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La casa de muñecas a tamaño real escondida en el centro de Madrid: el secreto que casi nadie conoce

Madrid es una ciudad llena de sorpresas. Algunas se presentan en forma de grandes palacios, otras con el bullicio de sus mercados o también, no nos podemos olvidar de la majestuosidad de sus museos. Pero hay otras que se esconden a simple vista, casi camufladas en el paisaje urbano, como si quisieran que solo los ojos curiosos las descubrieran. Una de esas joyas secretas se encuentra justo en el corazón del Paseo de Recoletos, y a pesar de estar ahí desde hace más de un siglo, casi nadie conoce su historia. La casa de muñecas escondida en Madrid y de la que te ofrecemos ahora todos los detalles.

Una casa de muñecas a tamaño real, que está incrustada dentro del jardín del Palacio de Linares, actual sede de la Casa de América. A simple vista, parece una construcción sacada de un cuento de los hermanos Grimm: de ladrillo rojizo, con un pequeño torreón, ventanas diminutas y abrazada por una enredadera que parece protegerla del paso del tiempo. Sin embargo, lo que a ojos del visitante puede parecer una fantasía infantil hecha realidad, es en realidad una pieza de historia envuelta en misterio. Durante décadas, ha permanecido cerrada y olvidada, sin una función clara ni apenas documentos oficiales que la mencionen. Pero su existencia no es fruto de una leyenda urbana. Esta casita fue construida con una intención muy concreta y, aunque con el tiempo nacieron teorías contradictorias, la verdad sobre su origen resulta cuanto menos sorprendente y para muchos, encantador.

La casa de muñecas escondida en Madrid

La construcción (que resulta gigante si la comparamos con las casas de muñecas reales) se encuentra dentro del Jardín Gabriel García Márquez, una zona verde situada justo detrás del Palacio de Linares. Pese a su cercanía con uno de los edificios más imponentes de la ciudad, esta casa pasa fácilmente desapercibida. No tiene cartel, ni guías que la presenten. Sólo quienes pasean con calma por el jardín (un espacio gratuito y abierto al público) tropiezan con ella, quizá preguntándose si es real o parte del decorado.

Y sí, es real. Pero no, no fue concebida como una mera casa de muñecas ornamental. Según los pocos testimonios y estudios disponibles, este espacio fue creado para que una niña pudiera jugar. No una niña cualquiera, sino la ahijada del mismísimo marqués de Linares. Su nombre era Raimunda Avecilla, y con el tiempo heredaría el palacio. Fue ella quien recibió esta casita como lugar de recreo personal, un lujo al alcance de muy pocos y un gesto de cariño que ha resistido el paso del tiempo.