Opinión

¿Dónde están los socialistas del “¡no a la guerra!”?

Fascinado estoy viendo el cristo que se ha montado en el Gobierno de España a cuenta de la todavía no guerra de Ucrania. Una guerra que no creo que llegue a declararse nunca, al menos, en los términos que todos conocemos como guerra. Conviene no olvidar que desde 2014 Ucrania se halla inmersa en una suerte de conflicto armado que no es técnicamente una contienda, básicamente, porque Rusia no participa directamente. Lo que hace el maquiavélico a la par que satánico Vladimir Putin es armar hasta los dientes a los habitantes del Donbás, la zona este de Ucrania en la que una parte sustancial de la población es prorrusa.

El pollo va subiendo enteros a medida que pasan los días. El Ejecutivo que preside Pedro Sánchez ha enviado ya tres barcos al mar Negro, la fragata Blas de Lezo, el cazaminas Sella y el patrullero Meteoro, y cuatro cazas Eurofighter a bases de la OTAN en un antiguo miembro del Pacto de Varsovia: Bulgaria. Además, tenemos ya una decena larga de carros de combate en Letonia a la espera de cualquier contingencia. Sin olvidar los misiles-antimisiles Patriot desplegados en territorio del aliado que comparte el mar Negro con Rusia: la gigantesca Turquía.

Ayer mismo, la nueva Falconetti del Ejecutivo, una Ione Belarra a la que no le gustan los vuelos regulares, volvió a poner el grito en el cielo por el paso adelante dado por Pedro Sánchez para cumplir nuestros compromisos internacionales. La titular de uno de esos ministerios fake —¡¡¡Derechos Sociales!!!— que se inventó el Falconetti original para lograr el apoyo de Podemos a su reelección fue tajante en un acto con sus correligionarios de Castilla y León:

—Detrás de todas las guerras están los señores de la guerra. España debe seguir el mandato de su pueblo, que dijo alto y claro ‘no’ a la guerra—, apuntó en una declaración simple como una mata de habas. Nada nuevo bajo el sol en una persona con menos luces que un barco pirata. Lo curioso es que equipare a su presidente, Pedro Sánchez, con esos señores de la guerra que lideran las facciones en combate en las guerras fratricidas de Somalia y Libia. Una memez más que ratifica que una de esas casitas con lucecitas rojas que hay a ambas riberas de nuestras carreteras nacionales funcionan con más seriedad que el Gobierno de España.

A Iglesias se le ‘olvida’ que Ucrania no ha atacado a nadie, que es Rusia quien está plantando tropas en las proximidades de la frontera 

Sea como fuere, el pacifismo de Podemos es tan fake como el de esos ecologistas alemanes de la Guerra Fría que hacían el trabajo sucio en Occidente a uno de los regímenes más perversos de la historia de la humanidad, la Unión Soviética. Podemos, como Die Grünen (Los Verdes germanos), es verde por fuera, rojo por dentro, que diría Alfonso Ussía. A las pruebas me remito: el indeseable de Pablo Iglesias ha asegurado que “Rusia únicamente defiende su seguridad y sus áreas de influencia, como todos”.

El multimillonario ex vicepresidente olvida, en primer lugar, que Ucrania no ha atacado a nadie, que es Rusia quien está plantando tropas a gogó en las proximidades de la frontera con no muy sanas intenciones. Se le escapa otro nada insignificante detalle: que Ucrania es un estado independiente y que Vladimir Putin es un tipo deleznable que envenena a los disidentes (Litvinenko, Skripal y Navalni, entre otros), que enchirona a los medios críticos, que manda asesinar a periodistas incómodos como Anna Politkóvskaya y que ha convertido los derechos humanos en papel mojado. A más, a más, este pájaro lo que hace es justificar el imperialismo ruso cuando habla de las áreas de influencia como si continuásemos en la Guerra Fría con la URSS teniendo bajo la bota a todos los países del Este de Europa. O como si la Rusia de Putin fuera la de ese Pedro I El Grande al que el inquilino del Kremlin emula hasta en los detalles más insignificantes.

No es sólo el comunistísimo Pablo Iglesias el que apuesta a muerte por el autócrata Putin. El secretario general del PCE y viceministro Enrique Santiago ha manifestado que “la UE tiene la obligación de construir un proyecto de convivencia con Putin”. Como si el presidente ruso fuera una hermanita de la caridad o San Francisco de Asís redivivo. Monedero es igual de miserable. Esta semana, durante la clase en la Complutense en la que se coló nuestro Fernán González, sostuvo que “la URSS fue un referente de modernidad”. Debe ser que la modernidad consiste en asesinar a más de 100 millones de almas en los Gulag, anular los derechos individuales y matar de hambre a tus conciudadanos como hizo la dictadura soviética con Lenin, Stalin, Kruschev, Breznev, Andropov y Chernenko. Alberto Garzón llamó directamente “terrorista” a la OTAN en 2013.

Es obvio que pertenecer a la OTAN comporta derechos y obligaciones, y también beneficios por ser aliado de EEUU 

Frente al ya proverbial cinismo podemita, está el pragmatismo y el cumplimiento de los tratados internacionales que preconizan esencialmente Margarita Robles y José Manuel Albares, los dos personajes más serios del Consejo de Ministros. Es obvio que pertenecer a la OTAN comporta derechos y obligaciones. Y también beneficios porque ser aliado de los Estados Unidos redunda en relaciones preferentes en materia comercial con la todavía gran superpotencia.

La seriedad tanto de la titular de Defensa como de nuestro canciller mitigan la caricatura que es ese Sánchez-Gila con el teléfono en la oreja, la cartera con la leyenda «Presidente del Gobierno» en primer plano y la escritura ambidextra, propia del Superman que es. Tirar de realpolitik, y encima por una causa justa, está muy bien aunque sea la excepción que confirma la regla en un Ejecutivo bastante chapuzas. Tampoco está de más intentar congraciarse con unos Estados Unidos que con toda la razón detesta al PSOE desde que Zapatero se negó a ponerse en pie al paso de su bandera en un desfile militar en La Castellana y desde que se largó de Irak de la noche a la mañana.

Biden desprecia a Sánchez. Se vio perfectamente en esa charlotada protagonizada por nuestro presidente en la Cumbre de la OTAN cuando persiguió, cual vulgar cazaautógrafos, a un presidente de los Estados Unidos que pasó de él como de la mierda. De los polvos de aquellas afrentas, desairar al líder del mundo libre es una estupidez, vienen estos lodos que se resumen en que Marruecos nos haya superado en la querencia del primo de Zumosol y en que no pintemos un carajo en el concierto internacional.

Todo mi aplauso, pues, a esta decisión de Moncloa. Y doble batir de palmas para un Pablo Casado que ha actuado como el hombre de Estado que más pronto que tarde va a ser. España está donde tiene que estar: en esa confluencia de libertad que es la OTAN. Donde decidió la UCD con ese gran presidente que fue Leopoldo Calvo-Sotelo y donde ratificó Felipe González con ese referéndum que ganó por goleada. En cuatro palabras: con las democracias occidentales. Que esto de ser imparcial está muy bien como declaración filosófica pero no en ese mundo de las Relaciones Internacionales en las que los principios están supeditados a los intereses.

Lo que me pone enfermo es ese doble rasero con el Partido Socialista. Lo digo porque la formación de la calle Ferraz se lanzó ferozmente a la calle con una Guerra de Irak en la que, por mucho que mientan mil veces, jamás estuvimos. Sí. Ni estábamos ni se nos esperaba porque José María Aznar anduvo con pies de plomo. El pensamiento único podrá decir misa pero lo cierto es que llegamos a la antigua Mesopotamia en julio de 2003, dos meses después de que los Estados Unidos entrasen en Bagdad y dieran por concluida la guerra.

Me da asco la permisividad que hay con la izquierda en España y la nula tolerancia que se dispensa al centroderecha

A las pruebas me remito. Un documento emitido por el Gobierno de ese peligroso iluminado que es José Luis Rodríguez Zapatero a cuenta de las indemnizaciones a los participantes españoles en las labores postguerra de Irak desmonta la gran mentira que urdió la izquierda española con la por otra parte necesaria guerra para acabar con Sadam. Ojo al texto aprobado por aquel entonces por Moncloa:

—La participación española, amparada por las Resoluciones 1441 (2002) y 1483 (2003) y 1511 (2003), se concretó en el envío de dos diferentes tipos de unidades con la misión de ayuda humanitaria y restablecimiento de la seguridad—, afirmaba literalmente el texto. Pues eso: que nuestro rol en Irak fue el de fuerzas de interposición que, más-menos, es lo que toda la vida de Dios hicieron los cascos azules. Lo que está probado más allá de toda duda razonable es que a los socialistas y a sus satélites les importaba treinta y tres la moralidad o la legitimidad de la Operación Nuevo Amanecer, que todo fue una sucia campaña política, maquiavelismo del peor jaez.

Me da asco la permisividad que tiene con la izquierda esa opinión publicada que es la que conforma la opinión pública y la nula tolerancia que dispensa a ese centroderecha que, nos guste o no, nos metió en la primera división mundial con la foto de Las Azores. Jamás desde Felipe II habíamos pintado tanto en el concierto mundial. Tan cierto es que la Guerra de Irak se sustentó en un gran bulo, las armas de destrucción masiva, como que entre Bush y Sadam el mejor presidente que hemos tenido, José María Aznar, optó por el jefe del mundo democrático. Lo normal. Las bases socialistas callan ahora como putos, putas o putes. La Guerra de Irak contra un Sadam aún peor que Putin era moralmente mala y la de ahora es buena. No hay dios que lo entienda. No habrá manifas, nadie intentará asaltar Ferraz y no se montará una campaña ad hominen contra el presidente. Y me parecerá tan bien como repugnante me resultó lo que le hicieron a Aznar durante esa guerra en la que no estuvimos, en esa postguerra en la que sí participamos y en esos 12, 13 y 14 de marzo de 2004 en los que con malas artes se consiguió que Rajoy perdiera unas elecciones que tenía ganadas. España debe estar siempre con los buenos. Y aquí sí hay buenos, los Estados Unidos, y malos, la Rusia de Putin. Lo demás es verborrea falsaria.