Con Arrimadas actúan como los nazis
El debate de las ideas en democracia lo pierde el que insulta primero. Si el insulto machista y xenófobo se convierte en el fundamento de una determinada línea argumental, directamente pasas a ser parte de un pensamiento represivo y, por ende, totalitario. Ambas características definen perfectamente a los golpistas catalanes. Su trato a Inés Arrimadas así lo demuestra. En los últimos días, tanto el actor independentista Toni Albà como la ex presidenta del Parlament Núria de Gispert han utilizado la palabra «puta» para referirse a ella. Malo es, desde luego, que lo diga un hombre. Execrable de principio a fin. No obstante, que lo haga una mujer es lacerante. Además, y como prueba de la dictadura xenófoba que sería Cataluña de ganar los sediciosos el próximo 21 de diciembre, Gispert había conminado a Arrimadas con anterioridad a «volver a Cádiz».
Los independentistas están intentando embarrar hasta lo intolerable la campaña electoral. Estos ataques recuerdan al modo de actuar de los nazis. Decía uno de los mayores monstruos del siglo XX, Joseph Goebbels, que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». Esa perversa asepsia ética y moral cimentó la propaganda del Tercer Reich. Daba igual la naturaleza exacta de los hechos. Inventaban lo que hiciera falta para destruir de forma civil, física y anímica a todos los que no eran como ellos. Entre los muchos ejemplos que nos dejó la historia, uno que ilustra bien aquella demencia genocida fue cuando en 1941 inauguraron un campo de concentración que presentaron como un residencial de vacaciones. Hasta tal punto llegó la falacia que incluso engañaron a la propia Cruz Roja. El modus operandi de los independentistas recuerda en las formas ese hostigamiento.
Una táctica perfectamente diseñada para no sólo desprestigiar al rival político, sino también para aniquilar la autoestima de la persona. Acabar con ella socialmente. Inocular el odio a través de constantes mensajes que van desde actos políticos a espacios en los propios medios públicos. De hecho, resulta muy sintomático que el actor Toni Albà sea una de las estrellas más reconocibles de TV3. Arrimadas se ha convertido, por trabajo y determinación, en la principal esperanza del constitucionalismo en Cataluña. Una opción más que real —algunas encuestas dicen que la principal— para ser la primera mujer presidenta de la región. De la fortaleza de su candidatura no solo habla su trabajo, sino también la virulencia con la que la atacan los independentistas. Sólo quien te teme mucho puede actuar de un modo tan rastrero. Esperemos que, ante tanta persecución y tanto insulto, el próximo día 21 haya una condena rotunda en forma de votos y que de entre toda esta pesadilla social y económica sobresalga una palabra: Constitución.
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