Un oso en Villa Tinaja
Dicen algunos vecinos de la zona de Riomonte en Galapagar que un oso ha llegado a estas faldas de la sierra madrileña y que lo han visto cerca del río Guadarrama, merodeando la parcela de 2.000 metros cuadrados de unos diputados muy pudientes, que ahora viven como las familias de ese abolengo contra el que antes se indignaban. Pero, ¿cómo puede ser eso? Si los osos dejaron de existir en Madrid hace 400 años por mucho que un plantígrado y su madroño formen parte del escudo de la capital. Los lugareños lo explican así: lo que corre de boca en boca es, en realidad, una alegoría y el oso tiene nombre y apellidos: Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
Cuentan estos pobladores de la vereda que los Iglesias-Montero ya han sido presa del abrazo de este oso, que no es de afecto sino de asfixia. Y es que los líderes podemitas han caído en la trampa que más temían, la peor de sus pesadillas, ser abducidos por el sanchismo y acercarse al precipicio, al de pelear por emular siquiera el techo de la izquierda radical en este país: los 23 diputados de Carrillo en el 79 o los 21 de Anguita en 1996.
Si la legislatura fallida de hace unos años fue la de El Abrazo, por el retrato de Genovés que apadrinó el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, la presente puede llamarse la del Abrazo del Oso, el de Sánchez a Iglesias, el que dé la puntilla a un Podemos cuyo principio del fin se escribió con la revelación del casoplón de 600.000 euros de los jefes morados, exclusiva de OKDIARIO. El Obama de Pozuelo quiere culminar su obra, su oda a la resiliencia, del riesgo de pasokización a devolver a Podemos al reducto del comunismo en España.
Con tal propósito, asesorado por sus rasputines, ha sabido acorralar al macho alfa trazando lo que llaman un escenario win-win para los socialistas. Si Pablenin termina cediendo y bien los suyos se quedan fuera o entran en el Gobierno de manera testimonial, habrán fracasado en su contrato con quienes les votaron el 28-A. La palabra de Iglesias, sin crédito alguno. Y los anticapitalistas, contrarios a cualquier cesión ante “políticas socioliberales”, amenazando con zafarrancho para refundar el proyecto y abrir el melón del nuevo liderazgo.
Mientras que, por el contrario, si finalmente se rompe la baraja y hay elecciones en el mes de noviembre, la mayor culpa del fiasco caerá sobre los Kirchner de Galapagar por sus ansias de poder, una avaricia desmedida pese a peder 1,4 millones de papeletas el pasado abril. Además, todo apunta a que esta irresponsabilidad la pagarán muy cara de abrirse otra vez las urnas, con una fuga masiva de votos hacia el PSOE, según los últimos sondeos que maneja Ferraz. Lo dicho: el casoplón y el oso, como epitafio político.
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