Opinión

La inflación crece de nuevo

La inflación en octubre se sitúa en el 1,8% interanual, acelerándose 3 décimas, según el indicador adelantado del IPC de octubre. La subyacente también se sitúa en el 2,5% interanual, acelerándose una décima, todavía con resistencia a la baja, y el IPC armonizado con la UE en el 1,8% interanual, que es el homogéneo con el resto de la UE y sobre el que se basa el BCE como indicador de precios. Mensualmente, el IPC crece un 0,6% y la subyacente un 0,4%.

Lo grave es que estos ritmos de crecimiento de inflación, aunque desacelere su incremento, se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos.

Recordemos que muchos productos han visto aumentar su precio de manera exponencial: así, sobre niveles ya muy elevados, en septiembre (último disponible con este nivel de desagregación) el precio de los alimentos aumentó un 3,1%  interanual; la carne de cerdo, un 2,7%; los aceites, un 28,8%, en una subida exponencial durante muchos meses; los productos lácteos, un 0,5%, sobre subidas ya importantes de meses previos; las patatas, un 4,7%, con aceleración interanual; el pescado, un 2,3%; el azúcar, un 3,6%. Todo ello, sobre subidas acumuladas ya muy importantes en los últimos meses.

Todo ello, hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 19,24%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 17,59%.

Esta contención de la inflación llega muy tarde y ha durado poco, pues vuelve a acelerarse, al haberse producido durante tantos meses una merma en la renta disponible a los agentes económicos, que se empobrecen, especialmente las familias, afrontando, con los ahorros generados durante la pandemia ya gastados, un horizonte muy difícil, en el que la mitad de los españoles tiene dificultades para llegar a fin de mes, mientras el Gobierno los sigue endeudando y asfixiando con impuestos.

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión, que se encuentra por debajo de los niveles anteriores a la pandemia), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista para finales de año.

Por otra parte, la moderación de la inflación -que este mes, además, repunta- no se debe al Gobierno, ni al actual ni a ninguno, porque la inflación es un fenómeno monetario y, por tanto, depende de la cantidad de dinero que haya en el sistema. Lo que sí que puede hacer un gobierno, como el de Sánchez, es dificultar la transmisión de la política monetaria incrementando el gasto público, que ha hecho que sea necesaria una mayor intensidad y duración de dicha contracción monetaria, pero no baja gracias al Gobierno, sino que baja a pesar del Gobierno, que con su política de gasto público desmedido introduce elementos que pueden retrasar la adecuada transmisión de la política monetaria, como digo, enquistando el problema y provocando mayores esfuerzos por parte del banco emisor para poder controlarla. Si del Gobierno dependiera el banco central, probablemente tendríamos la moneda devaluada varias veces y la inflación creciendo de manera intensa, porque habrían provocado una expansión monetaria imprimiendo dinero. Afortunadamente, no está en sus manos.

Los efectos de política monetaria tienen un retardo externo de entre doce y dieciocho meses y es lo que estamos viendo ahora. El agregado monetario amplio -M3-, que recoge efectivo, depósitos hasta dos años, bonos del sector privado no bancario y depósitos en moneda extranjera, aunque ha repuntado ligeramente desde hace unos meses, ha caído intensamente en los últimos tres años, cuando crecía a una tasa interanual superior al 10%, para estar ahora por debajo del 5% después de haber decrecido hasta más de un 10% en 2023.

Por eso, el BCE debe ser prudente y no equivocarse en el ritmo de bajada de tipos, máxime cuando sigue habiendo excesiva liquidez en el mercado. Podría producirse, de cometer un error, un nuevo rebrote inflacionista que podría ser peor que el anterior. Por eso, debe pensar muy bien si lo adecuado es la política acelerada de bajada de tipos que está llevando, con la última rebaja de veinticinco puntos básicos el jueves pasado. Confiemos en que no se equivoque, pero no sería de extrañar que se pudiese dar un rebrote inflacionista por una rapidez poco aconsejable en relajar la política monetaria.