Acoger al Aquarius está bien, pero no resuelve el problema
“Pues si quieres que vengan refugiados, mételos en tu casa”. Les suena esta frase, ¿verdad? La escuchamos todos los que defendemos una solución solidaria para los refugiados e inmigrantes que escapan de sus países huyendo de la guerra o de la pobreza. Es un argumento a la vez pobre y terrible, porque se podría aplicar a cualquier acción social. Si quiero sanidad universal, ¿tengo que montar una consulta en mi casa? ¿Una escuela si quiero educación para todos? ¿Debo hacerme cargo de un jubilado concreto? No: el progreso social y político se basa en la acción del Estado que sostenemos entre todos. Primero porque sólo el Estado reconoce derechos, mientras que la acción particular es caridad. Y también porque si se dejara a la iniciativa individual, el problema no recibiría una respuesta concertada y difícilmente tendría solución.
He pensado en esto a raíz de lo que ha sucedido con el buque Aquarius y sus 629 pasajeros rescatados del mar. La decisión de Pedro Sánchez de invitar al buque a atracar en costas españolas es la del que dice: “De acuerdo, voy a acoger refugiados en mi casa”. Nada se le puede reprochar, al contrario, pero en modo alguno se puede decir que resuelva el problema de fondo. La solución a la crisis migratoria será europea o no será. La celebración de Matteo Salvini, cantando victoria al conocerse la iniciativa del Gobierno de España, debería hacernos sospechar: ¿ganan los xenófobos y también gana el nuevo gobierno socialista? Entonces, ¿quién pierde? Naturalmente pierde la Unión Europea, a la que se culpa de la falta de una solución permanente. Pero en este caso, ¿a quién nos referimos cuando hablamos de la Unión?
Sus instituciones no tienen herramientas para aplicar una política común, sino que ésta debería acordarse entre los gobiernos de los Estados miembros. Ellos son los que están fracasando o, en algunos casos, boicoteando el posible pacto. En el fondo, Sánchez se sirve del viejo lugar común que permite colgarle a la Unión todos los problemas mientras que los gobiernos nacionales se apuntan los éxitos. Está bien que el nuevo presidente gane puntos haciendo una buena acción, pero si quiere encontrar de verdad una solución a la crisis migratoria, deberá esforzarse en tejer alianzas y facilitar acuerdos dentro del Consejo Europeo. Los italianos han estado años reclamando un mayor compromiso europeo. Italia y Grecia se han llevado hasta la fecha la mayor parte de la presión migratoria, han tenido que habilitar los recursos y hacer el mayor esfuerzo humanitario mientras otros países se desentendían.
No les hemos hecho caso y ahora han llegado al poder los xenófobos de la Liga con sus socios populistas. Es imprescindible lograr una política común que sea generosa, equitativa y eficaz, que no dependa de la caridad de los gobiernos ni permita que los xenófobos canten victoria. Desde que ha llegado a la presidencia, Pedro Sánchez ha demostrado una gran habilidad en lo simbólico. No le quito importancia, en este caso ha enviado un mensaje de solidaridad que merece ser aplaudido. Pero sólo con símbolos no desaparecen los problemas. Es hora de ejercer la responsabilidad, presidente.
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