Cuatro citas con la Simfònica que avalan su completa vigencia
Entre el 25 de noviembre y el 21 de enero, la Orquestra Simfònica Illes Balears ha ofrecido cuatro momentos únicos y es probable que difícilmente repetibles
En el intermedio de apenas 60 días, entre el pasado 25 de noviembre y el 21 de enero, la Orquestra Simfònica Illes Balears (OSIB) nos ha ofrecido cuatro momentos únicos y es probable que difícilmente repetibles, debido a tan corto espacio de tiempo. Me refiero a unas apariciones públicas, llenas de gran significado y en tres de ellas contándose con la batuta de su titular Pablo Mielgo. Además, en todas ellas el marcado carácter localista ha sido sin dudarlo un llamado a la excelencia: el 25 de noviembre, Antoni Parera Fons; el 15 de diciembre, Joan Valent; el 12 de enero, Francisco Fullana, y el 21 de enero, el trío del pianista menorquín Marco Mezquida. No hablamos, en absoluto, de palabras menores. Todo lo contrario.
De estos cuatro nombres propios, dos mantienen una estrecha relación con la OSIB: Parera Fons como compositor en residencia y Fullana en calidad de artista en residencia. Unos reconocimientos que valen igualmente para los otros dos aunque carezcan de tal señalamiento: el compositor Valent y el pianista Mezquida. Hablamos de personalidades de gran proyección.
El 25 de noviembre asistíamos en el Teatre Principal de Palma al estreno absoluto de la ópera L’Arxiduc, con libreto de Carme Riera y partitura de Antoni Parera Fons. ¡Premios Nacionales en sus respectivas disciplinas! La emblemática figura del archiduque Luis Salvador de Austria, bien merecía ser recogida en un formato que en la actualidad, además, apenas registra estrenos a nivel del planeta. Esta es la razón por la que se cursó invitación a una serie de críticos de relevancia, que por cierto declinaron asistir, puesto que Mallorca parece ser que no figura en el mapa internacional de la ópera.
Curioso, teniendo en cuenta que precisamente en el Principal llevan tres décadas largas ofreciendo una Temporada de Ópera. Nos vendemos fatal. Y conste que no me refiero a la OSIB, que hizo bien su trabajo al invitar a críticos de prestigio. El problema reside en el escaso compromiso a la hora de proyectar hacia el exterior nuestros esfuerzos. Confiemos en que el reciente ingreso del Teatre Principal de Palma en la plataforma Opera XXI surta efecto, tratándose de una asociación de la que forman parte los teatros de ópera más destacados de España. La temporada del Teatre Principal ha sido escenario de algunos debuts que posteriormente han alanzado proyección internacional y su bautizo a lo grande desde su ingreso en Ópera XXI se producirá en abril con la entrega de los Premios Nacionales de Ópera.
Pocas semanas después, Joan Valent estrenaba en el Auditórium de Palma su Concierto de Tramuntana para guitarra y orquesta, el primero escrito para este instrumento y que dedicaba a la memoria de su abuelo, Mariano Capellà, y asimismo en recuerdo de su compañero y amigo en aquellos días Ramon Estarellas, padre del guitarrista Gabriel Estarellas, quien guiaría y aconsejaría a Valent en los recorridos por la partitura. Concierto delicado y de excelente sinfonismo, presentado el 15 de enero en concierto de abono.
De hecho, si exceptuamos el carácter excepcional del estreno operístico, el resto de las citas iba en el calendario de la temporada de abono de la OSIB.
El 12 de enero se reservaba para el regreso del violinista Francisco Fullana con el encargo de interpretar el Concierto de violín número 1 compuesto por Karol Szymanowski, figura central de la música clásica polaca y más teniendo en cuenta su implicación en la revisión del nacionalismo musical –con prácticas en exceso localistas- y por aquellos días en pleno debate en la Europa del Este. Corría el año 1916 cuando escribió el concierto desde el primer momento pensado para su compatriota Paul Kochanski. Debido a la Gran Guerra y sus consecuencias, el estreno se demoró hasta el año 1922, de manera que en cierto sentido se conmemoraba estos días su centenario.
Karol Szymanowki quedó encantado y escribió al solista: «El sonido es tan mágico. El violín sale en la parte superior todo el tiempo». De igual opinión es la musicóloga estadounidense Susan Key. Escribe que «el registro agudo del instrumento brilla por encima del conjunto en todo momento». Se trata de una obra que requiere grandes dosis de virtuosismo para ser ejecutada y quién mejor para ello que nuestro Francisco Fullana, quien, efectivamente, en todo momento jugó un papel sobresaliente. Prácticamente la mitad de su vida Francisco Fullana ha residido en los EEUU, primero en Nueva York y después en la Costa Oeste. Y allí estaba, sobre el escenario, mimetizándose con la extravagancia de aquellos lugares; americana eléctrica y con botones arcoíris. Pantalón negro y zapatos impecablemente deslumbrantes.
Quiso el programador que se juntasen dos valores jóvenes que comparten la procedencia exterior y exquisita formación en suelo americano: Perry So, el director (40 años), nacido en Hong Kong y formado en Yale University, y Francisco Fullana (34 años) nacido en Palma y crecido artísticamente en la Juilliard School. Era la pequeña intrahistoria de una velada agradecida.
El cuarto momento solemne en estos últimos sesenta días se produce con la presencia, el 21 de enero, del Marco Mezquida Trío para interpretar junto a la OSIB Rhapsody in Blue de George Gershwin, que la escribió en origen para piano solo y banda de jazz. En 1946, Ferdinand Rudolph von Grofe la adaptó para orquesta, pensando en la Paul Whileman Band de la que era su pianista y arreglista. Después, Gofe la adaptó en el año 1949 para orquesta sinfónica, que es la versión escuchada en el Trui Teatre de Palma.
Marco Mezquida, a raíz de la invitación a tocar en el Festival de Pollença y presentar su álbum Beethoven Collage, cabría decir que se ha convertido en cita obligada en los escenarios mallorquines, y además a lo grande, pues le hemos visto en el cartel del Jazz Voyeur Festival y ahora con la OSIB.
Estas cuatro noches memorables y otras muchas más los últimos nueve años no habrían tenido lugar, si el Govern presidido por José Ramón Bauzá no hubiese acudido a su rescate cuando la crisis de 2013 llegó a amenazar su continuidad. El Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma, que en aquel momento eran patronos de la orquesta, se desentendieron, dejando de aportar al presupuesto las cantidades que les correspondían. Queda dicho.
Es bastante probable que en el buen funcionamiento actual tenga que ver el papel del conseller de Cultura del Govern, el menorquín Miquel Company, así como la directora general de Cultura, la mallorquina Catalina Solivellas. También queda dicho.
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