Rubiales monta un lío donde no lo había

Rubiales monta un lío donde no lo había
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Luis Rubiales ha montado un lío donde no había tal. Llevado más por la emoción que por la razón, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol decidió destituir a Julen Lopetegui a 48 horas del debut de España en el Mundial de Rusia por algo que otros muchos seleccionadores han hecho antes de disputar una gran cita con sus países: ligar su futuro al de un equipo. Lo hizo Kubala en los 80 con el Barça, Luis antes de la Euro de 2008 con el Fenerbahce, Van Gaal con el United en vísperas del Mundial 2014 o Conte con el Chelsea en la Euro de 2016.

Nadie discute las buenas intenciones de Luis Rubiales, que ha llegado a la Real Federación Española de Fútbol con el ímpetu de arreglarlo todo y cuanto antes. Su llegada a la presidencia de la RFEF, además de un camino de trabas, ha sido un ejemplo de profesionalidad, honradez y constancia. Un soplo de aire fresco. El fútbol español necesitaba un Rubiales, pero también necesitaba un presidente que supiera ejercer de bombero antes que de pirómano.

La gestión de la crisis provocada por el fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid es un ejemplo de cómo un dirigente nunca debe de anteponer el corazón a la cabeza. No había motivos para destituir a un seleccionador que contaba con el respaldo unánime de la plantilla, de la prensa e incluso había logrado la cuadratura del círculo: generar un consenso en (casi) toda la afición española. Había un sentir muy extendido en los 40 millones de seleccionadores de que Julen había dado con la tecla.

Por eso se entiende todavía menos el calentón de Rubiales. Si la Federación, tal como admitió en su primer comunicado público del martes, estaba al tanto de las negociaciones con el Real Madrid, ¿por qué esa decisión tan jacobina de decapitar a Lopetegui? ¿No habría sido mejor escuchar al vestuario y seguir con el seleccionador que nos había llevado hasta Rusia? ¿No va a generar más ruido el cambio de seleccionador de aquí hasta el final del Mundial? Aunque lo ganemos, que lo podemos ganar.

Rubiales es un tipo honrado que conoce el fútbol. Y Lopetegui también. Ambos formaban un buen equipo, que el presidente de la Federación ha decidido romper en vísperas del debut de España en el Mundial de Rusia. Se equivoca, aunque sea de buena fe, el presidente de la RFEF porque nunca es bueno cambiar de caballo en mitad del río. Y menos si es un caballo ganador.

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