Mª José Lallena: «El equilibrio entre innovación y tiempo de desarrollo es el reto de todo científico»
La ciencia nos ha llevado a poder combatir decenas de enfermedades en tiempo record. Hemos podido avanzar y mejorar nuestra calidad de vida, porque la ciencia, contribuye al desarrollo de la Humanidad, sin duda alguna, y como se señala desde la compañía Lilly en el descubrimiento de fármacos que proporcionan a los pacientes medicamentos innovadores que den respuesta a soluciones médicas no resueltas, mejorando la evolución de su enfermedad o incrementando la calidad de su vida. En esta entrevista analizamos estas cuestiones de la mano de Mª José Lallena, Directora del centro de I+D de la farmacéutica Lilly.
Pregunta.- Recientemente se ha conmemorado el Día Mundial de la Ciencia, una efeméride que se celebra en el marco del Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible. La Ciencia y la Sostenibilidad son dos conceptos claves para Lilly. ¿Cómo se aúnan estas dos materias y cómo la ciencia y sostenibilidad van de la mano en vuestra empresa?
Respuesta.- Para Lilly, tanto la ciencia, como la sostenibilidad, se anclan en el propósito de nuestra empresa: mejorar la vida de las personas en todo el mundo. La ciencia contribuye al desarrollo de la Humanidad, sin duda alguna, y en nuestro caso, el descubrimiento de fármacos es la base de nuestra actividad porque Lilly tiene como objetivo proporcionar a los pacientes medicamentos innovadores para dar respuesta a soluciones médicas no resueltas, mejorando la evolución de su enfermedad o incrementando la calidad de su vida.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, a la hora de desarrollar una actividad, las empresas deben obtener un equilibrio entre los buenos resultados económicos, su impacto social y también su impacto en el medioambiente. Lilly al tratarse de una empresa de Salud tiene un importante impacto en la sociedad, no sólo porque contribuye a la mejora de la salud de pacientes de todo el mundo, sino por cómo trata de mantener y mejorar el bienestar de sus empleados, incluyendo por ejemplo valores como la diversidad y la inclusión. Por la parte del medioambiente, medimos, analizamos y minimizamos el impacto en el planeta. En concreto en la parte de la investigación preclínica, área que yo dirijo en Lilly España, hemos adoptado el concepto de la “química verde” para que en nuestro proceso investigador elijamos siempre la opción más cuidadosa con el entorno.
Por ello, estos dos conceptos van de la mano, pues es tan importante lo que hacemos como la forma de hacerlo: con integridad, ética, cuidando a nuestras personas, generando un impacto social positivo e impactando lo menos posible en el medioambiente
P.- Con la pandemia se ha puesto de relieve la importancia de la ciencia como arma potente para combatir enfermedades. Pero detrás de cada investigación, en vuestro caso de medicamentos y soluciones que mejoran la vida de las personas, hay mucho trabajo y grandes equipos. ¿Cómo se trabaja en Lilly para conseguir dar ese impulso a los hallazgos científicos y convertirlos en medicinas disponibles para los pacientes y con qué equipo de científicos contáis en España?
R.- Nuestro grupo de científicos no trabaja solo, creemos que la colaboración tanto con instituciones académicas, como con los grupos clínicos es indispensable para la generación de terapias innovadoras que mejoren la vida del paciente. Nosotros desde Lilly trabajamos en tres pasos. En primer lugar, identificamos donde se encuentran las necesidades del paciente.
Seguidamente definimos las dianas responsables de la enfermedad. En tercer lugar, de manera global con los diferentes grupos disciplinares que hay dentro de nuestra compañía generamos una posible terapia que ayude a mejorar la vida del paciente. Nuestro grupo de Alcobendas, centrado en moléculas pequeñas, lo componen 110 científicos.De ellos, más del 60% son doctores y contamos con bioquímicos, farmacéuticos, químicos, así como con computacionales e ingenieros. Tenemos más de 35 años de experiencia trabajando en diferentes áreas de enfermedades con un principal foco en oncología y endocrinología. Yo diría que nuestra fortaleza es principalmente de trabajo en equipo. El descubrimiento de nuevos fármacos no es un trabajo sencillo y requiere de mucha resiliencia, paciencia y entusiasmo, tres atributos que definen a nuestro grupo de I+D en Alcobendas. Datos que reflejan esta complejidad: cada 10.000 moléculas que sintetizamos, tal vez 1 puede convertirse en una medicina; el tiempo de investigación pre-clínica dura aproximadamente entre 3-5 años, a lo que hay que sumarle el desarrollo clínico que se prolonga unos 10-15 años, dependiendo de la enfermedad. Es decir, hasta que vemos si nuestro trabajo ha tenido suficiente éxito como para tener impacto en el paciente han pasado de media 15 años.
P.-Investigar un fármaco supone mucho tiempo y una considerable inversión económica, ¿es así? ¿Cómo repercute en la compañía las investigaciones que se quedan por el camino?
R.- Efectivamente, como explicaba, la media de lo que un fármaco tarda en desarrollarse hasta ser una opción de tratamiento para el paciente es aproximadamente de 15 años. Por este motivo, debemos tener mucha paciencia para ver el fruto de nuestro trabajo. Pero, además, por desgracia, la mayoría de los candidatos no llegan a lograrlo. En los más de 35 años de historia de investigación en el Centro de I+D de Alcobendas, en Madrid, hemos trabajado en más de 50 proyectos y hasta la fecha, solo hemos visto un proyecto que haya finalizado con éxito. Es decir, 35 años invirtiendo en ciencia, con todos los costes que ello conlleva.
Según el informe internacional de la consultora Deloitte “Ten years on. Measuring the return from pharmaceutical innovation 2019”, el coste medio de desarrollar un medicamento ha pasado de los 816 millones de dólares en 2010 a los 1.918 millones de dólares en 2019. En investigación no sólo se aprende de los aciertos, los errores nos proporcionan mucha información relevante para futuras investigaciones. Por ello esa pérdida económica tan elevada la tenemos que dar por buena. Si no fuera así, nadie se dedicaría a la investigación y la ciencia no avanzaría. Por ello, es importante que la sociedad conozca el elevado coste de la innovación para que la valore en su conjunto.
P.- ¿Cuáles son los retos científicos que se contemplan en el sector farmacéutico en los próximos años?
R.- Para mí los retos más importantes que se nos plantean son la innovación y el tiempo de desarrollo. Descubrir cómo podemos seguir innovando sin que impacte en los tiempos de desarrollo de un medicamento. En otras palabras, descubrir la fórmula que nos permita reducir el tiempo de espera para que el paciente pueda ser tratado con esta innovación. Los avances tecnológicos y científicos nos han permitido identificar dianas en enfermedades que eran impensables en un pasado llegar a ser tratadas, lo que significa un gran logro para la sociedad, pero definitivamente esas dianas son mucho más complejas. Por ello, su investigación requiere más tiempo ya que el desarrollo de una molécula en estadios preclínicos que module su funcionamiento exige superar más dificultades. Encontrar el equilibrio entre la innovación y el tiempo de desarrollo es un reto para nosotros e imagino que para la mayoría de las empresas que se dedican a la salud y el bienestar del paciente.
P.- Algunos investigadores del Centro de I+D de Lilly en España, entre los que usted se encuentra, han sido distinguidos por la Sociedad Americana de Química como ‘Héroes de la Química’ por sus aportaciones en el descubrimiento de un fármaco para el cáncer de mama. ¿Qué supone para Lilly este reconocimiento? ¿Puede contarme un poco más acerca del descubrimiento de abemaciclib y la implicación de los científicos de Lilly en España?
La verdadera recompensa para las personas que trabajamos en Lilly llega cuando nuestra investigación consigue que los pacientes mejoren su calidad de vida. Dicho esto, hemos de reconocer que, si este trabajo además es reconocido por organizaciones con tanto prestigio como el que tiene la Sociedad Americana de Química, efectivamente supone un doble reconocimiento. Además, esta sociedad está premiando el impacto que tiene el medicamento en la sociedad, por lo que estamos muy orgullosos de haberlo recibido.
Nosotros empezamos con este proyecto en el año 2006, como todos los proyectos, nuestro grupo de investigación era global, pero en este caso el peso específico del proyecto se llevaba desde el Centro de Investigación de Alcobendas, en Madrid. Fueron tres años intensos de idas y venidas, dedicados a evolucionar una primera molécula, una entidad química que identificamos de nuestra colección de 40.000 cpds. Esta molécula bloqueaba el crecimiento descontrolado de las células, para convertirla en potencial fármaco. Hubo momentos en los que no encontrábamos la salida, pero con trabajo en equipo y con mucho convencimiento lo conseguimos. Tras más de un millar de moléculas diseñadas y sintetizadas, en 2009 entregamos nuestro fármaco al grupo de clínica para que lo desarrollara y se convirtiera en un medicamento.
P.- Como ustedes mismos señalan, en Lilly siempre han utilizado la ciencia más puntera para hacer que enfermedades que hoy en día son incurables se puedan tratar mañana. ¿Qué investigaciones tienen en curso en la actualidad y qué novedades pondrán a disposición de los pacientes próximamente?
R.- Actualmente, nuestro grupo del Centro de I+D de Alcobendas está centrado en 4 áreas de salud: Oncología Neurodegeneración, Endocrinología y Enfermedades Autoinmunes, aunque siempre centrados en moléculas pequeñas. Como parte de nuestras investigaciones, estamos evaluando e incorporando nuevas aplicaciones y diferentes modalidades, basadas en el gran progreso de la ciencia, lo que nos permitirá, por un lado, aproximar dianas/enfermedades que antes eran impensables, en segundo lugar, seguir mejorando la calidad de la vida del paciente a través de moléculas con mejor perfil de tolerabilidad y, por último, cumplir con nuestro objetivo de seguir personalizando la medicina, es decir, aplicar la terapia adecuada al paciente adecuado.
P.- En la sede de Lilly en Alcobendas (Madrid), trabajan más de 100 científicos. Ello da muestra del compromiso de la empresa por fomentar la ciencia y la investigación en España. ¿De qué otros modos impulsan la promoción de la ciencia en nuestro país? ¿Este es un compromiso que se refleja en todo el sector?
R.- En Lilly sabemos que la ciencia no puede avanzar sin el compromiso de todos los sectores implicados. Por ello valoramos mucho la puesta en marcha de colaboraciones con entidades científicas y académicas. Tenemos acuerdos de investigación con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y con diferentes universidades y centros de investigación como el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, The Scripps Research Institute, la Universidad de Strasbourg o la Universidad de Stanford, entre otras. Participamos en la iniciativa Cáncer Innova, desarrollada por la Fundación Kaertor y la Fundación de la Asociación Española contra el Cáncer, en colaboración con la Axencia Galega de Innovación y con la farmacéutica Jansen.
Con el objetivo de apoyar a los futuros profesionales, cada año, en colaboración con la Sociedad Española de Química Médica, organizamos los Premios de Investigación para alumnos de doctorado -acaban de cumplir su 20 aniversario- y también el Premio al Joven Investigador.
Participamos en la formación de futuros científicos y algunos de nuestros investigadores imparten clases en universidades o másteres. Este año hemos querido acercar la ciencia a los más jóvenes y por primera vez hemos participado en un programa de voluntariado en el que algunos empleados han realizado experimentos junto con niños de primaria en el marco del programa SCIENCE FOR ALL, de la mano de la Fundación United Way.
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