Vuelta a empezar
En España somos expertos en reescribir la historia. Lo mismo privamos a generaciones y generaciones de españoles del conocimiento de las atrocidades cometidas por la banda terrorista ETA con sus matanzas para derrocar la democracia que desenterramos la guerra civil con la pretensión de volver a enfrentar a los españoles y enterrando el pacto democrático del 78 con el que los españoles que más sufrieron durante la guerra y la postguerra apostaron por la concordia y superaron las viejas rencillas fratricidas.
Ahora, en el periodo más negro de la historia de España desde que vivimos en democracia, hay algunas gentes poderosas intentando escribir un relato alternativo a la verdad sobre cómo y por qué hemos llegado hasta aquí. Los escribas de la memoria oficial, la políticamente correcta que no tiene por que coincidir ni siquiera parecerse a la historia real, después de destruir la convivencia entre españoles quieren eludir su responsabilidad para superar esta situación de crisis institucional, económica y sanitaria que asola a nuestro país señalando un chivo expiatorio: Pablo Iglesias.
Que todo el mundo lo sepa: Pablo Iglesias fue quien obligó a Sánchez a presentar una moción de censura apoyándose en un párrafo fraudulento introducido con calzador por un juez amigo de Pedro Sánchez en una sentencia sobre corrupción.
Pablo Iglesias fue quien impidió que Pedro Sánchez cumpliera su compromiso de convocar elecciones de forma inmediata tras ganar una Moción de Censura que no cumplía el requisito constitucional de ser positiva sino que fue una coalición en negativo para llegar y apalancarse en el poder.
Fue Pablo Iglesias quien obligó a Sánchez a traspasar todas las líneas rojas y aliarse con los bildu etarras para que el PSOE presidiera el Gobierno de Navarra condicionado por los enemigos mortales de la democracia.
Fue Pablo Iglesias quien obligó a Sánchez a incumplir su compromiso electoral de endurecer el Código Penal para perseguir a los golpistas catalanes y evitar su impunidad tras un nuevo golpe contra la democracia.
Fue Pablo Iglesias quien forzó a Pedro Sánchez a pactar con él un Gobierno de coalición veinticuatro horas después de haberse comprometido con los españoles a no hacerlo jamás “porque no dormiría tranquilo”.
Fue Pablo Iglesias quien eligió a Lola la de Villarejo para que la Fiscalía General del Estado se convirtiera, como la Abogacía del Estado, en el defensor de oficio del Gobierno de Pedro Sánchez.
Fue Pablo Iglesias quien obligó a Pedro Sánchez a ocultar los pactos secretos alcanzados con Bildu (derogación de la Ley de relaciones laborales) o con el PNV (más privilegios económicos y fiscales para el País Vasco y Navarra) durante los debates celebrados en el Congreso de los Diputados para prorrogar el estado de alarma.
Fue Pablo Iglesias quien impidió que el Gobierno elaborara un Plan B al confinamiento para poder quedarse con el BOE y ejercer un poder ilimitado sin ningún tipo de control democrático.
Fue Pablo Iglesias quien obligó a Marlaska a cesar al Coronel Pérez de los Cobos cuando este no se plegó a las instrucciones gubernamentales que le exigían revelar datos sujetos a secreto de sumario y se negó a actuar fuera de la Ley.
Ha sido Pablo Iglesias, no Iván Redondo, quien ha diseñado la campaña de comunicación durante toda la pandemia y durante todo el confinamiento.
Es Pablo Iglesias quien da instrucciones a Pedro Simón para que distorsiones la realidad en todas y cada una de sus comparecencias, para que oculte a los muertos, para que mintiera sobre la necesidad de las mascarillas…
Es Pablo Iglesias quien decidió que no se constituyera ningún comité de expertos, aunque dijeran cada día que todas las decisiones se tomaban en base a las recomendaciones de los expertos.
Fue Pablo Iglesias quien ha obligado a Pedro Sánchez a tardar más de dos meses en declara luto oficial por las víctimas de la Covid19.
Es Pablo Iglesias quien le prohíbe a Pedro Sánchez reconocer a los más de cuarenta y cuatro mil muertos que se ha llevado hasta el momento la pandemia en España.
Es Pablo Iglesias quien le ha obligado a Sánchez a estar de vacaciones de palacete en palacete mientras España se coloca a la cabeza de los países que peor han gestionado la pandemia y en el país que suma más nuevos contagios cada día.
Es Pablo Iglesias quien obligó a Illa a retrasar más de mes y medio la reunión con las CCAA para establecer protocolos comunes tras la proliferación de nuevos brotes en toda España.
Es Pablo Iglesias quien no ha autorizado a la Ministra Celaá a convocar a las CCAA para iniciar el curso con criterios comunes, seguros y fiables y ha retrasado la cita hasta el 27 de agosto.
Es Pablo Iglesias quien obliga a Pedro Sánchez a mantener el Aeropuerto de Barajas abierto sin ningún tipo de control efectivo sobre los viajeros que llegan a España.
Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez es un hombre conciliador, moderado, pragmático… Un hombre que ha hecho siempre un discurso de concordia, que ha mantenido una magnífica relación con los partidos de la oposición, que se ha reunido incansablemente con todos ellos, particularmente con el principal partido de la oposición. Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez ha tratado de hacer pactos de Estado, ha querido pactar la posición de España antes de ir a Bruselas, ha querido pactar con las CCAA los criterios para la distribución de los fondos que nos lleguen de todos los europeos para enfrentar la crisis económica más dura de nuestra democracia… Pero todo el mundo debe saber que es Pablo Iglesias quien no ha permitido que Pedro Sánchez se comporte como ese hombre templado, sincero y nada sectario que ha demostrado ser.
Ha llegado el momento de reescribir la historia más reciente, desde el advenimiento del sanchismo al Gobierno de la aún Nación española. Iglesias no es el chivo expiatorio del establishment sino el malvado de la película, el único responsable de todo lo malo que ha ocurrido en España. Pedro Sánchez es un santo varón, un mandado al que hemos juzgado injustamente atribuyéndole un liderazgo que nunca tuvo. Claro que siempre habrá gente empeñada en señalar al Presidente a la hora de exigir responsabilidades; pero no creo que esos cuatro radicales le vayan a estropear la fiesta a la señora y a los señores que ya han decidido volver a los felices tiempos de la alternancia y salvar –porque él lo vale- al soldado Sánchez. Y hasta aquí paz…. y después gloria. Y vuelta a empezar.
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