Violencia de género o violencia vicaria: estas son las diferencias y cómo detectarlo
Dos tipos de violencia que aunque se confunden a menudo, no son lo mismo
¿Qué tipo de agresiones pertenecen a la violencia de género?
La violencia contra las mujeres es una de las violaciones más graves de los derechos humanos en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o de otra persona a lo largo de su vida. Dentro de este fenómeno, existen diferentes formas y manifestaciones de violencia que tienen como denominador común la discriminación y el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres. A continuación vamos a explicar qué diferencia hay entre violencia de género y violencia vicaria, dos conceptos que a veces se confunden o se usan de forma indistinta, pero que tienen características y consecuencias distintas. También veremos qué se considera violencia vicaria y por qué se llama así, así como algunos signos para detectarla y prevenirla.
Diferencia entre violencia de género y violencia vicaria
Según la define el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, la violencia de género es «aquella que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad (parejas o ex-parejas). El objetivo del agresor es producir daño y conseguir el control sobre la mujer, por lo que se produce de manera continuada en el tiempo y sistemática en la forma, como parte de una misma estrategia».
La violencia de género tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas y estereotipos que legitiman y perpetúan la subordinación de las mujeres.
La violencia de género puede adoptar múltiples formas, como la violencia física, sexual, psicológica, económica, institucional o simbólica. Algunos ejemplos de violencia de género son la violencia doméstica o de pareja, la violencia sexual, el acoso sexual, el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina, el feminicidio, el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, la violencia obstétrica, la violencia mediática o la violencia política.
La violencia vicaria, por su parte, es un tipo específico de violencia de género que se caracteriza por el uso de terceras personas, generalmente los hijos e hijas, como instrumento para causar daño a la mujer. La violencia vicaria se produce cuando el agresor ejerce violencia física, sexual, psicológica o económica sobre los hijos e hijas de la mujer, o sobre otras personas cercanas a ella, con el fin de controlarla, manipularla, chantajearla, vengarse o hacerle sufrir. La violencia vicaria se suele dar en el contexto de una ruptura de pareja o de un proceso de divorcio, cuando el agresor no acepta la decisión de la mujer de poner fin a la relación o de iniciar una nueva vida.
La violencia vicaria es una forma de violencia indirecta, ya que el objetivo final no es la persona agredida, sino la mujer a través de ella. Sin embargo, esto no significa que la persona agredida no sea una víctima directa de la violencia, sino todo lo contrario. Los hijos e hijas que sufren violencia vicaria padecen graves consecuencias físicas, psicológicas y emocionales, que pueden afectar a su desarrollo, a su autoestima, a su salud mental, a su rendimiento escolar, a sus relaciones sociales y a su futuro. Además, la violencia vicaria rompe el vínculo afectivo entre la madre y los hijos e hijas, al generar sentimientos de culpa, miedo, confusión, rechazo o desprotección.
Qué se considera violencia vicaria
La violencia vicaria puede manifestarse de diversas formas, según el tipo de violencia que se ejerza y el grado de intensidad o frecuencia. Algunos ejemplos de violencia vicaria son los siguientes:
- Agredir físicamente a los hijos e hijas, causándoles lesiones, heridas, hematomas, fracturas, quemaduras o incluso la muerte.
- Abusar sexualmente de los hijos e hijas, obligándoles a realizar o presenciar actos sexuales no consentidos, o exponiéndoles a material pornográfico o a situaciones de riesgo.
- Maltratar psicológicamente a los hijos e hijas, insultándoles, humillándoles, amenazándoles, aislándoles, descalificándoles, ignorándoles, comparándoles, culpabilizándoles o induciéndoles al suicidio.
- Dañar económicamente a los hijos e hijas, negándoles la pensión alimenticia, los gastos escolares, la ropa, los juguetes, las actividades extraescolares o cualquier otro recurso necesario para su bienestar.
- Incumplir el régimen de visitas, impidiendo o dificultando el contacto entre la madre y los hijos e hijas, o alargando o acortando las estancias sin motivo justificado.
- Alienar a los hijos e hijas, manipulándoles para que rechacen o desprecien a la madre, o para que se posicionen a favor del agresor, mediante mentiras, chantajes, sobornos o falsas acusaciones.
- Utilizar a los hijos e hijas como espías, obligándoles a informar sobre la vida privada de la madre, sus relaciones, sus actividades, sus ingresos o sus gastos.
- Interrumpir o interferir en la atención médica, educativa o social de los hijos e hijas, negándose a llevarles al médico, al psicólogo, al colegio o a otros servicios, o cambiándoles de centro sin el consentimiento de la madre.
- Exponer a los hijos e hijas a situaciones de peligro, violencia o delincuencia, llevándoles a lugares inapropiados, dejándoles solos o sin supervisión, o implicándoles en actos ilícitos.
Por qué se llama violencia vicaria
El término violencia vicaria proviene del concepto de víctima vicaria, que se utiliza en el ámbito de la psicología y la criminología para referirse a aquella persona que sufre un daño o un perjuicio en sustitución o en representación de otra, que sería la víctima principal o directa. El adjetivo vicario, a su vez, deriva del latín vicarius, que significa «que hace las veces de otro» o «que sustituye a otro».
La violencia vicaria entonces se llama así porque como hemos explicado, es un tipo de violencia en el que el agresor utiliza a una tercera persona, normalmente los hijos e hijas, como sustituto o representante de la mujer, para hacerle daño a ella. De esta forma, el agresor busca causar un sufrimiento mayor a la mujer, al atacar lo que más quiere y lo que más le duele. La violencia vicaria es, por tanto, una forma de violencia instrumental, que se emplea como medio para conseguir un fin, que es el control, la venganza o el castigo de la mujer.
La violencia vicaria es un fenómeno que ha cobrado relevancia en los últimos años, debido al aumento de los casos de asesinatos de hijos e hijas por parte de sus padres, con el objetivo de hacer daño a sus madres. Estos crímenes, que se conocen como filicidios por violencia vicaria, son la expresión más extrema y dramática de esta forma de violencia. Sin embargo, la violencia vicaria no se limita a estos casos, sino que abarca muchas otras conductas que pueden pasar desapercibidas o minimizarse, pero que tienen un gran impacto en la vida y la salud de las mujeres y de los hijos e hijas que la sufren.
Por eso, es importante visibilizar, prevenir y combatir la violencia vicaria, reconociendo a los hijos e hijas como víctimas directas de la violencia de género, y protegiendo sus derechos y su bienestar. Asimismo, es necesario sensibilizar, educar y concienciar a la sociedad sobre la gravedad y la complejidad de este problema, y ofrecer apoyo, asesoramiento y recursos a las mujeres y a los hijos e hijas que lo padecen.
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