Leire hacía campaña por el PSOE mientras movía los hilos de la mafia sanchista

La fontanera al servicio del aparato socialista y del electricista Santos Cerdán, consumado experto en cortocircuitar el sistema por el que fluye el Estado de Derecho, no era una simple militante. Leire Díez era mucho más que eso. Era la jefa de las brigadas de las cañerías del PSOE y el partido la recompensó con puestos de alta responsabilidad en empresas públicas. Se da la circunstancia de que mientras conspiraba contra las más altas instituciones del Estado y buscaba aniquilar a los responsables de la Guardia Civil encargados de la lucha contra la corrupción, además de contra jueces y fiscales, Leire hacía campaña bajo las siglas del PSOE. O sea, que pedía abiertamente el voto en campaña ocupando un lugar preeminente en los mítines. Lo de la fontanera de Ferraz es la expresión más vigorosa de lo que comúnmente entendemos como mafia.
Lo que atenta contra el sentido común es que el PSOE pretenda desligarse de los métodos camorristas de Leire, cuando parece obvio que depositó en ella su plena confianza para atentar contra el Estado de Derecho, porque su mandato era el de quebrar la confianza en las instituciones sembrando insidias sobre personas clave con el fin de deslegitimar a quienes investigan los pestilentes casos de corrupción que rodean a la familia del presidente y el PSOE. Sería en todo caso de una candidez superlativa apuntar a Leire Díez y no ir más allá. El proverbio chino dice que cuando el sabio señala con el dedo a la luna el necio se queda mirando el dedo. Leire es el dedo y la luna y Pedro Sánchez por supuesto que estaba al tanto de la pútrida estrategia de Ferraz. Y quien comandaba la brigada de la infamia era una reputada socialista, no una mera militante de base.