La decepción de Temis
La diosa Temis nos recuerda, con sus tres símbolos, los principios de la Justicia. Su espada en alto nos habla de la obligatoriedad de la Ley y del castigo para quien la incumpla, pues la dejará caer sobre quién pretenda desequilibrar el segundo de sus símbolos, la balanza, que representa la equidad. Finalmente, con su venda, simboliza la imparcialidad, mostrándonos que ella no es ciega (si no, no necesitaría taparse los ojos), pero sí ha de serlo en la aplicación de la Ley.
Bajando de los cielos, donde habita Temis, a Galapagar, Lledoners o la Moncloa, la cosa cambia. Ya sabíamos que los indepes y la izquierda no creen en la nación; en la española, claro. Y parece que tampoco les gusta mucho eso de la separación de poderes.
Este principio de contrapeso institucional choca con su proyecto de descomposición nacional y de transformación social (ellos si lo tienen). Eso del check and balance debe de ser cosa de viejas democracias capitalistas. En los países amigos de Podemos no existe, salvo cuando Zapatero y los observadores de la ONU les visitan.
Y aún les gusta menos la separación de poderes cuando el poder judicial ha de velar por una Constitución y por unas leyes que no favorecen sus deseos. Es entonces cuando hay que llamar a Monedero para que nos enseñe como lo hacen en Venezuela o Irán, no vaya a ser que la diosa Temis les despierte cuando sueñan con la republica catalana o en el colchón de la Moncloa; aquellos sueños que parecían imposibles, pero ya no lo son. Pronto Dolores también velará por ellos.
Hace tiempo que, devaluada la independencia del legislativo y con un ejecutivo pendiente de favores de reclusos y allegados, los jueces y magistrados parecían quedarse solos, con la espada de la Ley en alto, en la defensa de la Constitución y del Estado de Derecho. El órgano que los representa, el CGPJ, los respaldaba, como en aquel magnífico discurso de Lesmes dio en la apertura del año judicial de 2018
Si en aquel momento Temis podía sentirse orgullosa de la Justicia española, quizá hoy esté decepcionada, no con los jueces y magistrados que cumplen su misión, sino con algunos vocales que les representan en un Consejo que ha preferido ponerse de perfil y mirar hacia otro lado. Un Consejo en el que varios vocales han eludido una incómoda responsabilidad, la de informar sobre la idoneidad de quien a todas luces no lo era. Flaco favor se hace el Consejo, con su tibieza, a sí mismo; y pobre ejemplo de fortaleza ante las presiones da a los jueces y magistrados.
Esos vocales se han quitado la venda y se han limitado a decir que la propuesta es legal, “que reúne los requisitos legales exigidos”. Pero para eso no se necesitaba su sabia intervención. Cualquier alumno de primero de Derecho sabría informar de ello. También el informe del Consejo es legal, no lo dudo; pero mientras en todos los informes de nombramiento anteriores se valoraban la idoneidad (ver notas de prensa del propio Consejo), en éste han eludido pronunciarse sobre ello. ¿Por qué será? Quien calla otorga.
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