La vida errante de Constantino de Grecia, en imágenes: del exilio al regreso a casa
Pese a que todo apuntaba a que la salud de Constantino de Grecia había mejorado en las últimas horas, la situación del que fuera Rey ha empeorado por momentos. Tanto es así, que hace escasos minutos se daba a conocer su triste fallecimiento a los 82 años de edad, sumiendo así a sus seres queridos en la más absoluta tristeza y a toda la Familia Real en general y especialmente a su hermana, la Reina Sofía, que no se ha separado de su lado incluso teniendo en cuenta que acaba de empezar el Año Nuevo y que su agenda está repleta de quehaceres al frente de la Corona.
Constantino de Grecia y doña Sofía en 2014.
De esta manera, se ha confirmado que el que fuera soberano griego no gozaba de una muy buena situación de salud, aunque no tenía nada que ver con el derrame cerebral que se había dicho que tenía: «Ha estado sufriendo durante muchos años diferentes problemas de salud que le han causado una carga de múltiples niveles, y esta es la razón de su hospitalización. Ha sido dado de alta en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero parece que permanecerá en el hospital bastante tiempo», comentaba una fuente para Iefimerida, sin poder llegar a imaginar probablemente que el final del tío de Felipe VI estaba más cerca que nunca.
Cabe destacar que, a lo largo de sus más de ocho décadas de vida, Constantino se ha convertido en una de las figuras más destacadas y respetadas de la realeza europea, y no es para menos. Y es que, se trata del último Rey que tuvo Grecia, el cual siempre tuvo en sus planes el regreso de una monarquía a su país que finalmente no ha tenido lugar y por la que siempre ha luchado, habiendo tenido incluso que exiliarse para volver a su tierra natal con más fuerza que nunca para hacer historia.
Constantino de Grecia en un acto.
Fue durante el 2 de junio de 1940 cuando tuvo lugar el nacimiento de Constantino de Grecia y Dinamarca, fruto del matrimonio del príncipe Pablo y la princesa Federica de Hannover, en el norte de Atenas. Su infancia no fue del todo sencilla, habiendo vivido gran parte de esta etapa en el exilio de la familia tanto en Sudáfrica como en El Cairo a consecuencia de la invasión de las tropas del Eje. No obstante, el que fuera después Rey tuvo oportunidad de formarse como militar en Grecia, en virtud de sobrino e hijo de Rey. Unos años más tarde, y después de sonar a su alrededor un sinfín de romances, el también conocido como «Tino» por sus seres queridos se enamoró de la hija pequeña de Federico IX de Dinamarca, Ana María, hermana de la actual Reina Margarita. Ambos protagonizaron un romance secreto llegando incluso a comprometerse antes de que la cuñada de la Reina Sofía cumpliera la mayoría de edad. Cuando esto ocurrió, finalmente pudieron formalizar sus planes de futuro con un anuncio de boda por todo lo alto, para evitar así esconder su amor.
No fue hasta el 1964 cuando la vida de Constantino dio un giro de 180 grados de lo más considerable. Fue en ese año, y concretamente en el mes de marzo, cuando falleció el Rey Pablo I, dando paso así en el trono a su hijo varón y a su reciente esposa. Una etapa que parecía estar cargada de oportunidades para el entonces soberano, y que sin embargo resultó ser todo un fiasco a consecuencia de su desentendimiento con el Primer Ministro y con sus sucesores. Todo ello le llevó a sumergirse en un movimiento militar cono el objetivo de recuperar el orden constitucional, aunque no tuvo éxito, razón por la que se vio obligado a viajar a Roma y a establecerse allí de manera indefinida y después en Londres, sin llegar a imaginar que su vuelta a Grecia como Rey nunca jamás volvería a suceder. Algo que no gustaba en absoluto a la Reina Sofía, que observaba desde España cómo habían arrebatado el poder de la monarquía a su hermano en su tierra natal a manos de Karamanlis, a quien señala como encargado de «engañar» al monarca.
Constantino de Grecia con otros royals europeos.
Por su parte, Constantino nunca perdió la esperanza de instaurar de nuevo la monarquía en el país del este europeo, sobre todo sabiéndose que aún había un gran grupo de griegos que le tenía estima tanto a él como a sus antecesores. Es por ello que, poco a poco, el tío abuelo de la Princesa Leonor fue acercándose a Grecia, primer durante los veranos en una casa en Puerto Heli, y después alargando sus vacaciones de manera considerable hasta establecer en el lugar mencionado su residencia habitual. Allí es donde ha pasado sus últimos años rodeado de sus allegados y en la más absoluta felicidad, dejando consigo un legado que ahora recae especialmente en su hijo Pablo.