Sánchez cómplice necesario de Torra
La certeza del pacto entre Sánchez y Torra se ha aclarado desde el momento en que el primero (me resisto a llamarle presidente de nada) ha contestado, por boca de ganso, al requerimiento que le hizo Pablo Casado: “¿Cómo va a cortar judicialmente las declaraciones de Torra sobre su intención de atacar a España?”. El Gobierno de Sánchez preparó dos respuestas. La primera que hasta que las palabras no se conviertan en hechos, en actos concretos de rebelión nada se puede hacer. La segunda no era una réplica, era sencillamente el silencio más desdeñoso.
La contestación inicial era -es- falsaria y torticera. Por ir a lo cercano: ¿Cuántos periodistas hemos sido sentados en un banquillo incluso penal por frases mucho menos graves que las perpetradas por ese atrabiliario Torra? Y además, como es el caso que me ocupa, con ninguna suerte judicial. El presidente del Tribunal prefirió, contra todas las luces de la razón a su colega Pedraz, el liberador de etarras.
Por tanto, el PP ya se malicia -como asegura un portavoz- que aquí hay gato encerrado, el pacto entre Sánchez y Torra que cada día resulta tan clamoroso como infame. Ahora Casado piensa que ante el panorama judicial que se les presenta este otoño a Torra y sus complotados, lo más útil es cortar por lo insano. Lo más probable es que el cabecilla, por delegación, de la facción rebelde, convoque directamente elecciones anticipadas en Cataluña. A Sánchez no le viene mal esta decisión, según le recomienda su advenedizo gurú Iván Redondo cuya última pifia consintió en la eliminación de la bandera de España en el mensaje de su jefe a los catalanes todos. Fue una actitud tan torpe como miserable, tanto que a toda prisa, y ya con el daño hecho, tuvieron que rectificarla.
Pero en fin ya estamos acostumbrados a estas jugarretas desde que ambos ocupan, contra todas las luces de la razón democrática, La Moncloa. Sánchez es el cómplice de Torra y por eso abandonó al Rey cuando Felipe VI fue objeto de una provocación sin precedentes presentado a la señora de Forn como una rehén práctica del opresor Estado Español. Sánchez se marchó a hurtadillas para no comprometer su acuerdo con Torra. El Rey, se tragó el marrón como un campeón que es, Huyó Sánchez por la puerta de atrás y dejó las declaraciones para un quinta fila de su partido: el pobre Simancas. Tampoco estuvo muy galante Rivera que abandonó el escenario apenas terminados los actos sólo acompañado de su amiga? Arrimadas y un par de militantes incógnitos del partido.
En resumen: el pacto sigue más claro que nunca. Otra cosa son los aspavientos de Torra ante su encendida parroquia y los terroristas de los CDR. Con ellos se comporta como lo que es: un bribón separatista. Torra juguetea con las elecciones anticipadas salvo, claro está, que a Sánchez le entre un ataque de coherencia, decencia y dignidad y llame a las urnas en toda España. Los caballeros auténticos cumplen con la palabra, otros llamados abusivamente así, son como los cochos; vienen de raza.
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