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Soy entrenador canino y te aseguro que lo que hacen estos perros no es un juego: puedes tener un susto

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cuando vemos a dos perros persiguiéndose en el parque, corriendo uno detrás del otro o saltando alrededor, solemos hacer comentarios como: «¡Mira, están jugando!» Sin embargo, la realidad detrás de esas interacciones es mucho más compleja de lo que parece, según advierten los expertos en comportamiento animal. En la vida adulta, los perros se comportan en función de sus experiencias previas, de las jerarquías establecidas y de la socialización.

A diferencia de los cachorros, que utilizan el juego como herramienta de aprendizaje y socialización, los perros adultos suelen evaluar cuidadosamente cada interacción. Por ello, lo que para nosotros puede parecer un simple juego, para ellos puede ser una muestra de dominancia. «Cuando dos perros adultos interactúan, un exceso de excitación, ladridos o persecución pueden generar tensiones que no siempre terminan de manera amistosa», señalan los expertos.

El juego en los perros

A diferencia de los cachorros, los perros adultos ya tienen establecidas sus jerarquías sociales y límites personales. Esta estructura social influye directamente en la manera en que responden a nuevas interacciones.

Según estudios de etología canina, evalúan un amplio abanico de aspectos, siendo el nivel de energía del otro perro uno de los más relevantes; cuando es demasiado activo o ladra con insistencia, puede ser percibido como una amenaza. También consideran la postura corporal para comprobar si hay señales de dominancia.

Las experiencias pasadas también juegan un papel muy importante. Los perros que han tenido conflictos previos con otros perros pueden reaccionar a la defensiva ante cualquier acercamiento. Teniendo todo esto en cuenta, los expertos en comportamiento animal señalan que es muy raro que dos perros adultos jueguen durante mucho tiempo desde el primer encuentro. La mayoría de las veces, los intentos de interacción terminan rápidamente en gruñidos y miradas amenazantes.

Para la seguridad de ambos perros, es fundamental saber reconocer cuáles son las señales de tensión más frecuentes:

«Si observas que uno de los perros intenta escapar repetidamente o muestra signos claros de incomodidad, lo más prudente es separar la interacción Permitir que continúe puede derivar en conflictos serios, especialmente si hay perros adultos con personalidades dominantes».

Ante el más mínimo signo de tensión, es recomendable actuar con calma. Lo primero es separar a los perros con una barrera física o utilizando la correa. Los gritos y castigos sólo aumentan la excitación, así que se deben evitar. En cualquier caso, lo mejor es dar tiempo para que los perros se aclimaten y se conozcan gradualmente.

Ahora bien, esto no significa que los perros adultos no puedan jugar o disfrutar de la compañía de sus congéneres. La clave está en encuentros controlados y supervisados, teniendo en cuenta la personalidad y la experiencia de cada perro. Los expertos recomienda introducirlos en un terreno neutral, sin que uno sienta que es su territorio, y prestar atención a cualquier señal de tensión o incomodidad.

En los primeros encuentros, es recomendable evitar los estímulos, ya que esto puede aumentar el nivel de excitación y generar conflictos. El refuerzo positivo es la mejor manera de educar a un animal; en este contexto, se trata de premiar el comportamiento calmado con snacks o palabras de cariño.

Cuando se respetan estos principios, los perros adultos pueden establecer vínculos y disfrutar de momentos de juego, aunque no tan prolongados ni desinhibidos como los de los cachorros.

En definitiva, la frase «esos dos perros están jugando», la cual se escucha con frecuencia en los parques, es un ejemplo muy claro de cómo la percepción humana puede ser completamente distinta de la realidad que viven nuestros compañeros de cuatro patas. Si bien los cachorros utilizan el juego como una herramienta de aprendizaje y socialización, los perros adultos son más selectivos y establecen límites claros. Conocer las las señales de tensión, respetar las jerarquías y supervisar las interacciones son pasos fundamentales para garantizar que los encuentros caninos sean seguros y agradables para ambos.

«Cuando veo a dos perros adultos corriendo o persiguiéndose, lo primero que les digo a los dueños es: «no todo lo que parece juego realmente lo es». Muchos interpretan movimientos intensos, saltos o ladridos como diversión, pero en realidad puede ser estrés o prueba de dominancia. Siempre recomiendo presentarlos en un terreno neutral, observar su lenguaje corporal y estar atentos a señales de tensión, como orejas hacia atrás, cola rígida o gruñidos leves. Es importante dar pausas frecuentes y reforzar con premios cuando se comportan de manera calmada. Sí, algunos perros adultos pueden jugar juntos, pero la clave está en la introducción gradual y respetuosa, respetando su personalidad, nivel de energía y experiencias previas. La paciencia siempre es tu mejor herramienta», comentan los expertos.