La misión de los indecentes
El cambio de alianzas en política – que solo busca defenestrar al Jefe del Estado – es la última moda radical. Desleales, zafios y demás especies, que confunden bajezas con dignidades, se obstinan en no respetar los tres primeros artículos de la Constitución y, menos aún, honrar la historia de España y sus reyes. La permuta de sortijas se ha convertido en la única misión de los indecentes que creen ser, sin saber ni jota de cómo va el baile, los amos del mambo. Semejantes bandas de desaprensivos pretenden cargarse la monarquía. Les urge. Según sus muy ineptos y muy tramposos líderes, ahora toca bailar al desafinado son del socialcomunismo, que suena a gato “pisaó”.
Grosso modo, los artículos aludidos dicen: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La forma política del Estado es la monarquía parlamentaria”. Pero tales zotes no han leído, o no han asimilado, los conceptos vertidos. De lo contrario evitarían menospreciar a quien se asienta en el trono de la Nación, Felipe VI, con plena legitimidad. Aunque tratándose de torpes, de la talla intelectual de Iglesias, Junqueras, Puigdemont, Sánchez y Torra – por riguroso orden alfabético – todo es posible. No obstante, el rey, sin inmutarse, escucha, con la educación de la que hace gala, a cuantos infradotados le mienten y desean verle sin corona y camino del exilio.
El águila, símbolo de reyes y animal fuerte, inteligente y poderoso, no caza moscas. Felipe VI se limita a recibirlas, y a espantarlas, regalándoles una sonrisa por respuesta a sus traiciones. Conviene recalcar, a las tan diversas tribus de bicharracos pertenecientes a los dípteros, que “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y que el castellano es la lengua española oficial del Estado”. Estos insectos no comprenden en qué consiste realmente la monarquía, ni el altísimo vuelo del águila, pues cada mosca tiene su sombra, como dice el refrán, y la sombra les impide ver los asuntos cruciales con claridad. Están demasiado ocupados en chupar sangre.
Seamos optimistas. Los cerebros vulgares nunca se apropiaran del trono de España, por mucho que se empeñen y lo intenten, les atrae más la rica mierda. Aparte de que antes se mataran entre ellos y que, en diciembre, la mosca muere. El castellano está lleno de dichos que alegran la Navidad.
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