Pablo Casado, más leña al fuego
Guillermo del Valle, portavoz adjunto de Plataforma Ahora, a través de un tweet, definió muy bien al recién elegido presidente del Partido Popular, Pablo Casado: “Neoliberal en lo económico, partidario de un Estado mínimo y menguante. En lo moral, conservador e intervencionista. En lo territorial, mucha bandera, pero defensa cerrada de los privilegios forales, las asimetrías y la desigualdad. Resumen: más leña al fuego”.
Creo que es una definición objetivamente perfecta, si a los hechos y a las políticas concretas defendidas por el joven dirigente popular nos remitimos. De hecho, algunos o quizás bastantes están encantados con que el nuevo presidente del todavía principal partido político del centro derecha español represente todo eso. Por otro lado, está bien que los que aspiran a gobernarnos sean claros en cuanto a lo que son y lo que pretenden, para que nadie se lleve a engaño. Siempre será mejor eso que el disimulo, el donde dije digo, digo Diego o la ausencia de definición ideológica, lo cual, por otro lado, se lleva bastante.
Es posible que en el PP haya casi de todo e incluso socialdemócratas (hay osados que dicen incluso que solo hay socialdemócratas, de hecho). Pablo Casado, jefe de todos ellos, aboga por el neoliberalismo económico y que el Estado desaparezca de nuestras vidas, de modo que cada uno de los ciudadanos tengamos que sacarnos las castañas del fuego frente al capitalismo descontrolado, los mercados y los poderes tecnocráticos que nos gobiernan. La mano invisible haría el resto… y quienes se vean perjudicados o empujados a la pobreza, los sueldos precarios, el paro o la mendicidad… será porque no se han esforzado lo suficiente, y su situación será considerada inevitable. Es el sueño americano de toda la vida: esa mentira del querer es poder, como si todos los ciudadanos naciéramos con las mismas opciones y en las mismas circunstancias y no fuera indispensable (ni deseable) la redistribución de la riqueza y de las oportunidades. Por lo demás, aboga por bajar impuestos hasta hacerlos casi desaparecer, supongo que porque no habría políticas sociales que sostener.
En lo moral, conservador e intervencionista. Ya ha anunciado, a sus 37 años, que pretende volver a una ley del aborto del 85 para sustituir la actual ley de plazos por una de supuestos. Y la reivindicación del llamado derecho a la vida, recogiendo el discurso de la Iglesia Católica más reaccionaria.
Obviamente, no logrará tal objetivo, pero solo escucharlo, asusta. Este propósito y algunos otros restarán las opciones electorales de VOX, partido político cuyos miembros se enfadan cuando los defino como extrema derecha. Que sean simpáticos no quiere decir que no lo sean: fueron ellos quienes fueron a aplaudir a Le Pen.
Con ese objetivo y también para recuperar los votos recogidos por Ciudadanos, ha venido a plantear la posibilidad de ilegalizar a los partidos independentistas, aunque sabe que no es más que otra mentirijilla. Que lo diga el representante de un partido que ha gobernado no solo con sino para ellos es ciertamente poco creíble, pero es que, además, más les valdría ganarles la batalla política a los nacionalistas y desmontar sus mentiras, en lugar de confraternizar con ellos, que es lo que han hecho durante décadas.
Quizás siga siendo un ingenuo, pero yo sí creo que esta es una de las cuestiones pendientes en España: recuperar el discurso de la unidad y explicar que defender la unidad cívica de España es profundamente progresista. Si lo hicieran y fueran coherentes, se suprimirían los privilegios forales, las asimetrías y las desigualdades que afectan tanto a los ciudadanos como a las diferentes comunidades autónomas; pero prefieren enarbolar la bandera y seguir sin mover un dedo de lo que debe moverse, inclusive la Constitución Española, para que, por ejemplo, determinadas competencias vuelvan al Estado.
La victoria de Pablo Casado va a dar al PP la posibilidad de recomponerse, dañará futuras opciones electorales de VOX y pondrá en problemas a Ciudadanos, que últimamente ha recogido mucho voto de ese espacio ideológico. En democracia debe haber de todo, y también un partido político de las características que pretende Pablo Casado. Yo espero que muchas de sus ideas no se pongan nunca en marcha. Y que los que proponemos una alternativa progresista de izquierdas al más de lo mismo o peor aún, nos pongamos de acuerdo y unamos fuerzas.
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