuando él se acercó desafiante al lugar donde estaba el jurado. Lo cierto es que no atendíamos como era de esperar a la corriente del rock duro. Demasiado se notaba estar escorados hacia el pop-rock. Los heavys lo sabían y siempre que podían mostraban su desagrado. La actitud desafiante de Luis era la de un líder y en efecto lo era. Hasta el punto de hacer historia.

Drakkar fue el primer grupo mallorquín de rock duro que grabó un disco, el año 1985, en momentos nada favorables para encontrar locales de ensayo e incluso para grabar, puesto que solamente existían los Estudios MALLER, donde acudían en los años 60 los grupos de pop que animaban las verbenas y las terrazas de los hoteles. Si estando en Drakkar, Luis hizo historia, aún le aguardaba un segundo capítulo pionero, nada menos que llevar el heavy a Marruecos, y precisamente de eso trata su libro.

Todo empezó en 1997 al formarse Taifa, un grupo de rock duro con raíces y preferentemente con miradas al flamenco y la música andalusí. Iba a ser obligado, por tanto, darse un garbeo por Marruecos y poder contactar con  orquestas de música andalusí. «El libro se lee en un día», me dijo Luis al entregarme un ejemplar de Marock. En efecto, el texto es ameno, lleno de anécdotas descritas con un estilo directo, y al estar especialmente centrado en la ciudad de Tetuán, algo tiene asimismo de guía para el viajero.

El momento álgido de la relación de Luis con Marruecos tiene que ver con la invitación cursada a Taifa para participar en dos ediciones consecutivas (2006,2007) del festival Al-Lama en Tetuán. Asimismo invitados el 2009 a participar en el Metalkesh de Marrakesh. En la discografía de Taifa hay dos álbumes en los que está presente la intensidad emocional de aquellos años: Alhambra (2008) y Despertando el silencio (2012).

El libro es una descripción de todo aquello, con un inicio que nos habla de incertezas y otras inseguridades, pero conforme avanza el relato emerge lo cotidiano y su especial relación con Tetuán, plagada de afinidades. Hasta el punto de titular Alhambra el segundo álbum de la banda, puesto que la ciudad de Tetuán cabe entenderla como heredera de la Granada andalusí.

«Como tengo tu libro, me apetecía que tuvieras el mío», me dijo Luis al producirse el reencuentro. Pues bien, como ahora tengo tu libro, aprecio con mayor razón que tú tengas el mío. De Cabello de Ángel a Marock.