Con la miel en los labios

Con la miel en los labios
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No se puede quejar quien recibe como antídoto la medica que él mismo suministra. El Girona se plantó en Palma con el ideario de su anfitrión, cinco defensas y un solo punta, al margen de una pequeña variante en el centro del campo donde colocó a dos pivotes en lugar de uno, un 5-4-1 en contraposición al 5-1-3-1 bermellón. Ello le permitió ahogar los ya de por si escasos recursos ofensivos de los del mejicano, casi exclusivamente centrados en aperturas a la banda para colgar balones en busca de la cabeza salvadora de Muriqi o ciertas escaramuzas de Kang-in Lee.

Más que un de tú a tú, era un de igual a igual. Si vamos a jugar a eso, pues adelante. El balance en la primera parte no invitaba al optimismo. El primer tiro sobre la portería de Juan Carlos llegó muy sobrepasada la media hora cuando, a la contra, el mismo atacante forastero, Riquelme, ya había rematado cinco veces cerca de los postes resguardados por Rajkovic, ante la complacencia de un Maffeo de vocación ofensiva totalmente desbordado. Cuestión de puntería.

Es más fácil destruir que construir, desactivar que activar. Los de Javier Aguirre han aprendido a desarmar al rival, si bien con la laguna de Copete, ahora se comprende mejor el fichaje de otro central, y a costa de incurrir en excesivas faltas. Si el equipo que en hipótesis tiene que atacar, el de casa, comete el doble de infracciones que el que defiende, pequeños lapsus arbitrales en cada bando, refleja su incapacidad para abrir espacios ajenos por mucho que domine el cierre de los propios.

Perder dos puntos convencido de que ya tenías los tres en el zurrón, duele; sin embargo podrá debatirse lo meritorio de sumar uno pero el reparto dicta una sentencia equitativa entre dos contendientes de la misma liga, la de abajo por ahora.

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