Terrorismo yihadista

El pakistaní que quería «hacer la yihad» en Sevilla: «El único castigo a un blasfemo es la decapitación»

Yihadistas.
Yihadistas.
David García de Lomana

El yihadista al que la Audiencia Nacional ha condenado a cuatro años de prisión, pena que será conmutada por su expulsión del país, tenía como objetivo atentar en Sevilla y había comenzado a prepararse para tal fin. Tras mostrar una fuerte radicalización en redes sociales, en 2021 viajó a Pakistán para recibir entrenamiento militar y a su regreso a España trató de comprar armas para «pasar a la acción» y «hacer la yihad» en la capital andaluza.

De su autoadoctrinamiento con fines terroristas dejó un reguero de evidencias en redes sociales, que utilizó durante más de un año para difundir imágenes de lo que consideraba la «auténtica verdad». Su intención de cometer un atentado quedó patente en el teléfono que le fue intervenido, donde acumulaba gran cantidad de fotografías de armas y conversaciones en WhatsApp encaminadas a la compra de material con la que llevar a cabo un ataque terrorista.

Shafqat R.K., pakistaní residente de larga duración en España, fue detenido en Sevilla en 2021. La Fiscalía tenía claro que «se había autoadoctrinado en la idea de la yihad». Ese verano publicó en TikTok un vídeo de un atentado perpetrado por un policía pakistaní que asesinó a un hombre por sus comentarios contra el Islam en redes sociales. Los tribunales absolvieron a la víctima de blasfemia, pero el agente se tomó la justicia por su mano. El vídeo iba acompañado de un texto: «El único castigo para un blasfemo, decapitación». De fondo, un audio que alentaba a atentar contra Estados Unidos. Su radicalización se había consumado.

Sus mensajes alertaron a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que desde entonces siguieron su pista. Primero, de la mano de una agente encubierta que entabló conversaciones con el yihadista, quien le mostró su «alineación con las tesis» que justificaron el citado acto terrorista y su «disposición» a participar en acciones de este tipo a fin de llevar el Islam «al primer plano». «Podemos decapitar y decapitar por el honor del santo profeta. Los musulmanes deberían hacer la yihad porque el Corán también dice yihad. Es la diferencia entre nosotros y los incrédulos», le trasladó a la investigadora.

Y segundo, porque semanas después, entre agosto y octubre de 2021, viajó a Pakistán para recibir entrenamiento militar. Era el «paso esencial en su idea de autocapacitarse para la yihad violenta y pasar a la acción», según el escrito de acusación. A su vuelta a España «buscó adquirir armas que le permitiesen» atentar en nuestro país.

Fue detenido en diciembre de ese mismo año. En el registro de su vivienda se le intervino un móvil repleto de imágenes que reflejaban su entrenamiento militar en Pakistán, además de conversaciones en WhatsApp tanteando la compra de armamento.

La Audiencia Nacional le ha condenado por delitos de enaltecimiento terrorista y de autoadoctrinamiento y recepción de adiestramiento militar. El Ministerio Público pedía seis años y medio de cárcel, pero el yihadista reconoció los hechos en el juicio celebrado este miércoles y llegó a un acuerdo de conformidad con el fiscal, por lo que la petición inicial queda finalmente en cuatro años de cárcel y dos de libertad vigilada, penas que se sustituirán por su expulsión a Pakistán cuando concluya el correspondiente expediente administrativo y la prohibición de entrada en España durante los próximos diez años.

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