Pedro el Maquiavélico
El ansia de poder del Doctor ‘Cum Fraude’ no conoce límite. Desde finales de julio ya era sabido que España estaba condenada de nuevo al bloqueo. Fundamentalmente, porque a Sánchez ni se le pasaba por la cabeza pactar con Podemos investidura alguna en septiembre cuando los morados iban a ponerse del lado del separatismo en octubre y cargar contra el Supremo por su condena a los golpistas. Sin embargo, lo que empieza a ser más que preocupante es que dentro de esa estrategia electoral haya un presidente del Gobierno en funciones dispuesto a anteponer intereses partidistas a la convivencia y la seguridad en Cataluña y la integridad territorial del país.
“La firmeza, moderación y proporcionalidad” que promete Sánchez mientras los disturbios separatistas hacen estragos a la ciudadanía y a la economía son la manera marketiniana de camuflar su inacción momentánea para no intervenir competencias y ganar así tiempo a costa del sufrimiento ajeno. Una parálisis circunstancial, porque todo apunta —y he aquí lo grave del atrevimiento del personaje— a que Pietro Il bello irá endureciendo su respuesta al secesionismo a medida que se acerque el 10 de noviembre.
Los banderas negras ya lo han avisado: “Hem començat un camí de no retorn”. No van a parar de sembrar el odio en las calles de Cataluña y atacar infraestructuras críticas por mucho que el indigno Marlaska asegure que maneja información por la cual “los hechos vandálicos van a disminuir”. Para sostener esta apreciación, que tiene más de cábala que de certeza, el titular de Interior apela al efecto disuasorio de “la actuación coordinada, la cooperación del conjunto de las Fuerzas y Cuerpos de Policía con un resultado que estamos viendo importante”, recalca el ministro.
Y lo dice sin ruborizarse cuando ha quedado de manifiesto que la actuación de los Mossos d’Esquadra no ha sido las más eficiente. El lunes no montaron ningún perímetro alrededor de El Prat y permitieron que los energúmenos se colaran en las instalaciones del aeropuerto provocando el caos y la cancelación de más de un centenar de vuelos. Y durante toda la semana, la policía autonómica que todavía dirige el Gobierno de Torra no ha llegado a tiempo para evitar numerosos cortes de carreteras y vías ferroviarias, incluida la alta velocidad.
Cada minuto que pase sin que Pedro el Maquiavélico decida controlar la seguridad de la Generalitat, ya sea vía Ley 36/2015 o aplicación del 155, será una inyección de aire al conflicto. Y cada minuto que prolongue este impasse, no rompiendo puentes con posibles socios de investidura hasta que los sondeos lo ordenen o la sangre llegue al río y buscando aproximarse al 10-N con fines puramente electoralistas, será motivo extra para que lo pague en las urnas. No todo vale. El fin no justifica los medios cuando están comprometidas vidas humanas y la unidad de España. “El que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra” (Niccolò Machiavelli).
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