La República de Nunca Jamás
Cataluña bien podría ser esa lejana y exótica isla donde los independentistas son como niños que no crecen y, como dice la Wikipedia, “viven sin ninguna regla ni responsabilidad, pasando así la mayor parte del tiempo divirtiéndose y viviendo aventuras”. Mientras en nuestro país, que es España, nos enfrentamos a una crisis importante en nuestra frontera africana, en Cataluña continuamos jugando a que vamos a tener un gobierno que nos llevará a algo parecido a la República de Nunca Jamás. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, reconoció ayer que el Ejecutivo se enteró de la llegada masiva de inmigrantes a Ceuta “esta mañana”, cuando el follón se inició en la madrugada de este lunes.
¿Cuándo van a ponerse a trabajar de verdad? Nadie se atreve a admitir que la independencia es imposible y que lo sabía hasta Mas-Colell. De momento no hay motivos para ser optimistas. Tenemos una legislatura por delante donde se darán golpes en el pecho y alardearán de quién es el más independentista. Cuando no sea Junts será la CUP. Todo sin esperanza porque, si leen las 46 páginas del acuerdo de investidura, verán que ya no piden la DUI, ni la independencia, ni la República catalana. No se habla en ningún momento de unilateralidad. Eso sí, ya tienen en mente un nuevo chiringuito para que ERC, JxCat, la CUP, ANC y Òmnium saquen más cuartos: un nuevo espacio «por el debate de la estrategia independentista más allá del marco de la gobernabilidad» con el objetivo de «generar consensos entre los principales actores independentistas y definir los pasos compartidos en todos los ámbitos de actuación relevantes para culminar el camino hacia la República». Bla, bla, bla…
En una entrevista en RTVE, el líder del PSC, Salvador Illa, ha declarado que el choque al que instan ERC y JxCat «es más retórica que nada. Todo el mundo sabe que este camino no lleva a ninguna parte y me cuesta creer que personas inteligentes y formadas quieran repetir un camino que ya ha fracasado». A buenas horas, mangas verdes. Ha quedado el PSC más que retratado durante estos ignominiosos años del procés. ¡Montilla como abanderado de los sentimientos de un pueblo! Este nacionalismo vergonzante pero real de los socialistas catalanes. En una entrevista en el canal de Youtube de Xavier Rius, Anna Balletbò, la dirigente histórica del PSC, la que estaba embarazadísima cuando el golpe de Tejero en el Congreso, manifiesta ahora que «el proceso ha sido un acto de supremacismo”. ¡Anda! ¿Cuándo les oímos calificar al nacionalismo de “supremacista”? Eso lo decíamos nosotros y nos llamaban de todo. Pero Balletbó, socialista al fin, lo diluye con frases como esta: “cada vez que Cataluña planta cara con el corazón y sin la cabeza acabamos pagando el pato». Y que “mientras haya presos en la cárcel, … esto no se acaba”. ¿Cómo lo acabaría pues un socialista? ¿Haciendo que los delitos si los cometen los suyos, los del “corazón”, merezcan menos castigo? Ninguna sorpresa.
Mientras tanto se siguen conociendo anécdotas portentosamente ridículas. Los mossos Carlos de Pedro y Xabier Goicoechea, que escoltaron a Puigdemont en su huida en un larguísimo periplo en coche, se enfrentan a una pena de tres años de prisión por encubrimiento. ¡Qué grandeza, qué épica! Qué ganas de estropearla contándole al juez que su actuación se limitó a labores domésticas: “comprar, limpiar, ordenar cosas, montar muebles que había que montar y poca cosa más”.
Los no adultos de “Nunca Jamás” se hacían llamar a sí mismos los “Niños Perdidos”. Qué bien nos encaja esto a los catalanes después de la devastación del procés.
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