Pablo Iglesias amplía la carta de su taberna contestataria con croquetas a precio ‘pijo’
La reapertura fue posible gracias a un crowdfunding en el que sus simpatizantes
Es un refugio antifascista… con croquetas a precio de Suiza

La Taberna Garibaldi ha reabierto sus puertas en Lavapiés, aunque esta vez en una nueva dirección: la calle Miguel Servet 23, muy cerca de la glorieta de Embajadores. El local, fácilmente reconocible por su cartel, ha sido presentado por su propietario —Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno y eterno agitador de la izquierda— como un “espacio antifascista”.
El líder morado pidió a sus simpatizantes que contribuyeran económicamente a la reapertura, y lo consiguió: en torno a 148.000 euros enviados a golpe de crowdfunding para levantar un negocio que, según ha confesado, está más al servicio de su ideología que de la hostelería. Aun así, un pequeño detalle se les ha escapado: en Google aparece como “cerrado temporalmente” y con la dirección equivocada. Para haber recaudado semejante suma, ni siquiera han logrado algo tan básico como actualizar los datos.
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El emplazamiento tampoco está exento de paradojas. La calle Miguel Servet recuerda al pensador cristiano del Renacimiento que defendió la libertad de conciencia y fue quemado en la hoguera por sus ideas. De hecho, proclamó que era un crimen perseguir a alguien por lo que pensaba. Justo lo contrario de lo que ha practicado, con fervor, el dueño del local, siempre dispuesto a señalar, acusar y estigmatizar a quienes no comulgan con su credo ideológico.
En esta imagen ve la zona de comedor de la taberna Garibaldi. (Redes Sociales)
La estética del local, pese a la épica revolucionaria con la que se vende, es bastante modesta. Mesas de madera oscura, sillas con tapicería azul y paredes en gris verdoso acompañadas de ladrillo visto. Lo justo para recordar a una taberna de barrio, aunque salpicada de símbolos políticos: cuadros de Raffaella Carrà con lemas comunistas, una bandera republicana y un retrato de Pepa Flores con la frase “el comunismo es lo único por lo que vale la pena luchar y morir”. Una decoración que dice más de su dueño que del propio barrio.
La carta de la taberna de Pablo Iglesias: ironía en los nombres, precios de lujo
La nueva carta no esconde la intención de mezclar ideología con gastronomía. Hay croquetas caseras a 14 euros la ración (2,5 por unidad), un precio más propio de restaurante de autor que de taberna popular —cuando lo habitual en Madrid es pagar entre 1 y 1,5 euros por croqueta, incluso en locales “gourmet”—, lo que convierte este bocado obrero en un capricho de élite. A la sátira de los nombres se suman otros guiños: una cazuela de “banqueros a la sidra” (que en realidad son chorizos) por 10 euros, o los tacos “Venganza de Moctezuma” en versión kitsch y reivindicativa. Pero la estrella sigue siendo la hamburguesa “no burguesa”, un chiste fácil de tragar viniendo de quien vive en un chalé de 600.000 euros con piscina, a las afueras de la capital.


El diseño de la carta de la Taberna Garibaldi. En ella aparecen nombres de platos cargados de ironía política e ideológica.
El proyecto, vendido como “refugio antifascista”, arrastra la sombra de su pasado: el antiguo Garibaldi acumuló quejas por suciedad, baños en condiciones deplorables y una cocina muy alejada de los estándares de higiene. Ahora, aunque las paredes estén recién pintadas, los vecinos temen que lo único que no cambie sea lo esencial: ruido, suciedad y populismo de barra.


En la pared de la taberna cuelga un cartel de estética pop en blanco y negro y fondo rojo, con la foto de Raffaella Carrà. (Redes Sociales)
El antiguo profesor, que fracasó en su intento de regresar a la Universidad Complutense, vuelve así al mundo de la hostelería militante. Con precios de restaurante “pijo” y un discurso de taberna revolucionaria, la contradicción se sirve en cada plato. Lo que en el menú se presenta como sátira gastronómica, en la realidad no es más que un ejercicio de propaganda con sabor rancio.