Rivera, del centroderecha al centro
El pasado 10 de febrero Albert Rivera se presentó en la manifestación de la Plaza de Colón rodeado de banderas españolas y junto a los líderes del PP y de Vox, aspirando a convertirse en el partido más votado del centro derecha español. Así, la noche del 28 de abril, una vez conocidos los resultados de las Elecciones Generales, el de C’s llegó incluso a autoproclamarse “líder de la oposición”, entendiendo que su progresión ascendente y la debacle de los de Pablo Casado les situaba en posición de arrebatarles este puesto en las autonómicas y municipales que se celebrarían apenas un mes después. Pero no ha sido así, el 26 de mayo Cs mejoró algo los resultados que había obtenido en 2015, pero el PP no se hundió y quedó muy por delante de ellos. En el total de España los naranjas siguen siendo la tercera fuerza, con apenas el 8% de los votos, la cuarta parte que el PSOE, que ha sido el 1º y la tercera parte que el PP, que ha sido 2º.
Pero a pesar de que los resultados no se acercaron a las aspiraciones de los de Rivera, el sistema electoral español ha permitido que, mediante pactos postelectorales, C’s, que no gobernaba hasta ahora en ninguna capital ni gran ciudad española, haya conseguido hacerse con las alcaldías de varias poblaciones importantes en las que apenas había logrado el 15% de los votos, pero donde sus escasos 3 ó 4 concejales eran la llave para hacerse con el poder municipal. Así los naranjas han pactado con el PSOE compartir las alcaldías de Ciudad Real, Albacete y Alcobendas, al igual que con el PP compartirá las de Granada y Badajoz, habiendo logrado también que los populares les cedan la de Palencia, mientras que en coalición gobernarán otras 11 capitales, incluida Madrid.
Mención especial merece lo ocurrido en Melilla donde Cs sólo contaba con 1 de los 25 escaños de esa corporación, que junto a los 10 del PP, que había sido el partido más votado, y los 2 de VOX, habrían resultado suficientes para conformar una mayoría absoluta de centro derecha liderada por los populares. No obstante, el candidato naranja negoció con el PSOE y con los musulmanes de CpM, partido que siempre encuentra matices a la españolidad de Melilla, para resultar él investido presidente de la ciudad autónoma. Pero para bochorno lo de Barcelona, allí 3 de los candidatos de Albert Rivera han votado a favor de la investidura de la podemita Ada Colau y puestos en pie, la han aplaudido. Esto ha provocado la ruptura de la coalición entre la plataforma liderada por Manuel Valls y Ciudadanos, ruptura que llega tarde, cuando ya Colau ha logrado la vara de mando. De haber sido sinceros habrían roto en el momento en que anunciaron su voto para que nos creyéramos que intentaban impedirlo.
Ciudadanos quiso hacer creer a los votantes menos informados que dejaba de ser el partido bisagra que lo mismo puede pactar a izquierda que a derecha, un partido de intereses más que de principios y que había evolucionado de su ideal progresista y socialdemócrata inicial, a un liberalismo de centro derecha. Pero sólo pretendían arrebatar votantes a un PP al que veían ya derrotado. Una vez pasadas todas las citas electorales ya no les importa que se note que se trató de un engaño. Llegado el momento de hacerse con el poder ya no hay que disimular que Rivera jamás podrá liderar el centro derecha porque para conseguir el poder es capaz de pactar con cualquiera. Sólo simula tener escrúpulos para negociar con Vox, pero bien que acepta sus votos cuando los necesitan.
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