Verónica Alcanda: “El confinamiento ha cambiado nuestros objetivos sentimentales”
La COVID-19 cambió los asuntos del amor y, con ellos, el convencimiento del estado amoroso que uno arrastraba consigo. Sin duda, la pandemia es uno de los grandes cambios que han alterado el apareamiento humano en los últimos cuatro millones de años, y no lo digo yo por observación (que también) sino Justin Garcia, investigador del Instituto Kinsey para la investigación en Sexo, Género y Reproducción de la Universidad de Indiana. “El primero ocurrió hace entre 10.000 y 15.000 años cuando el desarrollo de la agricultura hizo a los humanos sedentarios y se estableció el matrimonio como un contrato cultural. El segundo ha llegado con Internet”.
Parafraseando al gran García Márquez, podríamos elaborar un tratado del “Amor en los tiempos de la COVID” con las solapas perfumadas con olor a almendras amargas de los amores contrariados. El asunto da para ello. Intrincó las relaciones a distancia y puso a prueba a aquellos que apenas estaban acostumbrados a pasar tiempo juntos, a los que se encontraban en una relación sumergida en una crisis y a los que vivían convencidos de ser solteros.
Para estos últimos, aquellos abundantes escarceos frugales en afectos se volvieron imposibles. Murió el sexo de una noche, la cultura del hook up, el “nada mejor que estar sólo y quedar de vez en cuando con alguien”. No había bares ni discotecas ni tertulias ni exposiciones ni cenas ni fiestas ni nada de nada salvo la casa de uno con sus paredes cuadros, fotografías y el inseparable móvil. Aquellos encuentros casuales funcionaban antes de la pandemia; no encerrados. Conocer a una persona para aventura o amor eterno se convirtió en un casi imposible. Ante ese panorama, la única opción fue recuperar reliquias de la agenda, piropear por RRSS o recurrir a aplicaciones para encontrar pareja.
Aplicaciones como OkCupid, Hinge o Tinder (que ya habían cambiado la vida sexual de gran parte de la sociedad) alcanzaron cifras récord (aumentando el número de usuarios y registrando hasta un 30% más de chats en nuestro país). El 29 de marzo, en pleno confinamiento, hubo más de 3.000 millones de swipes, sólo en Tinder.
Lo llamativo, más allá de este disparo lógico en el uso, es que hubo un cambio en la mentalidad de hombres y mujeres. Los solteros y divorciados acusaron la soledad y aumentaron los que buscaban relaciones largas y estables, frente a los que únicamente perseguían sexo para una noche.
Cuando el confinamiento terminó, mucha gente quiso encontrar esa persona con la que compartir una vida, a la que contarle asuntos propios, alegrías, penas, con la que reír, conversar. Y ahí tocaron a nuevas puertas como la del matchmaking sentimental a la carta. Empresas profesionales que seleccionan a sus clientes, hombres y mujeres de éxito en un plano empresarial y profesional, que quieren un compañero de vida y no perder ni un minuto en amagos sinsentido.
Verónica Alcanda, referente en nuestro país, fue pionera mucho antes de la pandemia. “En EEUU, la gran economía mundial, esta divergencia se afrontó hace muchos años aplicando métodos y herramientas personalizadas de carácter profesional al ámbito sentimental, para establecer procesos y protocolos asumibles para un perfil corporativo que exigía, aunque los objetivos fuesen ahora emocionales y no crematísticos, un comportamiento afín con el que ha sido hasta la fecha su mayor compromiso: su éxito profesional”.
Así nació el Matchmaking, la última moda entre los círculos más selectos de la élite empresarial y financiera de EEUU, como el mejor recurso para la búsqueda de la pareja ideal entre hombres y mujeres con un perfil corporativo muy elevado, donde se llega a pagar entre $100.000 y $250.000; y, en algunos casos, hasta $1.000.000. La moda se extendió primero por los países anglosajones, alcanzado su éxito en Europa cuando llegó al Reino Unido (con tarifas que rondan las 15.000£ y 100.000£), hasta aterrizar –hace más de ocho años– en España de la mano de Verónica Alcanda, alta ejecutiva especializada en RRHH con una vasta experiencia en empresas multinacionales en 4 continentes: “decidí que, de la misma forma que he ayudado a diversos empresarios y empresarias a encontrar los directivos que precisaban para el crecimiento de sus compañías, podría ayudarles también en un ámbito sentimental”, expone Verónica.
Alcanda reconoce que “después del confinamiento tuvo más demanda de clientes que nunca porque la gente cambió la manera de pensar”. Se habían dado cuenta de que las relaciones esporádicas no les llenaban.Ya saben, una nueva opción si buscan un amor serio.
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